La ultraderecha crece dividida en elecciones municipales en Brasil

José Luiz Datena, candidato a la alcaldía de São Paulo, golpea con una silla a su oponente ultraderechista Pablo Marçal, durante debate en la TV Cultura, el 15 de septiembre, como reacción a insistentes ofensas del agredido, que sufrió lesiones leves en el tórax y el puño. La escena es un paradigma de la agresividad y crispación que la extrema derecha ha traído a la política de Brasil y que se escenifica en la campaña por las elecciones municipales. Imagen: TV Cultura / FotosPúblicas

RÍO DE JANEIRO – São Paulo, la ciudad más poblada de América Latina, con 11,9 millones de habitantes que se elevan a más 22 millones con su área metropolitana, vive las elecciones más violentas de las cuatro últimas décadas, en que la extrema derecha es la favorita para la alcaldía, aunque con un poder compartido como en muchos de los 5569 municipios de Brasil.

Los comicios se celebrarán el 6 de octubre en todos los municipios con 155,9 millones de electores habilitados. En los 103 municipios, que tienen más de 200 000 electores, habrá segunda vuelta el 27 de octubre, si ningún candidato obtiene mayoría absoluta de los votos válidos.

La mayor ciudad brasileña, cuya disputa es la que más influye en el futuro político del país, refleja la tendencia nacional esperada, de una mayoría de alcaldes elegidos por partidos del llamado “Centrão” (gran centro), en general conservadores pese al nombre y en busca de los electores más derechistas.

Es así que el alcalde de São Paulo que intenta reelegirse, Ricardo Nunes, afiliado al centrista Movimiento Democrático Brasileño (MDB), se alió a la extrema derecha liderada por el expresidente Jair Bolsonaro. Es el favorito con 27 % de la intención de voto en la encuesta del Instituto Datafolha, divulgada el 19 de septiembre.

Pero la sorpresa fue la irrupción de un candidato “bolsonarista”, Pablo Marçal, un empresario que se dice “influenciador digital” e imparte cursos para emprendedores, quien se destacó entre los tres preferidos del elector paulistano luego de iniciada la campaña electoral el 16 de agosto.

El candidato ultraderechista Pablo Marçal, durante en entrevista a la TV Globo el 26 de agosto, cuando subía en las encuestas y antes de las agresiones verbales a otros postulantes en los cinco debates públicos durante la campaña electoral en São Paulo que culminará en los comicios del 6 de octubre. Imagen: RS / FotosPúblicas

Griterío y agresión

Con acusaciones agresivas a sus adversarios, de adicción a la cocaína a acoso sexual y violencia doméstica, acabó como víctima de una agresión. Otro candidato, José Luiz Datena, lo golpeó con una silla durante el debate en una emisora de televisión, la TV Cultura de São Paulo, el 15 de septiembre.

Datena, un presentador de noticiero policial sensacionalista en la televisión y candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), se irritó ante la mención del acoso sexual de que fue absuelto y de renuncias en anteriores disputas electorales en las que fue aspirante, un dato insistentemente recordado por Marçal.

Los cinco debates promovidos por emisoras de televisión y sitios web de noticias degeneraron en ofensas, acusaciones no comprobadas, a veces griteríos entre los seis principales candidatos a la alcaldía de São Paulo, imposibilitando un debate sobre los problemas de la ciudad y los planes de gobierno.

La crisis climática fue un tema marginal, aunque la ciudad vivió inundaciones, apagones por la destrucción de su red eléctrica durante las tempestades de lluvia y viento, calor extremo y la polución atmosférica generada por incendios forestales y agrícolas en este septiembre.

Marçal, postulado por el minúsculo Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB), tiene un extenso prontuario. No cumplió la pena de cuatro años de cárcel por hurto como miembro de una banda que desviaba dinero de cuentas bancarias, que prescribió, y responde a varios procesos de lavado de dinero y delitos electorales.

Por tales delitos se anuló su elección a diputado nacional en 2022, pese a la buena votación obtenida, de 243 029 sufragios. Además dirigentes de su partido son acusados de complicidad con el narcotráfico.

Tantos delitos y relaciones sospechosas fueron blancos de contraataques de sus adversarios. Sin embargo, Marçal logró convertirse en uno de los tres candidatos favoritos, con 22 % de las intenciones de voto en las encuestas del inicio de septiembre. Ahora bajó a 19 %.

Ilusión por un nuevo Bolsonaro

Pero su éxito inicial hizo temblar la apuesta de Bolsonaro a la reelección del alcalde. “No es el candidato de mis sueños”, declaró el expresidente en medio de elogios a Marçal. Pero mantuvo su apoyo a Nunes.

Analistas llegaron a especular sobre una división del “bolsonarismo”, con Marçal disputando su liderazgo como sucesor de Bolsonaro incluso como candidato presidencial en 2026. Pero se desinfló la precipitada evaluación sobre lo que parece una estrella fugaz de la ultraderecha.

Su agresividad desenfrenada y el “sillazo” sufrido, al parecer, en lugar de aportarle   simpatías alejaron a los electores. Su índice de rechazo en las encuestas del Instituto Datafolha subió de 30 % a 47 % desde el inicio de la campaña electoral.

Las mujeres, que componen 53 % de los 9,3 millones de electores paulistanos, lo rechazan más decididamente. Solo 12 % lo aprobaron en la última encuesta, mientras alcanza 28 % entre los hombres.

La intención de voto de los “bolsonaristas” se dividió entre Nunes y Marçal, pero con un incremento del primero. Esa tendencia se atribuye al decidido apoyo del gobernador del estado de São Paulo, Tarcisio de Freitas, una criatura política de Bolsonaro, de cuyo gobierno (2019-2022) fue ministro de la Infraestructura.

Confirmado el favoritismo del alcalde actual, Freitas sería en gran ganador y se consolidaría como el probable candidato del “bolsonarismo” a la presidencia de Brasil en 2026, ya que Bolsonaro está inhabilitado para postularse.

Un fallo del Tribunal Superior Electoral lo hizo inelegible hasta 2030 por abuso del poder político, al usar su poder de presidente en julio de 2022, cuando reunió los embajadores extranjeros en Brasilia para decirles que el sistema electoral brasileño no es confiable.

Guilherme Boulos, candidato del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), en campaña por las calles de São Paulo el 7 de septiembre. Las encuestas lo apuntan como el segundo en intención de voto, hecho que lo llevaría a la segunda vuelta el 27 de octubre, pero el favorito es Ricardo Nunes, el alcalde que intenta la reelección y es apoyado por el expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro. Imagen: Leandro Paiva

Polarización

Las elecciones de São Paulo oponen las dos fuerzas que dominan la política brasileña desde 2018, el “bolsonarismo” y la izquierda encabezada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores (PT). Por eso su resultado tendrá fuerte influencia en los rumbos nacionales.

El candidato de la izquierda, Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y apoyado por el PT, registra 26 % de la intención de voto en la encuesta, por lo tanto en empate con Nunes (27 %) ya que el margen de error es de tres puntos porcentuales.

Pero en las simulaciones de la segunda vuelta por el Instituto Datafolha, perdería para Nunes por 53 % a 37 % de los votos. Es poco probable un vuelco, Boulos cuenta menos adeptos en las periferias de la ciudad, en contradicción con su izquierdismo y su pasado de activista del movimiento por viviendas para los pobres.


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São Paulo refleja una tendencia electoral del país. Ya fue gobernado tres veces por el PT desde 1989, pero tuvo gobiernos cada vez más derechistas en las últimas décadas.

El PT, hegemónico en la izquierda desde su fundación en 1980, eligió solo 183 alcaldes en 2020, contra 638 en 2012, cuando tuvo su mejor desempeño. Ahora con Lula, su líder máximo, en la presidencia, intenta recuperar parte de las pérdidas, con 1385 candidatos a alcaldías en todo el país, 9,6 % más que en 2020.

El Partido Liberal (PL), del ex presidente Bolsonaro, aventaja con 349 alcaldes elegidos en 2020 y la meta de alcanzar 1500 en las elecciones de octubre. Antes era uno de los partidos “enanos” en la jerga política brasileña.

La miríada de 29 partidos permite acoger la variedad de intereses políticos en ese país de 212,5 millones de habitantes y 8,5 millones de kilómetros cuadrados. Pero es también caótico, pocos tienen una identidad ideológica definida.

La mayoría acepta miembros por conveniencias momentáneas y se concentra en el llamado “Centrão”, de votaciones inciertas en el Congreso que dependen de favores e intereses coyunturales.

Los “bolsonaristas” están dispersos por varios de ellos, incluso en casi todos los 12 partidos que componen el gobierno actual, presidido por Lula. La falsa “coalición” gubernamental no asegura una mayoría parlamentaria.

Las elecciones municipales influirán principalmente en la composición del Congreso en 2026. El temor es que se incremente la bancada de extrema derecha, que arrastra el “Centrão” para la aprobación de medidas en desmedro del ambiente, de los derechos de las minorías y de las mujeres.

ED: EG

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