MARALE, Honduras – En el corazón de Honduras, en medio de montañas y zonas boscosas del departamento de Francisco Morazán, se encuentra la histórica Montaña de la Flor, el hogar del pueblo indígena tolupan. Al noreste del país, en el departamento de Yoro, también subsisten 28 comunidades de la misma etnia.
Aunque la población tolupana – unas 20 000 personas – se encuentra separada en dos departamentos, comparten una misma condición: en muchas comunidades no existe una red eléctrica proporcionada por la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Enee).
Según relata la líder tolupana, Marta Gracia Ramos, cuando llega la oscuridad de la noche muchas familias tolupanes, que viven en Yoro, se alumbran solamente con “leño” encendido.
“La mayoría del pueblo tolupán no tiene los recursos necesarios para adquirir un proyecto de luz, porque las comunidades están lejos de los pueblos y los caseríos más grandes estamos lejos del área urbana, vivimos en las partes altas de las montañas”, expresó.
En el departamento de Yoro la cobertura de la energía eléctrica es de 82,8 %, y 30 437 personas no tienen acceso a la electricidad. Del porcentaje total de la población, 60 % es tolupana.
El municipio de Marale, en el departamento de Francisco Morazán, donde se encuentran distribuidos también los tolupanes, tiene un 44.20% de viviendas sin energía eléctrica. Francisco Morazán tiene la mayor red de electrificación en todo el país, con un 93% de acceso a energía.
¿Por qué no tienen luz?
El Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC-SJ) en su investigación “Genocidio por extractivismo del pueblo Tolupán” detallan una serie de proyectos destinados a comunidades indígenas que no fueron llevados a cabo. ERIC-SJ es un centro de investigación que se dedica sobre todo a abordar temas relacionados a los derechos humanos.
Por ejemplo, en julio del 2016, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobó el programa “Restauración ecológica, energía renovable, riego y agricultura protegida en las comunidades Lencas, Tolupán y Nahua. Uno de los objetivos era mejorar los medios de vida locales a través de energías alternativas y prácticas agrícolas sostenibles.
Otro proyecto fue el “Programa Nuestras Raíces” del Fondo Hondureño de Inversión Social, que tuvo un monto de 20 millones de dólares; también “Apoyo a las Poblaciones Indígenas de Honduras” de 3,5 millones de dólares.
Al menos 11,5 millones de dólares fueron destinados para el programa de Desarrollo Integral de los Pueblos Autóctonos. Además, estuvo el Programa Nacional de Educación para las etnias autóctonas y afroantillanas de Honduras, con 15 millones de dólares, y la donación de 100 mil dólares en 2016 por el gobierno de Taiwán para la tribu tolupán de Luquigüe, en el municipio de Yorito.
Sin embargo, la indígena Marta Gracia Ramos reclama que los tolupanes se encuentran desde hace décadas olvidados por los gobiernos de Honduras.
“Los pueblos no aceptamos los proyectos extractivos de las empresas, vemos con amor y agrado a nuestra madre naturaleza, por eso vivimos aislados de la sociedad y del gobierno, porque no aceptamos estas cosas”, manifiesta.
La líder tolupana expresa su pesar por la situación del pueblo tolupán, que vive en extrema pobreza, sin trabajo debido a las escasas cosechas y en un estado de aislamiento.
“Lo poco que se cosecha es para la alimentación y no tenemos dinero para poder traer luz eléctrica a nuestras comunidades”, detalla.