RÍO DE JANEIRO – La lucha contra el cambio climático dominó este martes 19 la segunda y última jornada de la cumbre en Brasil del Grupo de los 20 (G20), una vez que ese club de destacadas economías industriales y emergentes adoptó por consenso un documento de 85 puntos con buenos propósitos sobre esa y otras materias.
“Entendemos y reconocemos la urgencia y la gravedad del cambio climático”, reza la declaración consensuada tras arduas gestiones del presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, por lo que instan a que se cierre un acuerdo de financiación climática en Bakú, escenario estos días de la cumbre de las Naciones Unidas sobre el clima.
Junto con apoyar ese financiamiento para los países en desarrollo, el grupo reafirmó su “firme compromiso con el multilateralismo” para abordar la crisis climática, lo que resalta a las puertas de que en Estados Unidos de nuevo gobierne Donald Trump, refractario a compromisos sobre el clima y en general al esfuerzo multilateral.
El G20 reiteró el compromiso de lograr la neutralidad de carbono -equilibrio entre volúmenes de gases emitidos y retenidos- y apoyar a los países en desarrollo en materia de emergías renovables y eficiencia energética, aunque se abstuvo de mencionar la necesidad de dejar atrás a los combustibles fósiles.
En el G20 participan grandes exportadores de petróleo y gas, como Arabia Saudita y Rusia, junto a los mayores consumidores del planeta, Estados Unidos y China.
En la sesión del martes 19, Lula pidió adelantar los objetivos de neutralidad en las emisiones de gases de efecto invernadero “de 2050 a 2045 o incluso a 2040”, en apoyo a la meta mundial de limitar el aumento de la temperatura del planeta a no más de 1,5 grados centígrados sobre los niveles de la era preindustrial.
El secretario general de la ONU, António Guterres, invitado a la cita, dijo a los líderes del G20 que “los necesitamos al frente de la acción climática”, y les pidió que instruyan a sus ministros para que en la conferencia de Bakú aprueben nuevos volúmenes de financiamiento sobre la materia en las naciones en desarrollo.
También urgió a que las emisiones de carbono se recorten al menos en nueve por ciento en el resto de la década, y advirtió de que, si las actuales políticas climáticas no cambian, la temperatura del planeta se habrá elevado, para finales de siglo, no dos sino tres grados centígrados respecto de los niveles preindustriales.
Lamentó que las emisiones siguen aumentando en vez de transitar de los combustibles fósiles a las energías renovables. “El fin de los combustibles fósiles es inevitable. Asegurémonos de que no llegue demasiado tarde y de que llegue de manera justa”, subrayó Guterres.
El envión de la cumbre en favor del clima y el ambiente representó un éxito para Lula, quien será anfitrión en un año más de la 30 Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y cuya edición número 29 se escenifica hasta el viernes 22 en la capital de Azerbaiyán.
El anfitrión también tuvo éxito al lograr consenso en la declaración sobre el conjunto del temario -incluso superando reticencias del presidente ultraliberal de Argentina, Javier Milei-, aunque al precio de que el documento resultase más un conjunto de consideraciones generales que de compromisos concretos.
El logro número uno fue consolidar el respaldo a la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, con más de 80 naciones miembros, y que no tendrá secretaría o un fondo específico, pero sí acuerdos de apoyo mutuo a programas nacionales o de cooperación internacional sobre la materia.
La tributación de las grandes fortunas como una de las formas de financiar cambios necesarios en el escenario internacional quedó estampada en el documento, aunque no se concretaron decisiones para favorecer un nuevo impuesto a las 3000 mayores fortunas privadas del planeta.
También hubo respaldo, al menos declarativo, a la necesidad de reformar la gobernanza en las instituciones multilaterales para hacer más eficientes los esfuerzos de paz y garantizar la preservación de los derechos humanos.
En uno de sus párrafos, el texto consensuado señala que “el mundo requiere no solo medidas urgentes, sino también medidas socialmente justas, ambientalmente sostenibles y económicamente sólidas”.
“Por este motivo, trabajamos en 2024 bajo el lema “Construir un mundo justo y un planeta sostenible”, colocando la desigualdad, en todas sus dimensiones, en el centro de la agenda del G20”, dice textualmente.
El documento enfatiza la necesidad de realizar esfuerzos globales para reducir las disparidades de crecimiento entre las naciones, pues “reconocemos que las crisis que enfrentamos no afectan al mundo por igual y afectan de manera desproporcionada a los más pobres y a quienes ya se encuentran en situaciones vulnerables”.
América Latina tuvo una participación destacada en la cumbre, porque además de los mandatarios de sus países miembros del grupo –Milei, Lula, y Claudia Sheinbaum de México- acudieron los de otros países sudamericanos invitados por Brasilia.
Ellos fueron Luis Arce de Bolivia, Gabriel Boric de Chile, Gustavo Petro de Colombia y Santiago Peña de Paraguay. Éste último fue brevemente hospitalizado la noche del lunes en Río de Janeiro, tras sufrir una descompensación.
Eso permitió, en medio de las decenas de reuniones bilaterales entre gobernantes, la reunión y fotografía en grupo de cuatro mandatarios de izquierda democrática en la región, los de Brasil, Chile, Colombia y México.
Otro llamativo detalle de la cumbre fue que el presidente estadounidense Joe Biden, y los primeros ministros Justin Trudeau de Canadá y Giorgia Meloni de Italia, se retrasaron y no figuraron en la fotografía oficial de la reunión tomada el lunes 18 en el exterior del Museo de Arte Moderno de Río, escenario de la cumbre.
Biden pidió la repetición de la imagen para figurar así en la que él mismo dijo durante su discurso que va a ser su última cumbre internacional como presidente, a lo que accedieron los participantes en la sesión de este martes 19, sumando a los tres ausentes de la anterior foto de familia.
Finalmente, Lula traspasó la presidencia del grupo a su par de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, quien será el anfitrión de la próxima cumbre.
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