Censura digital en Pakistán: el costo real de las interrupciones de Internet

Las interrupciones de Internet en Pakistán se han convertido en un problema de libertad de expresión, además de colocar en crisis a la economía digital. Imagen: Usman Yousaf / Unsplash

ISLAMABAD – En los últimos meses, Pakistán ha estado lidiando con una persistente y perturbadora desaceleración de Internet, dejando a millones de ciudadanos frustrados.

Se dice que las interrupciones continuarán hasta finales de octubre, lo que comenzó como caidas intermitentes se ha convertido en un problema generalizado y prolongado, afectando significativamente a autónomos, estudiantes, empresas y la vida cotidiana.

Internet, antaño una herramienta de empoderamiento, refleja ahora los problemas sociopolíticos más profundos de Pakistán, convirtiéndose en un campo de batalla por el control y la censura.

Las ralentizaciones han perturbado la economía digital, poniendo de relieve el creciente control del gobierno sobre el acceso a Internet y convirtiendo un espacio de conectividad en uno de manipulación y restricción políticas.

¿Cuándo empezó a ralentizarse Internet?

La censura y los cortes de Internet no son nuevos en este país del sur de Asia y más de 240 millones de habitantes, especialmente durante periodos políticamente delicados.

Solo en 2023, los cortes de Internet costaron a Pakistán más del equivalente a 230 millones de dólares, afectaron a 83 millones de personas y duraron 259 horas, según el portal de estaddísticas Statista.

Pakistán ocupó el séptimo lugar mundial en pérdidas económicas por interrupciones de los servicios de internet, con una pérdida total de 237,6 millones de dólares.

La primera gran ralentización, a mediados de 2024, se achacó inicialmente a la reparación de cables submarinos, un problema frecuente en el pasado.

Sin embargo, a medida que pasaban las semanas y persistían las interrupciones, se hizo evidente que el problema era mucho más deliberado y generalizado. Las vagas justificaciones del gobierno, aduciendo motivos de «seguridad nacional», no hicieron sino alimentar la frustración pública y ahondar las sospechas sobre sus verdaderos motivos.

Los líderes de la oposición llevaron el asunto a la legislativa Asamblea Nacional, pero las respuestas incoherentes del gobierno no sirvieron para aliviar las preocupaciones.

Muchos empezaron a especular con que los cierres formaban parte de un esfuerzo más amplio por controlar el discurso público y limitar el alcance de determinados contenidos en plataformas como X y Facebook.

«Los cortes de Internet se han convertido en una herramienta para reprimir la disidencia», explica Fariha Aziz, cofundadora de la organización de derechos digitales Bolo Bhi.

Para la especialista, «la falta de transparencia del gobierno y sus declaraciones contradictorias sobre lo que está ocurriendo dejan claro que hay algo más en juego que simples dificultades técnicas».

La eliminación directa de contenidos de las plataformas de medios sociales sigue siendo imposible para el gobierno; estas interrupciones parecen tener como objetivo ralentizar el flujo de información y limitar el alcance de las publicaciones críticas.

«La interrupción de WhatsApp nos abrió los ojos», señala Aziz. «Nos demostró que el gobierno ha probado, ensayado o puesto en marcha algo más sofisticado que el simple estrangulamiento de las velocidades», añade.

Las ralentizaciones y cortes de Internet han afectado gravemente a la economía, ya que el país depende en gran medida de la infraestructura digital. Pakistán se une así a otros países como India, Rusia y Etiopía, donde los cortes de Internet han causado importantes daños económicos.

A nivel mundial, Rusia experimentó la mayor pérdida monetaria, con más de 4000 millones de dólares en daños debido a los apagones de Internet en 2023.

También destacan las suspensiones de la red en países vecinos como Bangladés e India, donde se han empleado tácticas similares a Pakistán para controlar la disidencia.

En Myanmar, la situación ha sido aún más extrema, ya que la golpista Junta Militar ha recurrido a apagones totales de Internet para impedir la comunicación y reprimir a la oposición. Las crecientes comparaciones entre Pakistán y Myanmar son alarmantes y hacen temer por el futuro de la libertad en Internet en el país.

Un historial de censura en Internet

Amnistía Internacional ha expresado su creciente preocupación por el uso cada vez mayor de tecnologías de vigilancia e interrupciones de Internet para controlar las actividades en línea, especialmente cuando se suceden disturbios.

La falta de transparencia y justificación de estas acciones socava el derecho de los ciudadanos a la libertad de expresión.

«Los cortes de Internet rara vez cumplen los requisitos legales de necesidad y proporcionalidad, por lo que son ilegales en virtud del derecho internacional de los derechos humanos», afirma Hajira Maryam, responsable de medios de comunicación de Amnistía Tech.

Para activistas, periodistas e investigadores, mantenerse a salvo durante los cortes de Internet es cada vez más importante.

Maryam hace hincapié en la importancia de las medidas de seguridad digital.

«Antes de un cierre, las personas deben proteger sus dispositivos activando el cifrado, actualizando el software y utilizando contraseñas seguras. El uso de una red privada virtual (VPN) puede ayudar a eludir algunos bloqueos, pero es esencial conocer los riesgos, ya que las VPN suelen estar penalizadas en determinados contextos», detalla.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Amnistía Internacional ha pedido a las autoridades paquistaníes que sean transparentes sobre los motivos de las interrupciones de Internet y eviten desplegar sistemas de vigilancia y control innecesarios y desproporcionados que violan las leyes internacionales de derechos humanos.

Las interrupciones de Internet no sólo limitan el acceso a la información y la expresión, sino que también crean ansiedad en las comunidades, incluida la diáspora paquistaní, que a menudo se ve aislada de la comunicación con sus seres queridos.

En consonancia con los marcos jurídicos internacionales, Amnistía insta a que toda restricción del acceso a Internet sea legal, necesaria, proporcionada y limitada en el tiempo.

El Consejo de Derechos Humanos y los relatores especiales delas Naciones Unidas han condenado el uso de cortes de Internet como restricciones ilegales a la libertad de reunión y de expresión, subrayando que tales medidas no deben obstaculizar las reuniones pacíficas ni la expresión pública, especialmente en tiempos de agitación política.

Autónomos en primera línea

Uno de los grupos más gravemente afectados es el de los trabajadores autónomos, cada vez más numerosos en Pakistán.

Este país se encuentra entre los cinco países con más trabajadores autónomos del mundo, y miles de ellos dependen de plataformas como Fiverr y Upwork para ganarse la vida. Sin embargo, la ralentización o suspensión de Internet ha mermado su capacidad para prestar servicios de forma fiable.

Umair Liaquat, un autónomo de la ciuad nororiental de Lahore que ofrece servicios relacionados con la gestión de anuncios, empezó a trabajar por cuenta propia en 2020 tras perder su empleo durante la pandemia de covid-19.

Durante dos años, hizo crecer con éxito una cuenta de Fiverr de primera categoría, con la que ganó entre 20 000 y 25 000 dólares. Sin embargo, las cosas empeoraron en 2024, cuando se agravó la ralentización de Internet en Pakistán.

«En marzo de 2024, Fiverr bajó de categoría a los vendedores paquistaníes, advirtiendo a los clientes de que, debido a problemas con Internet, la entrega podría retrasarse. Mis contactos empezaron a disminuir inmediatamente», explica.

Para evitarlo, añade, «empecé a utilizar una VPN y cambié mi ubicación a Estados Unidos, lo que me ayudó temporalmente».

Por desgracia, Fiverr desactivó su cuenta al detectar incoherencias en la ubicación.

Después de crear una nueva cuenta, su negocio nunca volvió a tener elmismo tráfico  debido a las restricciones del cortafuegos y a los frecuentes problemas con Internet. Esto ha llevado a muchos autónomos, como Umair, a buscar plataformas alternativas y soluciones para mantenerse a flote.

Ali Raza, un empresario de la occidental ciudad de Karachi que trabaja en el sector de los mercados y la contratación, se hizo eco de preocupaciones similares.

«En pocos meses he perdido más de 20 000 dólares en ingresos por culpa de la lentitud de Internet. Los clientes internacionales no pueden comunicarse correctamente con nosotros, lo que retrasa los proyectos y provoca la pérdida de contratos. En un mercado tan competitivo, esto es devastador», dice.

El impacto económico en los autónomos se ve agravado por el hecho de que plataformas como Fiverr y Upwork sitúan ahora a Pakistán en una posición inferior debido a la poco fiable infraestructura de Internet del país. Esto disuade aún más a los clientes internacionales de trabajar con autónomos pakistaníes.

Impacto en la educación

La continua ralentización de Internet en Pakistán ha afectado gravemente a los estudiantes de todo el país, exacerbando un sistema educativo ya frágil que se desconectó durante la pandemia.

Dado que el acceso estable a Internet es crucial para millones de estudiantes, especialmente en las zonas rurales, las interrupciones han provocado una crisis educativa.

Muchos estudiantes tienen dificultades para acceder a las clases, participar en los debates o entregar los trabajos a tiempo, lo que dificulta considerablemente su progreso académico.

Wardah Noor, director ejecutivo de XWave, una plataforma de aprendizaje en línea, compartió los retos de su organización.

«En agosto, teníamos 1500 inscripciones para un curso de informática de 10 días, pero debido a las interrupciones de Internet, solo asistieron 300 participantes. Este retraso nos hizo retroceder dos meses y elevó considerablemente los costes operativos», explica.

El impacto es más pronunciado en las zonas rurales, donde la educación en línea era la única opción viable para salvar la brecha educativa. Ahora, la brecha entre estudiantes urbanos y rurales se ha ensanchado aún más, dejando a los de zonas remotas con pocas alternativas.

El alcance mundial de la educación también se ha visto comprometido. Los estudiantes matriculados en programas internacionales tienen dificultades para seguir el ritmo de los plazos mundiales debido a la lentitud de Internet en Pakistán.

«El mercado mundial avanza, dejando atrás a nuestros estudiantes», añade Wardah.

También pidió la intervención urgente del gobierno para hacer frente a la crisis.

«La educación tecnológica sin Internet es imposible. Estas interrupciones nos han alejado aún más del sueño de un ‘Pakistán digital’. El gobierno debe dar prioridad a la mejora de la accesibilidad a internet, especialmente en las zonas rurales», se lamenta Wardah.

El papel del gobierno y el control digital

A medida que se prolonga la crisis de Internet, el papel del gobierno se ve sometido a un escrutinio cada vez mayor.

La Autoridad de Telecomunicaciones de Pakistán (PTA, en inglés) ha admitido ahora haber «jugueteado» con Internet como parte de un esfuerzo por mejorar un controvertido sistema de vigilancia de la web.

Muchos especulan con que estas medidas forman parte de una estrategia más amplia para controlar el flujo de información, especialmente en tiempos de agitación política.

En periodos de tensión política, Internet se ha ralentizado o apagado deliberadamente para frenar las protestas y controlar la opinión pública.

En 2023, por ejemplo, tras la detención del popular ex primer ministro Imran Khan, el gobierno admitió haber «estrangulado» Internet para reprimir las protestas.

Un año después se están desplegando tácticas similares, y activistas de los derechos digitales y líderes de la oposición están denunciando al gobierno por utilizar Internet como herramienta de represión.

La ralentización de Internet se ha extendido más allá de los círculos profesionales y educativos, afectando a la vida cotidiana de formas antes inimaginables.

Tareas sencillas, como realizar operaciones bancarias, acceder a servicios sanitarios a través de la telemedicina e incluso mantenerse en contacto con seres queridos en el extranjero, se han vuelto más difíciles.

¿Qué le espera a Internet en Pakistán?

El enlentecimiento provocado o no de Internet en Pakistán ha puesto de manifiesto vulnerabilidades críticas en la infraestructura digital del país.

Con la creciente dependencia de las plataformas digitales para el crecimiento económico, la educación y los servicios diarios, una conexión estable a Internet ya no es un lujo, sino una necesidad. Se están haciendo algunos esfuerzos para resolver estos problemas.

Conglomerados de tecnología y redes como Meta han anunciado planes de inversión en nuevos cables submarinos para mejorar la velocidad de Internet en Pakistán, pero esto suscita preocupación por el papel de las empresas privadas en la gestión de la infraestructura de Internet del país y su posible impacto en la soberanía digital.

Al mismo tiempo, las organizaciones de la sociedad civil, los organismos internacionales de control y los líderes de la oposición siguen presionando para que se rindan cuentas. Una normativa clara y la transparencia son esenciales para garantizar que las interrupciones de Internet no se utilicen como herramientas de control político.

El gobierno debe dar prioridad a la mejora de las infraestructuras de Internet y garantizar que los ciudadanos puedan acceder a una red fiable y estable, libre de censuras innecesarias.

Mientras Pakistán atraviesa esta crisis digital, el gobierno debe enfrentarse a difíciles cuestiones sobre el futuro de Internet en el país.

¿Seguirá siendo un campo de batalla para el control político o se convertirá en un espacio para la libertad y la innovación? Las respuestas a estas preguntas determinarán el futuro de la economía, la educación y la sociedad de Pakistán en las próximas generaciones.

T: MF / ED: EG

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