CARACAS – El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, asumió este viernes 10 su tercer mandato sexenal consecutivo, bajo la presión de un extenso desconocimiento internacional y la denuncia de la oposición de que trata de consumar “un golpe de Estado”.
“Juro que este nuevo período presidencial será el de la paz, la prosperidad, la igualdad y la nueva democracia», prometió el gobernante de 62 años ante el presidente de la Asamblea Nacional legislativa, Jorge Rodríguez, y presentes autoridades de otros poderes públicos, todos en manos del oficialismo.
La oposición, y los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, y gran parte de los de América Latina y Europa, sostienen que ha debido juramentarse el opositor Edmundo González, a quien consideran vencedor en la elección presidencial del 28 de julio del año pasado.
El poder electoral proclamó a Maduro vencedor con 53 % de votos frente a 43 % de González, aunque sin mostrar los resultados de los centros de voto, mientras que la oposición exhibe 85 % de las actas para asegurar que el ganador fue González con 67 % de sufragios frente a 30 % de actual gobernante.
Mientras Maduro juraba su cargo, Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron nuevas sanciones -principalmente prohibición de visados y veda de transacciones financieras- contra la cúpula civil y militar que gobierna Venezuela.
Washington ofreció recompensas de 25 millones de dólares por información que conduzca a la captura y condena de Maduro y del ministro de Interiores, Diosdado Cabello, de 15 millones por el general Vladimir Padrino, ministro de Defensa, y con sus sanciones alcanzó también al jefe de la industria petrolera, Rafael Tellechea.
La jornada estuvo precedida por días de tensión al arreciar la represión con la detención de políticos opositores y activistas de derechos humanos, y en la víspera miles de personas salieron a las calles a reclamar de nuevo el triunfo de González.
En la manifestación en Caracas con ese fin apareció súbitamente, desde la clandestinidad, la principal líder de la oposición, María Corina Machado, quien luego fue violentamente interceptada y brevemente detenida por fuerzas de seguridad, aunque después se difundió un mensaje indicando que estaba libre y a salvo.
Por su parte, González, exiliado en España desde septiembre, viajó durante la semana por América y se reunió con los presidentes de Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Panamá y República Dominicana, donde se encuentra actualmente.
González había anunciado su decisión de venir a Venezuela reclamar su investidura como presidente legítimo, y varios ex mandatarios de la región se ofrecieron a acompañarle, agregando más tensión al acontecimiento venezolano.
En Caracas, en medio de compras nerviosas de alimentos y combustibles por parte de la población, el gobierno aseguró una fuerte presencia policial, militar y de colectivos (grupos parapoliciales) en el centro de la ciudad y adelantó en varias horas la juramentación de Maduro, mientras Caracas se mantuvo con poca actividad.
El gobernante presentó su investidura como un desafío “al imperialismo y a la derecha fascista internacional”, por el marcado repudio a su investidura de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y gobiernos de América Latina que van desde el derechista de Argentina hasta el izquierdista de Chile.
Reivindicó la presencia en el acto, en el capitolio local, de representantes de más de 120 países, entre ellos los presidentes Miguel Díaz-Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, y autoridades de los parlamentos de China y Rusia.
Los gobiernos de Brasil, Colombia y México, aunque no reconocen el resultado de la elección de julio, enviaron embajadores al acto de investidura.
Maduro anunció que propondrá una reforma constitucional para actualizar el texto que impulsó su mentor y predecesor Hugo Chávez (1999-2013) a fin de impulsar “una nueva sociedad y hacer cambios necesarios, por ejemplo para enfrentar las nuevas tecnologías que con las redes sociales y la cultura basura imponen el caos”.
En el sexenio que inicia ofreció aumentar la atención al desarrollo de las ciudades, garantizar la seguridad y defensa del país, las “misiones” (programas sociales extras en materia de alimentación, vivienda o salud) e incrementar el poder de las bases populares.
También dijo que trabajará por “una Venezuela más verde” -la destrucción de los bosques del sur por la actividad minera y maderera es una constante denuncia de entes ambientalistas- y apoyar el multilateralismo encarnado en el grupo Brics (desarrollado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Su discurso careció de menciones al éxodo de unos ocho millones de sus compatriotas -en este país de 28 millones de habitantes- debido a la crisis política, económica y humanitaria que ha marcado el período que ha gobernado desde 2013.
Los grupos de oposición nucleados en la Plataforma Democrática -y que tuvieron a González como candidato- insistieron en una declaración en que con la investidura de Maduro se completa el robo de la elección y un golpe de Estado, por lo que el país entraría en “una nueva fase de lucha”.
En un nuevo mensaje grabado en vídeo y transmitido por redes sociales desde la clandestinidad, Machado también insistió en que “Maduro consolida hoy un nuevo golpe de Estado. Cruza la raya roja al violar la Constitución, flanqueado por los dictadores de Cuba y Nicaragua. Eso lo dice todo”.
“Todos sabemos que a partir de hoy arreciará la presión internacional, para hacerle entender al régimen que esto se acabó. Edmundo (González) vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente cuando las condiciones sean adecuadas. No es conveniente que el día de hoy ingrese al país”, concluyó Machado.
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