RIAD – Hasta 3000 millones de personas sufren las consecuencias de unas tierras pobres y degradadas, 40 por ciento de los suelos disponibles en el mundo, se indicó en la Conferencia sobre desertificación, sequía y recuperación de tierras, respaldada por las Naciones Unidas, que comenzó este lunes 2 en esta capital.
El impacto de la degradación de las tierras “aumentará los niveles de migración, estabilidad e inseguridad entre muchas comunidades”, afirmó el presidente de la conferencia, Abdulrahman Alfadley, ministro de Medio Ambiente, Agua y Agricultura de la anfitriona Arabia Saudí.
La 16 Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (COP16), ratificada por 195 Estados y la Unión Europea, debe discutir las últimas investigaciones y trazar un camino hacia un futuro sostenible del uso de la tierra.
Participan representantes de gobiernos, de organizaciones internacionales, del sector privado y de la sociedad civil.
Representa “un momento decisivo para aumentar la ambición mundial y acelerar la acción en materia de resiliencia de la tierra y la sequía, a través de un enfoque centrado en las personas”, según el mauriciano Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivop de la conferencia.
La desertificación o degradación de los suelos de 40 % por ciento de las tierras del mundo significa que su productividad biológica o económica se ha reducido, con consecuencias nefastas para el clima, la biodiversidad y los medios de vida de las personas.
Se considera a las sequías un tema prioritario en la COP16, pues son cada vez más frecuentes y graves, habiendo aumentado en 29 % desde el año 2000, debido al cambio climático y a la gestión insostenible de la tierra.
Thiaw destacó que al conocer a agricultores, madres y jóvenes afectados por las sequías, pudo constatar como padecen “el aumento de los precios de los alimentos, los recargos inesperados por la energía y la presión sobre sus comunidades. El costo de la degradación de la tierra se filtra en cada rincón de sus vidas”.
Amina Mohammed, vicesecretaria general de la ONU, instó a los delegados en la COP16, mediante una videoconferencia, a “cambiar el rumbo”, centrándose en tres prioridades: intensificar los esfuerzos de restauración de suelos, trabajar por la movilización masiva de fondos, y fortalecer la cooperación internacional.
La financiación de los esfuerzos requeridos se anticipa difícil y es poco probable que provenga únicamente del sector público. Según Mohammed “las inversiones acumuladas deben alcanzar los 2,6 billones (millones de millones) de dólares para 2030. Eso es lo que el mundo gastó en defensa solo en 2023”.
Hablando en nombre de las organizaciones de la sociedad civil, la experta pakistaní Tahanyat Naeem Satti pidió “acciones ambiciosas e inclusivas”, y agregó que “la participación de las mujeres, jóvenes, pueblos indígenas, pastores y comunidades locales en la toma de decisiones a todos los niveles debe institucionalizarse”.
En la cita de Riad se presentó un “Atlas Mundial de la Sequía”, elaborado para la conferencia por unos 50 investigadores, que muestra el agotamiento de agua en el la Tierra y cómo influye en las luchas por su cont6rol, las diarreas o la higiene, especialmente en las mujeres.
Luego, en la agricultura, que requiere 70 % del agua dulce del mundo y muestra cómo las alteraciones en los ciclos de lluvia afectan la supervivencia de los pequeños agricultores.
También afecta la potencia hidroeléctrica, principal fuente mundial de energía renovable, y la navegación fluvial, interfiriendo en los 600 000 kilómetros de ríos, lagos y canales navegables del mundo.
Y, además, afecta los ecosistemas e influye en la pérdida de biodiversidad, la proliferación de insectos y la degradación del suelo, donde se almacena 80 % del carbono global, que de otro modo iría a la atmósfera.
La conferencia debe estudiar medidas y propuestas para acelerar la restauración de tierras hacia 2030 y más allá, aumentar la resiliencia ante las intensas sequías y las tormentas de arena, y cómo al restaurar la salud del suelo puede aumentar la producción de alimentos que favorezcan a la naturaleza.
Asimismo, recomendaciones para garantizar los derechos sobre la tierra y promover la equidad para una gestión sostenible de la tierra, y para que la tierra siga aportando soluciones climáticas y de biodiversidad.
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