Brillos y sombras de la IA en la agricultura de América Latina

Empacadoras seleccionan dátiles en una planta del norte de México. El uso de inteligencia artificial en tareas manuales reduce tiempo de proceso, ahorra costos y mejora la selección del producto, pero recorta el empleo. Imagen: Cortesía de Ricardo Torres

MÉXICO – En el Valle de Mexicali, una franja agrícola en el norteño estado mexicano de Baja California, empacadoras de dátiles usan herramientas de inteligencia artificial (IA) para seleccionar la fruta que van a exportar a Canadá, Estados Unidos, Europa y Medio Oriente.

Mientras los dátiles pasan por la banda de selección, una costosa máquina toma cientos de fotografías para su procesamiento y el programa informático discrimina tamaño, peso y otras características. Así, las empresas empacadoras ahorran tiempo, reducen costos y aumentan la eficiencia, pero suprimen empleos, pues es una actividad que solía hacerse a mano y al ojo.

“Las diferencias de productividad son abismales. El secreto es que toma fotos, las analiza y decide qué hacer. Detecta incluso si el fruto viene contaminado por dentro y visualmente no se puede ver”, explicó a IPS el académico Ricardo Torres, de la pública Universidad Estatal de Sonora (UES), en un diálogo desde San Luis Río Colorado, en el norteño estado de Sonora.

El especialista ha trabajado aesorando a productores y empacadores de dátiles, además de otros rubros.

Gracias al avance, la clasificación manual mejoró 10 %, los costos por mano de obra bajaron casi 75 %, al requerir 15 trabajadores en vez de 60, y aminoró el tiempo de procesamiento, según el estudio de 2023 “Inteligencia artificial al servicio de los pequeños productores de dátil en México”, elaborado por investigadores de la pública Universidad Autónoma de Baja California y de la UES.

“Las diferencias de productividad son abismales. El secreto es que toma fotos, las analiza y decide qué hacer. Detecta incluso si el fruto viene contaminado por dentro y visualmente no se puede ver”: Ricardo Torres.

La historia de los dátiles refleja el terreno que ofrece la IA en un sector como el agrícola, aplicación aún novel en este país latinoamericano y que mezcla luces y sombras en momentos en que ese segmento sufre los embates de la crisis climática, como aumento de la temperatura, mayor presencia de plagas y sequía.

La IA es la capacidad de las máquinas para imitar las capacidades cognitivas humanas como el aprendizaje, el razonamiento y la resolución de problemas, mediante técnicas estadísticas y de aprendizaje automático para reconocer patrones en los conjuntos de datos.

En la agricultura sus usos abarcan aristas como nutrición de cultivos, sustitución de fertilizantes sintéticos, eficiencia hídrica, detección de plagas, selección de productos, predicción de patrones climáticos y de plagas, entre otras.

El antecedente procede de la llamada agricultura inteligente o 4.0, basada en la tecnología digital y el llamado internet de las cosas para satisfacer las necesidades de los cultivos, los agricultores y los consumidores con mayor precisión.

El internet de las cosas representa el conjunto de objetos físicos conectados a internet u otras redes que intercambian datos. Su dotación consiste en drones equipados con sensores, estaciones meteorológicas, mapas de suelo y un comparativo histórico satelital.

Pero el acceso a la tecnología y su costo amenaza con ampliar las brechas existentes entre grandes y medianos productores con los pequeños, que como en toda América Latina son mayoritarios en México, donde existen 4,2 millones de unidades de producción de medianos y pequeños productores y 64 000 de grandes cultivadores.

Las explotaciones de los pequeños agricultores son de menos de cinco hectáreas, pero generan 54 % de la producción alimentaria y 80 % del empleo en el sector, en un comportamiento muy similar al resto de los países latinoamericanos.

En México, en una realidad similar a la mayoría de los países latinoamericanos, los pequeños productores aportan la mitad de la producción agrícola y generan ocho de cada 10 empleos en el sector, pero carecen de financiamiento para acceder a nuevas herramientas tecnológicas y eso podría aumentar su brecha con las grandes explotaciones. Infografía: Inegi

Rezago

Sergio Alanís, cofundador y director general de la empresa Norman Agricultura Cognitiva, aprecia más beneficios que prejuicios en la incorporación de la IA a la agricultura, incluso para los pequeños productores.

“Estamos en los inicios de la IA. Lo que empezaremos a ver es una construcción muy especializada, incluido el agro. Hay una gran oportunidad para que el productor retome el control y comando de la agricultura, porque no lo tiene hoy. Está a merced del mercado, precios, vendedores de insumos, de semillas, y está quedándose con márgenes cada vez más apretados”, dijo a IPS desde Mérida, en el sudoriental estado de Yucatán.

La compañía, que asesoró la incorporación de la IA  en 5000 hectáreas en 2024 y aspira a llegar al millón este año, trabaja con cultivadores de frutos rojos, aguacate, cítricos y granos.

En América Latina, el despegue es lento, mientras los países tratan de acompasar su despegue con la regulación.

México está rezagado en este aspecto, en comparación con naciones como Brasil, Chile o Costa Rica, al carecer de legislación y de estrategia nacional. Existen al menos dos iniciativas de una Ley para la Regulación Ética de la Inteligencia Artificial presentadas en 2023 y 2024 pero sin haber prosperado.

De hecho, pese a ser la segunda economía regional, México se situó sexto lugar en el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial 2024, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el no gubernamental Centro Nacional de Inteligencia Artificial de Chile.

Por delante figuran Chile, Brasil, Uruguay, Argentina y Colombia.

“Estamos en los inicios de la IA. Lo que empezaremos a ver es una construcción muy especializada, incluido el agro. Hay una gran oportunidad para que el productor retome el control y comando de la agricultura, porque no lo tiene hoy. Está a merced del mercado, precios, vendedores de insumos, de semillas, y está quedándose con márgenes cada vez más apretados”: Sergio Alanís.

En 2024, Chile y Uruguay actualizaron sus estrategias nacionales con la IA, mientras Brasil estableció el Plan de Inteligencia Artificial.

Mundialmente, la imagen coincide, pues estos tres países aparecen en los primeros 50 del Índice de Preparación de la IA, elaborado por la consultora británica Oxford Insights.

Mientras, el ecosistema fluye. La consultora privada Brixton Ventures Lab, con su base en Ciudad de México y actividad regional, identificó 618 empresas que usaban IA en el sector agroalimentario en América Latina en 2024, sin incluir a Brasil, frente a 409 en 2023. Casi un tercio se localizaba en Argentina y una cuarta parte, en México.

Del total que usan IA, 192 trabajaban en salud y biotecnología, 184 en sistemas tecnológicos y 27 en maquinaria y robots para el campo.

Para la penetración de la IA en la agricultura regional, influye también el acceso a internet. En Brasil, casi ocho de cada 10 hogares tienen conexión fija a Internet, mientras en Chile, Argentina y Ecuador, siete. El promedio regional ronda 67 %, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

Mientras, la banda ancha móvil a través de teléfonos inteligentes es el principal medio de acceso a internet para los hogares de la región (más de 90 %), pero existen disparidades geográficas entre su uso en áreas urbanas y rurales. Brasil sufre de las brechas más altas.

Instalación de equipo de medición para la recopilación de datos en un campo de maíz en México. El cultivo del grano, de especial importancia alimenticia y cultural en este país latinoamericano, es susceptible para el uso de herramientas de inteligencia artificial para medir humedad del suelo, presencia de nutrientes y utilización de productos agrobiológicos. Imagen: Norman Agricultura Cognitiva

Inquietudes

Durante los debates sobre el sector de la agricultura en 2024 de la Alianza Global sobre Inteligencia Artificial (GPAI), a la que pertenecen Argentina, Brasil y México, surgieron preocupaciones sobre rentabilidad y productividad; equidad socioeconómica de los productores y prácticas de resiliencia climática.

La GPAI es una iniciativa internacional que agrupa a 29 países y la Unión Europea y cuyo trabajo se centra en el uso responsable de la IA, la gestión adecuada de datos, el futuro del trabajo e innovación y comercialización.

Entre las oportunidades detectaron el incremento de rendimientos y consumo menor de agua y fertilizantes; mejor toma de decisiones basada en pronósticos y mayor sostenibilidad ambiental por mejores prácticas.

Entre los retos figuran altos costos de aplicación, conectividad limitada en zonas rurales e inquietudes por seguridad digital y privacidad de los datos.

Ante las preocupaciones, el investigador Torres y el consultor Alanís plantearon que el gobierno federal de México debe apoyar a los pequeños productores mediante fomentos cooperativos, lo que serviría para otros países latinoamericanos.

“Si los pequeños productores se unieran como cooperativas, entonces el apoyo sería comunitario y el beneficio para el grupo. De otra forma, va a ser muy complicado”, señaló Torres.

Por su parte, Alanís consideró que “se podría crear un entorno económico muy grande, especialmente en el agro, porque el campo debería ser tema de seguridad nacional. Hay alta sensibilidad al tema”.

ED: EG

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