LINGADBAEL, India – La comunidad sidi, descendiente de esclavos de África, se involucra cada vez más en empresas tradicionales, como una iniciativa de alojamiento en casas de familia en el bosque, que está cambiando su suerte después de años de discriminación en la India, dondeprimero vivieron esclavizados y luego en parte aislados.
En el siglo XV, cuando los portugueses llegaron a la costa occidental del subcontinente indio, trajeron consigo varios miles de esclavos de la costa sudoriental de África. Estos esclavos, posiblemente provenientes de tribus de diferentes lenguas africanas, fueron llevados inicialmente a las colonias portuguesas de Goa, Daman y Diu y luego vendidos a gobernantes indios locales con buenas ganancias.
Mucho más tarde, a principios del siglo XIX, cuando la esclavitud se declaró ilegal, los portugueses liberaron a los esclavos. Algunos, según la tradición local, también lograron escapar de las garras de sus amos, muchos de ellos crueles.
Pero incluso cuando fueron liberados, el miedo a la barbarie a la que habían sido sometidos era tal que temían ser capturados nuevamente.
Por lo tanto, huyeron a las zonas boscosas del actual estado suroccidental de Karnataka, vecino del de Goa. Otros esclavos africanos se establecieron en las zonas boscosas de Gir, cerca de Junagadh en el también occidental estado de Gujarat, después de que los portugueses los vendieran allí a nababs, los gobernadores musulmanes.
Los portugueses no fueron los primeros en introducir esclavos africanos en la India.
Los primeros esclavos africanos fueron traídos desde Abisinia (actual Etiopía) por los invasores musulmanes turco-afganos en el siglo XI, cuando conquistaron la India.
Por eso, los esclavos africanos pasaron a ser llamados habshi (del término urdu habsh, que significa Abisinia). Conocidos por ser excelentes soldados, algunos llegaron a convertirse en generales, oficiales y suboficiales, lo que dio origen al término sidi (gobernador africano).
De hecho, los sidis afirman que eran esclavos de elite, solo al servicio de la clase dominante y de ahí su gran conocimiento militar. Pero el hecho es que la mayoría de estos esclavos eran pobres y explotados que ansiaban la libertad.
Los sidiis de Karnataka, de apariencia muy distinta a la de los demás, siguieron viviendo con miedo durante muchos años, a pesar de haber escapado de la esclavitud de sus antiguos amos portugueses.
Por ello, se confinaron en viviendas en los densos bosques, viviendo como cazadores-recolectores. Allí fueron “descubiertos” por los gowdas, una casta propia del estado de Kernataka también conocida como gouda o gauda.
También los descubrieron los funcionarios de Hacienda de los gobernantes locales. Impresionados por su fuerza física, los funcionarios locales emplearon a los sidds como mano de obra agrícola.
Las habilidades que adquirieron en la agricultura les hicieron abandonar la caza y empezar a cultivar pequeñas parcelas en el bosque. Pero su limitada familiaridad con el mundo exterior y su falta de alfabetización a menudo hicieron que los terratenientes de castas superiores les estafaran sus salarios o les arrebataran sus granjas.
Aunque la independencia de la India trajo consigo la apertura de escuelas públicas en casi todos los pueblos, los niños sidis solían ser expulsados de ellas con insultos racistas y el ridículo.
Socialmente, se los situaba por debajo de los intocables más bajos en la jerarquía de castas de la India, lo que hacía que la comunidad rehuyera la interacción. Las cosas empezaron a mejorar para los sidis recién después de 2003, cuando se les concedió el estatus de tribu programada, lo que les daba derecho a varios beneficios, entre ellos cuotas en educación y empleo.
La Ley de Derechos Forestales de la India de 2006 también les otgorgó poder como tribu que habita en los bosques para recolectar y vender productos forestales no madereros, como miel, cera y caña. Durante los meses de monzón, cuando falta el empleo agrícola, el Departamento de Bienestar Social entrega a cada familia sidi cestas de comida seca.

Cultura, creencias religiosas y habilidades de los sidis
Los sidis no tienen recuerdos de su patria africana original. Sin embargo, son músicos y bailarines talentosos y tienen un gran sentido del ritmo. Amordazados, atados y arrojados a los barcos de vela, el único objeto de su tierra natal que los sidis llevaron consigo fue el dammami, que siguen tocando hasta el día de hoy.
El dammami es un tambor hecho con un tronco de madera, cubierto con piel de animal. Originalmente hecho de madera y piel de animales salvajes, el dammami actual está elaborado con madera de nandi (Spathodea o tulipán africano) o rumda (higuera de racimo), con un extremo cubierto con un parche de piel de oveja y el otro con piel de cabra.
El dammami es un acompañamiento necesario para las canciones cantadas en cada fiesta sidi.
En cualquier parte de la India en la que se asentaron los sidis, asimilaron y adoptaron las costumbres y creencias religiosas locales. Los sidis de Gujarat adoptaron los estilos de vestimenta predominantes en Gujarat, mientras que los sidis de Karnataka se visten como la gente de Karnataka.
Lo mismo sucede con sus creencias religiosas. Los sidis de Junagadh en Gujarat, que solían servir a los gobernantes musulmanes, son musulmanes, mientras que los de Karnataka son generalmente hindúes, con unos pocos cristianos y un número menor de musulmanes.
Sin embargo, todos los sidis, independientemente de su religión, veneran a Sidi Baba. El santuario de Sidi Baba, en Ankola, atrae a sidis de todas las partes de Karnataka durante una fiesta anual dedicada a la deidad.
El culto a la deidad lo lleva a cabo un mirashi, o sacerdote, que sigue rituales inspirados en las prácticas hindúes y es un patriarca local. Sanu Sidi, que trabaja como guarda forestal en Lindabael, por ejemplo, es un mirashi, un experto en la historia oral sidi, a pesar de ser analfabeto.
Los sidis de Karnataka utilizan el sidi bhasha (idioma sidi, una mezcla de los dialectos locales goanos konkani, marathi y urdu, con algunas palabras kannada). La influencia de la comida y el idioma de Goa es muy evidente en su cocina, con una comida típica sidi que incluye arroz, amti (un jarabe agridulce elaborado con una fruta local), curry con sabor a coco, carne, plátanos y mango.
Bebidas como el kashayam (una elaboración caliente a base de leche) y el sorbete de coco, comunes en la costa de Maharashtra y Goa, son parte de la cocina sidi y son indicativas de la historia de este grupo étnico.
Los restos de sus antiguas habilidades de cazadores-recolectores definen a los siddis; son hábiles en la recolección de miel y cera y son buenos en la apicultura. Varias especies de plantas y sus hojas se utilizan para hacer buñuelos, bebidas refrescantes y curar afecciones.
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En los años 80, la Autoridad Deportiva de la India (SAI) realizó una búsqueda de talentos a nivel nacional en regiones remotas del país, recogiendo y fomentando algunos talentos de la comunidad sidi y capacitándolos para representar a la India en atletismo, dada su fuerza y complexión atléticas naturales.
A pesar de que la comunidad sigue dependiendo de la mano de obra agrícola, los niveles de alfabetización han aumentado con la creación de escuelas gubernamentales en todo el gram panchayat de Idagundi y el taluka de Yellapur, lo que ha permitido a algunos siddis progresar hacia profesiones más remuneradas, como la actuación en películas, la enseñanza y los negocios, a pesar de la discriminación que enfrentan.

Proyecto de alojamiento familiar: un nuevo comienzo
Recientemente, la Misión Nacional de Medios de Vida Rurales (NRLM, en inglés) ha establecido casas de familia en el pueblo de Lingadbael, propiedad de mujeres sidis y gestionadas por ellas a través de su Grupo de Autoayuda Nisarga Sparsha (SHG, en inglés). Sin embargo, la iniciativa se venía gestando desde hacía mucho tiempo, como reveló el oficial de distrito de la NRLM, Nagraj Kalmane.
“Durante la última década hemos estado trabajando entre los siddis, organizándolos en grupos de autoayuda y preparándolos para que se ganaran la vida”, explicó. Para iniciar esta iniciativa, la NRLM se asoció con Suyatri, una empresa social con sede en Bangalore, la capital del estado de Karnataka, y Nirmiti Kendra, una organización gubernamental, para construir las casas de familia.
El proyecto se denominó Damami, en honor al tambor cuyas notas representan el último vestigio y único vínculo de los siddis con su patria africana perdida. Aun así, convencer a los siddis de que aceptaran la idea no fue fácil. “Los siddis temían que la gestión de este alojamiento socavaría su cultura”, dijo a IPS el director ejecutivo de Kanara Zilla Parishad, Ishwar Prasad Kandoo.
Esto significó interactuar con la comunidad sidi utilizando las oficinas del Gram Panchayat (organismo de autogobierno de la aldea) y el miembro sidi local de la Asamblea Legislativa (MLA), reunirse y comunicarse con los sidis en el Gram Sabha (consejo de la aldea) durante meses, antes de que la comunidad viera las ventajas del proyecto.
“Como trabajan a nivel de base, Suyatri fue particularmente útil como puente entre la administración y la comunidad”, dijo Kandoo.
Pero una vez que se convencieron, las cosas fueron fáciles. Manjunath Sidi, que ahora trabaja como guía local para los visitantes en la casa de familia, se ofreció a ceder parte del terreno familiar para construir las cabañas y fue fundamental para conseguir que otros miembros de su comunidad colaboraran en la iniciativa.
Para empezar, Suyatri capacitó a los sidiss en tareas básicas de limpieza, carpintería y electricidad para mantener las casas de familia.
“Los llevamos a Wynad, en el estado de Kerala, donde gestionamos una casa de familia con mujeres de la comunidad local. Les enseñaron los principios básicos de higiene y cómo servir la comida a los visitantes”, dijo a IPS Sumesh Mangalassery, de Suyatri.
Por supuesto, algunos fueron más receptivos que otros. Por ejemplo, Hema Hari Siddi, que trabajó en restaurantes en Bengaluru y Mumbai, aceptó la capacitación sin esfuerzo, a diferencia de muchos de sus colegas.
Las casas de familia, que abrieron al público en mayo de 2024, utilizan la arquitectura tradicional de adobe en la que se especializan los siddis y cuentan con amplias habitaciones con techos de tejas y comodidades modernas. Las mujeres siddis ilustraron a mano las cabañas con folclore siddi utilizando tiza de piedra caliza.
Jevan Mane (comedor en Sidi Bhasha) tiene su entrada decorada con una ilustración de hormigas rastreras, que se muelen para hacer el tradicional chutney “saavli”, una salsa hecha de hormigas trituradas, jengibre, cebollas y ajo.
“Nos protege de los resfriados y fortalece nuestra inmunidad”, dicen Hema Hari Sidi y su compatriota Savita Ravi Sidi. Las mujeres están felices de ganar 600 rupias (6,89 dólares) por día en la casa de familia, que es aproximadamente el doble de lo que ganaban como mano de obra agrícola.
Al ser un pueblo forestal en el interior y alejado de la carretera, Lingadbael es un atractivo refugio lejos del bullicio de la vida de la ciudad.
La colaboración de NRLM con el Departamento Forestal para realizar caminatas por senderos forestales y la comercialización a través de Suyatri ya ha asegurado una cálida respuesta de los investigadores y estudiantes interesados en estudiar la comunidad sidi.
Pero estar alejado de los centros urbanos también tiene sus desventajas. Por un lado, la electricidad es irregular y no hay red móvil. Cada vez que se corta la electricidad, también se corta la conexión wifi. Tampoco hay transporte fiable para llegar a Lingadbael. Por lo tanto, los visitantes deben depender del transporte privado para ir y volver de las ciudades de Hubli o Yellapur.
“Estamos planeando explorar el uso de energía solar para tener electricidad ininterrumpida”, dijo Rajmane. También hay planes para construir una plataforma modesta que sirva como escenario para los espectáculos de música y danza Siddi que los visitantes disfrutan aquí.
El Zilla Parishad (Administración del Distrito) ya está en conversaciones con Turismo de Karnataka para incluir el alojamiento familiar de Lingadbael como parte de un circuito turístico. También se están llevando a cabo conversaciones con actores privados para obtener vehículos turísticos en el marco de sus iniciativas de Responsabilidad Social Corporativa.
“Estamos en conversaciones con funcionarios forestales y la Junta de Desarrollo del Ecoturismo para promover Lingadbael como un sitio ideal para observar aves y estrellas, dada su vegetación, cielos despejados y entornos tranquilos”, dice Kandoo.
Una vez que el alojamiento familiar se popularice, el Zilla Parishad planea abrir un puesto en Sanjeevani Mart donde se puedan vender artesanías de madera, encurtidos y artesanías a los visitantes para ayudar a la comunidad sidi a obtener ingresos adicionales.
Para una comunidad que ha permanecido al margen durante tanto tiempo, la aventura de alojarse en una casa de familia en el pintoresco Lingadbael, con sus cascadas y arroyos gorgoteantes, promete abrir una ventana al mundo exterior.
T: MLM / ED: EG