La escasez de agua azota a las ciudades de Zimbabue 

La crisis hídrica se ha agudizado en todas las ciudades de Zimbabue mientras el país lucha por superar el impacto de la sequía atribuida al fenómeno de El Niño. Imagen: Jeffrey Moyo / IPS

BULAWAYO, Zimbabue – En un pozo no lejos de la escuela secundaria Mpopoma, en Bulawayo, la segunda ciudad más grande de Zimbabue, Sakhile Mulawuzi, de 48 años, equilibra un cubo blanco de 25 litros de agua sobre su cabeza mientras sostiene otro  azul de 10 litros lleno de agua.

Camina con ellos por un estrecho sendero hacia su casa en Mpopoma, una de las zonas más densamente pobladas de la zona, mientras habla con IPS sobre sus penurias hídricas cotidianas.

Del mismo modo, en Masvingo, la ciudad más antigua de Zimbabue, Ruramai Chinoda, de 30 años, está en casa de su vecina en el suburbio también densamente poblado de Rujeko, donde toma agua de un grifo, gracias a que su vecino tiene un pozo y comparte el recurso con con la comunidad.

A casi 300 kilómetros al norte de Masvingo, Nevias Chaurura, de 43 años, carretillero en el suburbio de Mabvuku, en Harare, la capital de Zimbabue, se esfuerza con una carga de ocho cubos de 20 litros. Los reparte de puerta en puerta por un precio mínimo, cuando muchos habitantes de la ciudad luchan por encontrar agua.

La agudización de la escasez de agua se debe a la falta de planificación y a la sequía provocada por El Niño.

Los residentes esperaban un cambio en las condiciones meteorológicas desde mayo, cuando acabó el fenómeno.

Pero un informe publicado este miércoles 11 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sugiere que, aunque el patrón climático de enfriamiento de La Niña podría desarrollarse en los próximos tres meses, se espera que en esta ocasión sea relativamente débil y de corta duración.

Las últimas previsiones de los Centros Mundiales de Elaboración de Previsiones a Largo Plazo de la OMM indican una probabilidad de 55 % de que se produzca una transición de las condiciones neutras actuales (ni El Niño ni La Niña) a las condiciones de La Niña entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, explica la OMM.

El retorno de las condiciones neutrales de El Niño Oscilación del Sur (Enos, en inglés)  se espera entonces para el periodo febrero-abril de 2025, con una probabilidad de 55 %.

Estimaciones de los fenómenos El Niño / La Niña en el periodo diciembre 2024 y febrero de 2025. Infografía: OMM

El Enos es un patrón climático originado en las aguas del océano Pacífico ecuatorial con dos fases opuestas: El Niño, cuando se produce el calentamiento de las aguas, y La Niña, cuando las aguas se enfrían, a las que se suma una tercera, cuando la oscilación de las aguas es neutral.

Los dos  fenómenos producen además de las alteraciones opuestas en las temperaturas, cambios en la circulación atmósferica tropical, llegando a provocar sequías o inundaciones.

«Los fenómenos climáticos que se producen de forma natural, como La Niña y El Niño, tienen lugar en el contexto más amplio del cambio climático inducido por el hombre, que está aumentando las temperaturas mundiales, exacerbando los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos y repercutiendo en los regímenes estacionales de precipitaciones y temperaturas», advierte la OMM.

La secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, dijo que 2024, que comenzó con El Niño o, va camino de ser el año más caluroso jamás registrado.

«Incluso si se produce un fenómeno de La Niña, su efecto de enfriamiento a corto plazo será insuficiente para contrarrestar el efecto de calentamiento de los gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera», anticipó Saulo.

Durante la ausencia de las condiciones de los dos fenómenos, como ha sucedido este año desde mayo, «hemos sido testigos de una extraordinaria serie de fenómenos meteorológicos extremos, incluidas lluvias e inundaciones récord, que desgraciadamente se han convertido en la nueva norma de nuestro clima cambiante», recordó.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Zimbabue, un país de África del sur sin litoral y con más de 16 millones de habitantes, es uno de los seis países que han declarado el estado de emergencia por la sequía inducida por El Niño, que ha provocado las precipitaciones más bajas de los últimos 40 años.

El fenómeno meteorológico también provocó lluvias intensas en otras regiones de África y de otros continentes.

«Estas graves perturbaciones meteorológicas han provocado el desplazamiento de miles de personas, brotes de enfermedades, escasez de alimentos, escasez de agua e importantes repercusiones en la agricultura», según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (Ocha).

Los habitantes de Zimbabue achacan la escasez de agua tanto a las condiciones meteorológicas como a una mala planificación de los gobiernos nacional y regionales.

Mulawuzi dijo que lleva casi dos décadas conviviendo con la crisis hídrica en la segunda ciudad más grande del país y que, como residentes, les ha tocado aprender a vivir con el desafío de la escasez del recurso y a ignorar las promesas de los políticos de acabar con la perenne falta de agua en Bulawayo a lo largo de los años.

En cada campaña electoral, los políticos del partido gobernante, el Frente Patriótico de la Unión Nacional Africana de Zimbabue (Zanu-PF), han prometido acabar con los problemas de agua de Bulawayo trabajando en el proyecto de canalización del río Zambeze, destinado a poner fin a los problemas hídricos de la ciudad.

Sin embargo, desde que el regimen colonial del país trazó el plan hace más de un siglo, el proyecto no se ha llevado a cabo.

Ese gobierno colonial, que se expandió de 1890 a 1980, propuso por primera vez en 1912 una tubería de 450 kilómetros para llevar agua del Zambeze a Bulawayo.

Entonces, como ahora, el Proyecto Hidráulico Matabeleland Zambezi (MZWP) pretendía solucionar la escasez crónica de agua en la región y fomentar el crecimiento socioeconómico.

Ahora, los habitantes de Bulawayo sedientos de agua, como Mulawuzi, se ven obligados a soportar el acelerado racionamiento de agua que azota la ciudad, que a veces dura casi una semana.

«Mientras no haya agua corriente en nuestros grifos, no tengo otra opción que recorrer algunos pozos en busca de agua para mi familia», dice Mulawuzi, madre de cuatro hijos.

Cuando los residentes de Bulawayo, como Mulawuzi, tienen suerte de tener acceso al agua, si viven en suburbios muy densificados están limitados a 350 litros de agua al día, mientras antes el racionamiento era de 450 litros.

En las zonas de baja densidad de Bulawayo, los residentes acomodados solo pueden disponer de 550 litros, frente a los 650 litros que les suministraba el ayuntamiento antes de incrementarse el racionamiento.

También en Harare, situada 440 kilómetros al norte de Bulawayo, la vida se ha convertido en un juego de azar para muchos residentes, como Chaurura, que ha transformado la sequía en una empresa para ganar dinero.

«La gente no tiene agua en sus casas, así que ideé un plan para obtenerla de pozos y perforaciones alejados de los residentes y vendérsela. Recibo un dólar por cada 40 litros de agua que vendo y me aseguro de estar ocupado todo el día», dice Chaurura a IPS.

La sequía provocada por El Niño ha hecho que los principales lagos y presas que suministran agua a las zonas urbanas se agoten en todo Zimbabue, desencadenando una agudización de la crisis hídrica en pueblos y ciudades.

Según la Autoridad Nacional del Agua de Zimbabue, la mayoría de los embalses que suministran agua a Bulawayo están peligrosamente bajos: el Inyakuni está a 9 % de su capacidad, el Insiza a 36,5 %, el Bajo Ncema a 5,9 % y el Alto Ncema a 1,7 %.

Actualmente, la capital está sometida a un programa de recorte de agua de 120 horas debido a la reducción de los caudales de la temporada de lluvias 2023/2024.

En Harare, donde muchos como Chaurura prosperan sacando provecho de la crisis, los residentes urbanos se desplazan habitualmente cargados con cubos en busca de agua. Forman largas y tortuosas filas en los escasos puntos de agua establecidos por algunos  samaritanos.

Otros, como Jimson Beta, de 37 años, que trabaja en el Distrito Central de Negocios, donde arregla teléfonos móviles, cargan ahora con recipientes vacíos de cinco litros para ir a trabajar.

«Después del trabajo, siempre voy a por agua para llevarla conmigo de vuelta a casa porque a menudo no hay agua corriente donde vivo con mi familia. Sóoo llega una vez a la semana. Nos hemos acostumbrado a este problema, que no es normal en absoluto», detalla Beta a IPS.

Para gente como Beta, la situación del agua en Harare tampoco ha mejorado, a pesar de que las autoridades gubernamentales han perforado pozos para hacer frente a la crisis.

Justo el año pasado, en octubre, el gobierno de Zimbabue nombró un comité técnico de 19 miembros para gestionar los asuntos hídricos en Harare, como parte de los esfuerzos para mejorar la disponibilidad del preciado líquido en toda la ciudad.

A pesar de esa medida, el déficit de agua ha seguido azotando Harare sin piedad y muchos, como Beta, han tenido que soportar el dolor de buscar el preciado líquido casi todos los días por su cuenta.

T: MF / ED: EG

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