Filme contundente contra dictadura conmueve a Brasil y disputa los Óscar

La familia Paiva y amigos en la playa de Leblon de Río de Janeiro, en una escena de la película “Aún estoy aquí”, antes de la tragedia de la desaparición del padre, Rubens Paiva, detenido, torturado y muerto por militares por sospecha de vínculos con la guerrilla contra la dictadura de Brasil, en enero de 1971. Imagen: Cortesía de Valentina Herszage

RÍO DE JANEIRO – La película “Aún estoy aquí” sacudió Brasil de dos formas, al revivir la violencia de la dictadura militar que ensombreció el país entre 1964 y 1985 y alimentar las esperanzas de ganar más de un Óscar, el deseado premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos.

La taquilla nacional de más de 3,8 millones de espectadores, desde su estreno en noviembre, resulta sorprendente para una obra que hurga en cicatrices políticas en tiempos de reducida concurrencia a las salas de cine, tiende a crecer con los premios ya conquistados y más aún si gana un Óscar en su 97 edición del 2 de marzo.

Las nominaciones para mejor película en general, mejor película extranjera y mejor actriz para la protagonista Fernanda Torres, anunciadas el 23 de enero, ya son celebradas como un triunfo del cine nacional y entusiasmaron a los brasileños, carentes de un motivo internacional de orgullo.

“Mi impresión es que el filme habla del pasado, pero también habla mucho del tiempo actual, de ese malestar civilizacional que vivimos”, observó Jessie Jane Vieira, historiadora y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro, para explicar el gran éxito.

“Mi impresión es que el filme habla del pasado, pero también habla mucho del tiempo actual, de ese malestar civilizacional que vivimos”: Jessie Jane Vieira.

La dictadura acabo hace 40 años, pero la memoria de su represión se reavivó durante el gobierno del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, de 2020 a 2022, y sus intentos de golpe de Estado a fines de 2022 y en enero de 2023.

“De alguna forma las personas están sintiendo en el aire un movimiento regresivo en el mundo, no solo en Brasil”, señaló a IPS Vieira, que dirigió el Archivo Público de Río de Janeiro entre 1999 y 2002, donde están muchos documentos de la época dictatorial.

De hecho, el estreno el 7 de noviembre debió sortear intentos infructuosos de boicotearlo por parte de grupos extremistas de derecha.

Fernanda Torres, al ganar el Globo de Oro, como mejor actriz, el 5 de enero, por su representación de la viuda Eunice Paiva en la cinta brasileña “Aún estoy aquí”, con tres nominaciones a los premios Óscar de mejor película, mejor película extranjera y mejor actriz. Imagen: Golden Globes / Fotos Públicas

Pesadilla real

Además el impacto de la película obedece a que cuenta la historia de “una familia burguesa que repentinamente se sumerge en la tragedia, hay ese aspecto emocional que toca las personas”, acotó en entrevista a IPS la historiadora que estuvo presa entre 1970 y 1979, por actuar en la resistencia a la dictadura.

“Aún estoy aquí” cuenta la pesadilla vivida por Eunice Paiva y sus cinco hijos pequeños, tras la detención y muerte bajo torturas de su marido Rubens Paiva, un ingeniero y exdiputado del Partido Laborista Brasileño, en enero de 1971, dentro de un cuartel militar de Río de Janeiro.

Los militares nunca reconocieron su asesinato. Se trata de uno de los 210 desaparecidos políticos y cuyos cuerpos nunca fueron localizados, según la Comisión Nacional de la Verdad, que de 2011 a 2014 elaboró un informe sobre las víctimas de la dictadura.

La viuda solo obtuvo un certificado de su fallecimiento 25 años después, producto de un movimiento de los familiares de los desaparecidos y activistas de derechos humanos. Pero el documento no informaba la causa de la muerte, solo registraba tratarse de un desaparecido político.

Solo ahora, a comienzos de 2025, una resolución del Consejo Nacional de Justicia permitió corregir el certificado para constar que la muerte “no natural, violenta, causada por el Estado brasileño”. Eunice Paiva ya no pudo celebrarlo, murió en 2018, a los 89 años, los 15 últimos enferma de alzheimer.

Al conocer que su madre perdía la memoria, el hijo Marcelo Rubens Paiva, escritor ya consagrado, decidió escribir su biografía, publicada en 2015 con el mismo título de “Aún estoy aquí”, en la que se basó el largometraje.

Mas allá de la dimensión política

Más que la dimensión política, la clave del éxito de la película es que trata de la resistencia de una mujer, de la vida familiar y de representantes de la élite como víctimas, según otro historiador, Daniel Aarão Reis, profesor de la Universidad Federal Fluminense.

“No hay héroes ni violencia explícita, sino la cotidianidad de una familia impactada por la violencia de la dictadura, violencia simbólica desnuda y cruda, pero exhibida con elegancia”, apuntó Reis a IPS como una de las seis razones de la gran audiencia.

Además la víctima principal es un inocente o por lo menos alguien “que no merecía” lo que sufrió, ante las escasas evidencias de que tenía vínculos con la oposición armada a los militares. El “punto fuerte es que la dictadura, con su violencia bruta, se contrasta con la dignidad y fuerza de resistencia de una mujer”.

A eso se suma que el torturado y desaparecido “pertenece indudablemente a las clases dominantes, un ingeniero y empresario rico, lo que provoca un choque. Fuesen pobres o estudiantes rebeldes o revolucionarios armado el escándalo no sería tan grande”, porque la represión violenta contra estos últimos es “naturalizada”, sostuvo Reis.

Los premios internacionales que el “pueblo brasileño provinciano” admira y la fuerte publicidad del filme por sus productores y distribuidores completan el empuje a la popularidad del filme, acotó.

Pero el historiador reconoce que Brasil vive un renovado interés por los hechos de la dictadura, que también demuestra la gran cantidad de seminarios en que participó a lo largo del país en 2024, cuando se recordaron los 60 años del golpe militar que instaló el régimen autoritario que duró 21 años.

Maitê Leão, de 12 años, asistió con angustia a la violencia de la dictadura militar en la película «Aún estoy aquí» sobre la historia real de una familia sumida en la incertidumbre, sin informaciones sobre el destino del padre detenido por los militares y que luego se supo que fue torturado y desaparecido. Ella fue parte de los casi cuatro millones de espectadores de todas las edades que han visto la película. Imagen: Cortesía de Carlão Pereira

Interés de los jóvenes

“Concurrió mucha gente y la mayoría de jóvenes”, una sorpresa para Reis que esperaba una audiencia de “viejitos”.

La película está atrayendo espectadores variados, incluidos muchos jóvenes.

Maitê Leão, de 12 años, estudiante del séptimo año de la enseñanza básica en Brasilia, consideró “interesante y emocionante” conocer hechos de una época que no vivió y de la cual tiene poca información. Vio la cinta junto con su abuelo, un exsindicalista, en Belo Horizonte, capital del estado meridional de Minas Gerais,

La impresionó la “angustia e incertidumbre” que vivió la familia Paiva, sin conocer el destino del padre, la madre aislada en la cárcel por 12 días también sin informaciones de la hija de 15 años detenida el mismo día, dijo la niña a IPS, por teléfono desde Ibiá, ciudad de 22 000 habitantes donde disfruta sus vacaciones escolares con la abuela.

Una violencia que la impactó también fue el atropello del perro de la familia, que  no queda claro si se trató de un accidente o un acto de intimidación de los militares que vigilaban la residencia de los Paiva, apuntó la niña, interesada en la cinta también debido a su sueño de ser actriz.


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Fernanda Torres, la protagonista en el papel de Eunice Paiva, ganó ya el Globo de Oro, premio de la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood, el 5 de enero.

“El filme volvió a despertar a muchos jóvenes que conozco sobre los males de la dictadura y la necesidad de la democracia”, contó Pedro Calderán, estudiante de 23 años que está por graduarse en producción audiovisual, en lo que ya trabaja profesionalmente.

Como puntos fuertes apuntó “el personaje de Eunice Paiva que descubre su fuerza de vida y el brío, ante la crueldad y cobardía de los represores”, y el relieve dado al “vacío que la desaparición política impone a las familias y que permanece hasta hoy”.

La fórmula del éxito cinematográfico y de audiencia, resaltante en “Aún estoy aquí”, es similar a la de otros filmes sobre dictaduras del Cono Sur latinoamericano que también tuvieron fuerte impacto en la opinión pública y en la disputa de premios internacionales, destacó el periodista Carlos Müller a IPS por teléfono desde Brasilia.

Se trata de “Missing” (Desaparecido), dirigido por el griego Konstantinos Gravas, que firma Costa-Gravas, que ganó el Óscar de mejor guión adaptado en 1983, y “La historia oficial”, del argentino Luis Puenzo, premiado con el Óscar de mejor película extranjera en 1986.

El primero cuenta la odisea de un ciudadano estadounidense en la busca del hijo desaparecido en Chile tras el golpe del general Augusto Pinochet en 1973, y el segundo se centra en una profesora de Buenos Aires que investiga si su hija adoptiva es una de las secuestradas y huérfanas de opositores asesinados por los militares en la dictadura argentina (1976-1983).

ED: EG

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