El Sur global en la COP29: Reírse para no llorar

¿Por qué los representantes del Sur global se ríen ante algunos de los números que se discuten en la meta de financiamiento climático en Bakú?

Los activistas del Sur global en la COP29 de Bakú presentaron la factura por el costo del cambio climático para sus países, totalizando una factura anual de 1,5 billones de dólares anuales. Imagen: Cmnucc

BAKÚ – Eran las 6:00 de la tarde del miércoles en Bakú, capital de Azerbaiyán, cuando empezó  la conferencia de prensa de Grupo de los 77, los países africanos y el Grupo de países en desarrollo con ideas afines. Entre todos, estos grupos representan a 130 países y a 80 % de la población del mundo. 

Antes de que aparezca el borrador de la nueva meta de financiación climática, un periodista preguntó sobre qué pensaban de los rumores filtrados de 200 000 millones de dólares anuales para cuantificar la meta; una cifra que está lejos del piso de 1,3 billones (millones de millones) de dólares que exigen los países del Sur desarrollo.

Diego Pacheco, delegado de Bolivia, se miró con sus pares de Kenia y Uganda, Ali Mohammed y Adonia Ayebare, antes de mirar fijamente por encima de sus lentes al periodista europeo y responder:

  • Is it a joke? (¿Es un chiste?, en español)

Luego sonrió. El mensaje quedó claro.

Mientras los stickers de WhatsApp -elaborados a partir de la reacción de Pacheco- se compartían, poco después de la conferencia de prensa se supo sobre un nuevo borrador de la meta de financiamiento. Un borrador que todavía no tiene un monto propuesto.

Sí hay plata

“El nuevo texto diagnostica correctamente el problema climático, incluyendo el financiamiento necesario para la adaptación y la transición energética”, destacó Mohamed Adow, fundador y director de Power Shift África. 

Solo para lograr el objetivo de triplicar las energías renovables, que acordaron los países el año pasado en Dubái, el nuevo texto reconoce que se necesitará una inversión de “más o menos cuatro billones de dólares por año” hasta 2030. 

El nuevo borrador también hace una cruel comparación: la cantidad de dinero que se movió en financiamiento para la crisis climática y en subsidios para los combustibles fósiles que nos llevaron a la crisis entre 2021 y 2022 es casi la misma: alrededor del billón de dólares por año.

El nuevo texto también indica que el dinero que se acuerde deberá “buscar un balance entre financiamiento a adaptación y mitigación”, un problema histórico en el acceso a fondos para el Sur global, los cuales son necesarios para preparar sus sistemas de salud e infraestructura a inundaciones y sequías cada vez peores.

Para Adow, sin embargo, “el elefante en la sala es la falta de cifras específicas en el texto. Esta es la ‘COP del financiamiento’. Vinimos aquí a hablar de dinero. La forma de medir el dinero es con números”.

Carola Mejía, coordinadora de justicia climática de la Red Latinoamericana por la Justicia Económica y Social (Latinidadd), consideró como un avance la reducción de páginas y de opciones en el texto propuesto, que pasó de 25 hojas a 10 y de 15 opciones a solo dos.

Pero, “las alternativas en carrera siguen siendo ampliamente divergentes. Reflejan una división entre el Norte y el Sur global que debe superarse en los próximos dos días”.

Las dos visiones se ven reflejadas claramente en el texto, no solo en esos detalles. 

La opción dos, que representa al Norte global, incluye otros elementos además del financiamiento público, “urgiendo un instrumento que movilice nuevas formas de financiamiento climático y financiamiento privado” como los canjes de deuda por acción climática -algo que ha sido propuesto por países latinoamericanos como Colombia-  bonos verdes, capital híbrido, préstamos en moneda local y mercados voluntarios de carbono.

Para la Campaña global ‘Demandando Justicia Climática’, este tipo de propuestas son impulsadas por los países desarrollados para “escapar de sus obligaciones históricas y pasarle la carga a los países en vías de desarrollo, no solo en lo que refiere a acción climática ambiciosa, sino también el potencial fracaso” de la COP29.

“Los países desarrollados han demostrado que prefieren financiar guerras, conflictos, genocidios y subsidiar combustibles fósiles antes que proveer el urgente dinero para el clima”, se lee en el comunicado de la campaña. 

La diferencia no solo está en el monto que sigue sin ser nombrado, sino también en el cuándo se debería empezar a pagar. El Sur global – incluyendo Latinoamérica – dice que tiene que ser desde el año que viene. El Norte global habla de llegar con la meta propuesta “para el 2035”.

“Para muchos países vulnerables, esperar hasta 2035 podría significar la diferencia entre supervivencia y devastación”, reflexiona Mejía de Latindadd.

El G77 que aglutina a 134 países del Sur, fue claro: “no vamos a abandonar Bakú sin un monto cuantitativo en el texto”.

Por lo pronto, la primera señal de que la COP29 no terminará el 22 de noviembre vino de un correo que avisa que los buses eléctricos que utilizan delegados para llegar a la conferencia extendieron su servicio al menos hasta el sábado 23 de noviembre.

Este artículo es parte de la Comunidad Planeta, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América latina, del que IPS forma parte.

RV: EG

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