Talibanes agravan crisis de las mujeres afganas al prohibirles trabajar en ONG

La autora es una periodista afincada en Afganistán que se formó con apoyo finlandés antes de que los talibanes tomaran el poder. Su identidad se mantiene en reserva por razones de seguridad.

Desde que les vetaron la educación y ahora su trabajo en ONG, las mujeres y niñas afganas enfrentan severas restricciones y tienen pocas oportunidades de salir de sus hogares. Imagen: Learning Together

CHARIKAR, Afganistán – Las mujeres afganas atraviesan quizás su momento más difícil. Desde que los talibanes recuperaron el poder hace cuatro años, se han intensificado las restricciones impuestas a las mujeres y las niñas, empezando por la prohibición de la educación y el empleo remunerado.

El 24 de diciembre, los talibanes cerraron las pocas oportunidades de empleo que quedaban para las mujeres, cuando ordenaron a las organizaciones no gubernamentales (ONG) nacionales y extranjeras emplear mujeres.

Alegando el incumplimiento del códifo de vestimenta, bajo el argumento de que había mujeres que llevaban el hiyab islámico mal puesto. Ello supuso tener de inmediato totalmente vetado el trabajo en cualquier ONG, uno de los pocos reductos de trabajo que les quedaban.

El desempleo entre las mujeres aumenta con la misma frecuencia con la que se publican nuevos decretos que prohíben a las mujeres ocupar distintos puestos de trabajo.

Qari Dim Mohammad Hanif, ministro de Economía, advirtió a las ONG que se abstengan de violar el decreto que prohíbe contratar a mujeres. Cualquier infracción, alertó, conllevaría la suspensión de las actividades y la revocación de sus licencias.

El 28 de diciembre, su ministerio envió una carta, copia de la cual se dio a conocer a los medios de comunicación, y en la que se clamaba: «Se ordena a todas las organizaciones no gubernamentales que consideren estrictamente el decreto que prohíbe a las mujeres trabajar en ONG y tomen las medidas necesarias en consecuencia».

Antiguas empleadas de ONG califican las medidas de los talibanes de «discriminatorias, crueles e inhumanas». El alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volter Türk, también calificó el decreto talibán de profundamente preocupante y extremadamente discriminatorio.

Historias de pérdida y devastación

El impacto sobre las mujeres de estas últimas medidas ha sido devastador. Razmaa Sekandari, nombre ficticio de una mujer de 32 años, es una de las que los talibanes obligaron a dejar su trabajo en una ONG y a quedarse en casa.

«El jefe de nuestra oficina», dijo, «obligó a todas las empleadas a dimitir inmediatamente, diciendo que si no dimitían, la oficina se cerraría indefinidamente para todo el mundo». «No tuvimos más remedio que obedecer», añadió.

«Perdí la esperanza. No me quedaban fuerzas y no podía ni ponerme en pie», reconoció Razmaa.

Para peor, mientras las mujeres y sus colegas lloraban y se abrazaban, la voz del jefe de la oficina atronó con un tono duro: «Daos prisa, recoged vuestras cosas y marchaos».

«En una de las ONG extranjeras en las que trabajé, concedimos pequeños créditos de inversión a mujeres de la provincia de Parván. Eso permitió a algunas criar gallinas y a otras vacas. Obtuvieron algunos ingresos de los huevos y la leche, y produjeron yogur para ellas y sus familias», contó.

El fulminante despido dejó a Razmaa sin saber qué hacer.

Comparte un destino similar al de cientos de otras mujeres, algunas de las cuales ni siquiera tienen acceso a la información pública para enterarse del nuevo decreto talibán.

Como sus demás compañeras, han perdido toda esperanza y apenas pueden salir de casa.

«Pensaba que podría crear puestos de trabajo para las mujeres», dijo Razmaa, licenciada en economía por la Universidad de Parván, en el este del país y de la que es capital Charikar. «Pero no fue así», añadió

No le ha quedado más remedio que limitarse a atender tareas en su casa después de que los talibanes decretaran que ya no podía seguir en su trabajo.

«Somos cinco en la familia, mi madre está enferma y mi padre es anciano, ambos se quedan en casa sin ingresos», se lamentó.

Sobre los demás miembros de la familia, Razmaa dice que su hermano es estudiante de primer año de derecho. La mujer de su hermano cursaba estudios secundarios,  cuando los talibanes prohibieron que las mujeres siguieran estudiando.

«En otras palabras, todos estamos en paro. Yo era la única de la familia que obtenía ingresos de mi trabajo, pero los talibanes, sin culpa nuestra, nos los arrebataron. No sabemos qué hacer», suspiró angustiada.

Un futuro sombrío para las ONG y las mujeres

Para Asad Wali, (nombre ficticio) directora de una ONG extranjera en la provincia de Parván, el decreto talibán fue una sorpresa.

«Trabajábamos en secreto desde hacía dos años», explicó Wali. «Cada vez que nuestras empleadas realizaban visitas sobre el terreno, se enfrentaban a graves problemas, como los interrogatorios de los talibanes por no viajar acompañadas de un mahram (tutor masculino)», añadió.

A pesar de esos crecientes problemas, las mujeres atravesaban los puestos de control talibanes con diversos pretextos, y se alegraban de que, al menos, seguían conservando sus puestos de trabajo.

Wali narró con tristeza su historia: «A finales de 2024, el proyecto en el que participaban las mujeres terminó. Conseguimos un nuevo donante. La propuesta y todos los documentos estaban listos».

«Al día siguiente, fuimos al Departamento del Ministerio de Economía en la provincia de Parván, y nos dijeron directamente que, debido al nuevo decreto talibán, las actividades de las mujeres habían quedado completamente prohibidas», detalló.

Puede leer aquí la veersión en inglés de este artículo.

Poner fin a las actividades de las organizaciones no gubernamentales extranjeras y nacionales en Afganistán no hará sino empeorar las ya de por sí extenuantes condiciones de vida de las mujeres.

Estas organizaciones desempeñan un papel fundamental en la satisfacción de las necesidades básicas de la población y en el apoyo a las infraestructuras del país.

En ausencia de ellas, las mujeres sufrirían graves consecuencias porque las ONG son la principal fuente de servicios sociales, económicos y sanitarios cruciales.

Sin ellas, cuentan las mujeres que por la medida se quedaron desempleadas, la pobreza que conduce a los matrimonios forzados aumentaría entre las mujeres.

Todas las actividades que proporcionaban las ONG, como capacitación, formación profesional y agricultura en pequeñas explotaciones, que mejoraban la vida de las mujeres, ahora se las están quitando.

Con el aumento del desempleo y la pobreza, la mayoría de las familias afganas se preparan para un invierno sombrío.

T: MF / ED: EG

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