NACIONES UNIDAS – Antes de que el acuerdo de alto el fuego en tres fases, propuesto desde Washington en los días previos al cambio de presidente en la Casa Blanca, silenciara las bombas y los drones sobre Gaza y permitiera que la ayuda humanitaria fluyera hacia la franja, existió una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que obligaba a Israel a permitirla .
Adoptada el 22 de diciembre de 2023 y presentada por los Emiratos Árabes Unidos, la Resolución 2720 se creó para agilizar y acelerar la entrega y distribución de la tan necesaria ayuda humanitaria a la población civil de Gaza.
Sin embargo, los críticos de la resolución afirman que la falta de voluntad política y cooperación por parte del gobierno israelí y de la Cogat, el brazo de ayuda del ejército israelí, paralizó la aplicación del mandato de la resolución, prolongando innecesariamente el sufrimiento de los civiles palestinos en el maltrecho y ensangrentado enclave.
La Cogat (sigla en inglés de Coordinación de las Actividades Gubernamentales en los Territorios) ha sido identificado por los organismos de la ONU y las organizaciones de ayuda sobre el terreno en Gaza como el principal obstáculo para la entrega y distribución de la ayuda hacia su martirizada población.
La Cogat no respondió a una solicitud de comentarios efectuada por IPS.
La resolución también encargó al secretario general de la ONU, António Guterres, que nombrara a un coordinador superior de asuntos humanitarios y reconstrucción para acelerar su mandato y «establecer un mecanismo de la ONU para acelerar la prestación de ayuda humanitaria».
Para esa función se eligió a la neerlandesa Sigrid Kaag, quien comenzó oficialmente su trabajo el 8 de enero de 2024.
«Hay miles de camiones (con ayuda humanitaria) intentando ingresar y fracasando» dentro de Gaza, dijo Lana Nusseibeh, embajadora de los Emiratos Árabes Unidos ante la ONU, en sus declaraciones al Consejo antes de la votación en diciembre de 2023.
«A menos que tomemos medidas drásticas, habrá hambruna en Gaza», dijo. La situación de los palestinos, añadió, es «desesperada» e «insoportable», ilustró la diplomática emiratí.
En nombre de la autodefensa y la seguridad, el representante permanente adjunto de Israel ante la ONU, Jonathan Miller, advirtió a los miembros del Consejo después de que se adoptara la resolución 2720 que Israel «no cambiará» su enfoque respecto a la entrega y distribución de ayuda.
En marcado contraste con la advertencia de Nusseibeh sobre una hambruna inminente en la franja, Miller dijo: «Cientos de camiones cargados de ayuda entran en Gaza todos los días… el único obstáculo para la entrada de ayuda es la capacidad de la ONU para aceptarla».
Pero Kaag rebatió la afirmación de Miller en su primera sesión informativa pública ante el Consejo de Seguridad el 24 de abril de 2024 (tras la realizada a puerta cerrada el 30 de enero), que siguió a un ataque aéreo israelí contra un convoy de ayuda de la organización World Central Kitchen (WCK) en Gaza, que había matado a siete trabajadores humanitarios el 1 de abril.
Ya inmediatamente después de ese ataque a WCK, los líderes de más alto nivel de la ONU habían resaltado la grave situación humanitaria en Gaza. Guterres describió la situación humanitaria como «espantosa». Y Martin Griffiths, exjefe de ayuda de la ONU, dijo al Consejo de Seguridad que «proporcionar ayuda humanitaria en Gaza es casi imposible».
Jeremy Konyndyk, presidente de Refugees International, criticó a Israel en una entrevista por televisión, por «bloquear activamente a los grupos humanitarios» para que no puedan entrar en el norte y el sur de Gaza.
«Lo que necesitamos es que se abran los pasos fronterizos», dijo Konyndyk. «Necesitamos que Israel haga mucho más para facilitar la acción humanitaria», urgió.
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Mientras tanto, el «trágico» e involuntario ataque militar de la WCK —según dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un video- suscitó multitud de condenas y críticas de la comunidad internacional.
El ataque obligó a Netanyahu, tras una llamada con Biden, a comprometerse a mejorar el enfoque de Israel sobre la ayuda humanitaria en Gaza, como señaló Kaag en sus declaraciones del 24 de abril.
Algunas de estas medidas incluían un aumento del volumen de ayuda que entraba en Gaza, la apertura temporal del paso fronterizo de Erez y la apertura del puerto de Ashdod para los bienes humanitarios.
«Todavía queda mucho trabajo por hacer», dijo Kaag a los periodistas después de la reunión del consejo. Añadió que su mandato «requiere la plena cooperación de las autoridades israelíes».
Pero tres meses después del ataque militar a WCK y cuando acababa de regresar de un viaje a Gaza, Kaag describió la situación a los periodistas en la sede de la ONU en Nueva York desde Ammán, como «absolutamente catastrófica» y el nivel de destrucción como «casi incomprensible».
Cuando Kaag regresó a Nueva York para informar al Consejo el 16 de septiembre, su evaluación fue aún más sombría.
«Las operaciones humanitarias eficaces requieren la calidad, la cantidad y una amplia gama de bienes adecuados para satisfacer las necesidades diarias de los civiles en Gaza. Ese objetivo no se está cumpliendo», dijo.
Añadió que el quebrantamiento de la ley y el orden y el saqueo de suministros «son obstáculos adicionales importantes para las operaciones de la ONU en Gaza».
«Las condiciones de trabajo de los trabajadores humanitarios incluyen denegaciones, retrasos, falta de seguridad y protección y una infraestructura logística deficiente. Esto sigue obstaculizando las operaciones de socorro», siguió describiendo.
Contrariamente su información, Danny Danon, embajador israelí ante la ONU, describió ante el Consejo los esfuerzos humanitarios de Israel como «sin precedentes» para un país que se vio obligado a ir a la guerra.
«Hemos ido más allá de nuestras obligaciones, con el objetivo de mejorar el bienestar de una población civil atrapada en el territorio enemigo», aseguró.
Menos de un mes después, el 6 de octubre de 2024, el ejército israelí sitió el norte de Gaza, complicando el mandato de la Resolución 2720 al prohibir la entrega de ayuda, incluidos alimentos y otros suministros esenciales, y atrapando a más de 65 000 palestinos.
«Nos hemos estado matando colectivamente para establecer sistemas, negociar, conseguir artículos de doble uso, ayudar a los niños sordos, conseguirles audífonos… hemos establecido los sistemas, los equipos, el mecanismo, la base de datos, hemos organizado a los proveedores», dijo Kaag a los periodistas en Nueva York el 10 de diciembre de 2024.
Pero, añadió, la falta de voluntad política no ha cambiado y no se puede «pedir r a los humanitarios que hagan más».
El 17 de enero de 2025, la oficina de prensa de la ONU anunció el nombramiento temporal de Kaag como coordinadora especial para el proceso de paz en Medio Oriente. Según el comunicado, su nuevo cargo «será simultáneo» a su actual mandato como coordinadora principal de asuntos humanitarios y reconstrucción de Gaza.
Mientras Kaag trabajaba para implementar su mandato de aumentar y agilizar la ayuda en la Franja de Gaza, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el máximo órgano judicial de las Naciones Unidas, ordenó a Israel el 26 de enero que tomara medidas para prevenir el genocidio en Gaza.
Ello debía incluir, determinó la CIJ, la adopción de todas las medidas a su alcance para proporcionar un acceso adecuado a alimentos, agua, combustible, refugio y suministros médicos a los civiles en Gaza.
La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) publicó informes sobre la inminente hambruna en Gaza. Human Rights Watch (HRW) publicó un informe que detallaba cómo las autoridades israelíes han «obstruido deliberadamente el acceso de los palestinos a la cantidad adecuada de agua necesaria para sobrevivir».
Amnistía Internacional publicó un informe el 5 de diciembre de 2024, en el que concluía que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza al «no facilitar un acceso significativo dentro de Gaza para que otros, en particular las organizaciones humanitarias, puedan prestar servicios esenciales y suministrar suministros vitales».
Antes, el 21 de noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió órdenes de arresto contra el primer ministro Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de lesa humanidad y «el crimen de guerra de matar de hambre como método de guerra».
Además, una reciente investigación de ProPublica reveló que dos agencias humanitarias del gobierno de Estados Unidos habían concluido la primavera pasada que «Israel había bloqueado deliberadamente las entregas de alimentos y medicinas en Gaza». La investigación afirma que el ya estadounidense exsecretario de Estado, Antony Blinken, rechazó las conclusiones de la agencia.
A pesar de los múltiples intentos de IPS por entrevistar a diversas organizaciones de ayuda humanitaria sobre la aplicación de la Resolución 2720 y su impacto sobre el terreno en Gaza, algunas, debido a la sensibilidad del tema, se negaron a hablar oficialmente.
Las preguntas incluyían la opinión sobre si Kaag ha ejecutado eficazmente su mandato en curso y si Israel desempeñó un papel principalmente obstructivo en el proceso.
Sin embargo, un portavoz de Islamic Relief sí proporcionó a IPS una declaración por correo electrónico.
«La Resolución 2720 de la ONU no cumplió con su mandato de conseguir más ayuda humanitaria para la población de Gaza. Debería haber dado lugar a un aumento masivo de la ayuda, pero en cambio la cantidad de ayuda que llega a Gaza disminuyó aún más», dijo.
Destacó que «Israel ha seguido utilizando el hambre y la denegación de ayuda como arma de guerra, violando el derecho internacional y las resoluciones de la ONU con total impunidad».
Una serie de informes instantáneos sobre el acceso humanitario publicados por un grupo de organizaciones humanitarias internacionales que operan en Gaza también proporcionan información sobre los desafíos a los que se enfrentan los trabajadores humanitarios a pesar de lo que la Resolución 2020 del Consejo de Seguridad ha intentado lograr.
Estos incluyen, según los instantáneos disponibles, denegaciones y retrasos en la entrega de alimentos, suministros médicos y de construcción, desplazamiento forzado de personal humanitario y múltiples incidentes del ejército israelí que atacan zonas cercanas a los lugares de distribución de ayuda.
Habían pasado 15 meses de guerra sobre Gaza, cuando el presidente saliente Joe Biden, junto con el electo Donald Trump, anunció un acuerdo de alto el fuego en tres fases entre Israel y Hamás, la milicia islamista que atacó Israel el 7 de octubre de 2023.
La primera fase del acuerdo, que comenzó el 19 de enero, el último día de Biden en la Casa Blanca, exigía un aumento de la ayuda humanitaria a Gaza.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha) ha informado de que, a través de «interacciones con las autoridades israelíes y los garantes del acuerdo de alto el fuego», 915 camiones de ayuda cruzaron la Franja de Gaza el lunes 20 de enero y 897 entraron al día siguiente.
La OCHA estima que una media diaria de 76 camiones que transportaban ayuda humanitaria entraron en Gaza en diciembre de 2024. Actualmente, el flujo de ayuda a Gaza y otros suministros críticos continúa mientras el alto el fuego parece mantenerse y la ayuda humanitaria se mantiene diaria.
Aun así, el aumento de camiones que entran en Gaza, notablemente más de los 600 diarios estipulados en el acuerdo de alto el fuego, hace que algunos se pregunten por qué la ayuda se ha visto tan gravemente obstruida durante los últimos 15 meses.
«Se puede argumentar que era más difícil entregar suministros durante la campaña militar de Israel que durante un alto el fuego», dijo Mouin Rabbani, miembro no residente del Centro de Estudios sobre Conflictos y Asuntos Humanitarios.
Sin embargo, añadió que el repentino aumento de la ayuda «evidencia que hubo una decisión, una política para matar de hambre a la Franja de Gaza».
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