Los latinoamericanos todavía guardan dinero bajo el colchón

Todavía numerosos hogares prefieren, por razones variadas, guardar el dinero en casa en lugar de depositarlo en cuentas del sistema bancario. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señala que la bancarización ha crecido al amparo de la tecnología financiera, y destaca sus ventajas para el crédito dirigido a emprendimientos y familias. Imagen: DNF

PANAMÁ – El auge en los pagos digitales, billeteras móviles e innovaciones fintech (tecnología financiera) está redefiniendo el panorama financiero en América Latina y el Caribe, aunque todavía parte de la población guarda su dinero “bajo el colchón”, señala un reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

A medida que los servicios financieros se trasladan a plataformas electrónicas, los grupos tradicionalmente sub-bancarizados o no bancarizados, en los tramos más bajos de la distribución de ingresos o las pequeñas empresas, encuentran nuevas formas de satisfacer sus necesidades, destaca el reporte.

Sin embargo, muchos hogares aún no utilizan los servicios bancarios formales para ahorrar o pedir préstamos, herramientas esenciales para gestionar choques económicos o invertir en el futuro.

En 2021, solo 18 % de las personas ahorraron en una cuenta bancaria y solo el 30% pidió préstamos a instituciones formales, muy por debajo de los números vistos en los países desarrollados, de 59 y 57 %, respectivamente.

“Esto no significa que las personas no ahorren, sino que suelen recurrir a métodos alternativos”, precisa el reporte, titulado “Bajo el colchón”, en sentido figurado.

Varios factores contribuyen al bajo uso de cuentas de ahorro en América Latina y el Caribe, comenzando por los costos transaccionales, como los cobros por apertura o retiros, o requisitos de depósitos mínimos, que disuaden a las personas, especialmente cuando los rendimientos no compensan esos costos.

La desconfianza en las instituciones financieras también juega un papel, influenciada por los antecedentes de la región en crisis financieras y bancarias. Además, las brechas de información impiden que las personas se sientan seguras confiando su dinero a instituciones que no comprenden del todo.

Del lado más moderno, el reporte apunta que el número de bancos digitales en la región se sextuplicó, pasando de 10 a 60 en solo cinco años (2017-2021), mientras que las cuentas de dinero móvil experimentaron un crecimiento exponencial.

En Argentina, por ejemplo, su uso saltó de menos de uno por ciento en 2014 a 27 % en 2021.

Estudios registran un fuerte aumento en los pagos digitales después de la pandemia covid-19, con 66 % de las personas en la región utilizando canales digitales en 2021, un aumento de 22 puntos porcentuales respecto a 2014 (44 %).

Aunque la región latinoamericana sigue detrás de economías más desarrolladas (96 % en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), sus niveles superan ligeramente al promedio mundial (64 %).

Cita el caso de Venezuela, que tiene la segunda tasa de adopción más alta de la región, y en donde la rápida y generalizada adopción de los pagos digitales puede relacionarse con las remesas, una corriente que se hizo fuerte con el aluvión de migrantes de ese país en la última década.

Los pagos digitales, se reconoce, ofrecen una alternativa más rápida y asequible que los canales tradicionales, como los bancos y las empresas de remesas, convirtiéndolos en una herramienta financiera importante para los hogares.

Mejorar el acceso financiero ha sido un desafío en América Latina y el Caribe durante mucho tiempo, pero la pandemia aceleró inesperadamente la bancarización. Muchas personas abrieron cuentas bancarias y de dinero móvil para recibir transferencias monetarias, enviar y recibir remesas o realizar compras.

El reporte recoge el criterio de que cuando se logra plenamente, la inclusión financiera ayuda a las personas a ir más allá de las decisiones a corto plazo y enfocarse en el bienestar a largo plazo.

“Ahorrar en una cuenta bancaria brinda colateral para crédito, permitiendo suavizar el consumo durante choques como enfermedades, desempleo o eventos climáticos extremos. También respalda inversiones productivas, como la educación o el emprendimiento”, apunta el texto.

En cambio, “el ahorro informal, como guardar efectivo en casa, unirse a grupos de ahorro o comprar bienes duraderos, es más arriesgado, expone el dinero a la inflación y limita la liquidez. El préstamo informal suele ser más costoso que el crédito formal, con tasas de interés elevadas que pueden llevar a trampas de deuda”.

Estima que los bancos digitales y las fintech están impulsando la inclusión al reducir las tasas de interés y centrarse en los consumidores y negocios sub-bancarizados.

También, que ofrecer productos de crédito iniciales, como tarjetas de crédito respaldadas o micropréstamos, puede ayudar a las personas sin historial crediticio a comenzar a construir su puntaje, especialmente entre las poblaciones desatendidas.

Por ello, el reporte del Pnud plantea que regulaciones más fuertes, y protecciones al consumidor, pueden aumentar la confianza, asegurando que las personas se sientan seguras al guardar su dinero en los bancos, y reducir el riesgo de los préstamos, incluso durante recesiones económicas.

“La educación financiera es igualmente importante, al ayudar a los consumidores a comprender los productos bancarios para que puedan tomar decisiones informadas”, concluye el documento.

A-E/HM

 

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