KUALA LUMPUR – Con los esfuerzos del presidente estadonidense, Donald Trump, por poner fin a la guerra en Ucrania, los europeos son ahora los principales responsables de prolongarla. A pesar de sus débiles protestas en favor de la paz, Europa parece decidida a luchar «hasta el último ucraniano».
Una paz insostenible
Mientras Europa celebraba a principios de mayo el fin de la Segunda Guerra Mundial iniciada por los nazis, no parece saber cómo mantener la paz después de la guerra.
Las dos «guerras mundiales» del siglo XX comenzaron en Europa como guerras interimperialistas que causaron millones de muertos. En 1884-1885, la Conferencia de Berlín dividió África entre las potencias europeas dominantes.
Tras asistir a las negociaciones del Palacio de Versalles tras la Primera Guerra Mundial, el joven John Maynard Keynes, en su obra Las consecuencias económicas de la paz, advirtió de que los términos del acuerdo socavaban una paz sostenible, casi anticipando el posterior auge del nazismo.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el secretario del Tesoro del presidente estadounidense Franklin Roosevelt (1933-1945), Henry Morgenthau, insistió en que no se debía permitir que Alemania se reindustrializara después de la guerra.
Tras iniciar y perder dos guerras mundiales, la agresión militar alemana parecía inevitable. Para Morgenthau, la reindustrialización conduciría inevitablemente a Alemania a una nueva guerra.
Para Roosevelt, solo la recuperación de la posguerra para todos «ganaría la paz», no el sometimiento y la destrucción del perdedor.
Sus generales de la Segunda Guerra Mundial, entre los que destacaban Dwigth Eisenhower, George Marshall y Douglas MacArthur, impusieron a Alemania y Japón constituciones «pacifistas» y reformas para el crecimiento de la posguerra.
¿Supervisión imperial?
A pesar de sus brillantes intuiciones contemporáneas sobre la insostenibilidad de la paz alcanzada en Versalles, Keynes ignoró sus consecuencias para China.
En Versalles, la península de Shandong, anteriormente gobernada por los alemanes, no fue devuelta a China, sino que se entregó a Japón.
El movimiento resultante del 4 de mayo (1919) culminó en la revolución china. Keynes fue tan ciego ante esto como ante los tres millones de vidas perdidas en la Segunda Guerra Mundial a causa de la hambruna de Bengala.
Aunque no se ve en las películas, decenas de miles de chinos participaron en la Primera Guerra Mundial, principalmente cavando trincheras para las tropas europeas en una guerra que se recuerda sobre todo por la guerra de trincheras.
Las posesiones alemanas en el sur de África no fueron devueltas a los africanos, sino que quedaron «en fideicomiso» de las potencias europeas, incluido el régimen blanco sudafricano.
Aunque no ha habido más «guerras mundiales» desde el fin de la Guerra Fría, ha habido muchas más guerras en el mundo supuestamente unipolar/multipolar.
La OTAN contra la ONU
En la Asamblea General de la ONU, 141 países condenaron la invasión rusa de Ucrania en 2022. Pero muchos también se oponen a la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) a través de Ucrania para amenazar a Rusia.
Esto recuerda el amplio apoyo internacional al presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962, cuando insistió en que se retiraran los misiles soviéticos de Cuba, frente a las costas de Florida.
La Otan se creó para la Guerra Fría y debería haberse disuelto al finalizar esta. Su razón de ser, el rival Pacto de Varsovia, había desaparecido. Peor aún, la expansión de la Otan continúa mientras libra guerras ilegales no sancionadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.
La entonces canciller alemana, Angela Merkel, y el expresidente francés, François Hollande, han confesado que el acuerdo de Minsk de 2014 con los rusos tenía por objeto ganar tiempo para armar a Ucrania para la guerra posterior, y no garantizar la paz.
Del mismo modo, el primer ministro británico, Boris Johnson (2019-2022), bloqueó con éxito las negociaciones entre Ucrania y Rusia en el último semestre de su mandato. Un acuerdo de paz habría puesto fin a las hostilidades y salvado cientos de miles de vidas, principalmente ucranianas.
Europa ha seguido insistiendo en la guerra a pesar del empeoramiento de las perspectivas. Y cuando los aliados de la Otan volaron el gasoducto de Rusia a Alemania, no hubo protestas.
La Otan debería haberse disuelto al final de la Guerra Fría, una vez que desapareció su razón de ser, el rival Pacto de Varsovia.
A pesar de las pretensiones de Europa de liderar los esfuerzos mundiales contra el calentamiento global, rápidamente dio marcha atrás en sus compromisos anteriores, llegando incluso a abandonar su compromiso de Glasgow de 2021 de rechazar el carbón menos de medio año después.
Como era de esperar, el Sur global sigue mostrándose escéptico ante el mecanismo de ajuste en frontera por emisiones de carbono de la Unión Europea (UE), que quizá sea solo la última forma de proteccionismo comercial europeo.
La UE ya ha empeorado las condiciones económicas mundiales al subir los tipos de interés, imponer sanciones ilegales, insistir en la austeridad fiscal y recortar el gasto social en favor del gasto militar.
Los líderes europeos anuncian ahora con orgullo políticas keynesianas militares, esperando que el aumento del gasto en guerra impulse el crecimiento. Así, el giro hacia la guerra ha significado menos crecimiento y más desigualdad.
¿Un Sur no alineado?
Roosevelt imaginó un nuevo orden multilateral pacífico que ofreciera progreso para todos. Pero esas esperanzas se han visto frustradas por las presiones políticas en favor de un imperio informal, alentadas por un complejo militar-industrial resurgente.
Se necesita un mundo diferente, basado en compromisos mucho más firmes con la paz, la libertad y la no alineación. Quizá ha llegado el momento de que Occidente, el Norte global y otros aprendan del Sudeste.
En 1955, Indonesia acogió la cumbre afroasiática de Bandung, que se pronunció con valentía en favor del Sur poscolonial y defendió la no alineación al inicio de la Guerra Fría.
Hace más de medio siglo, en 1973, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), creada en 1967, se comprometió a crear una zona de paz, libertad y neutralidad.
Crear las condiciones propicias para la cooperación, el desarrollo y el progreso continuos puede ayudar a mantener las bases de un nuevo orden mundial pacífico y progresista.
T: MF / ED: EG