Una comunidad solar colaborativa resiste la fractura de su cadena solidaria en Argentina

Sata Teresa, un pueblo del sur de la provincia de Santa Fe, en Argentina, cuenta con un parque fotovoltaico impulsado desde el Estado del que se benefician seis instituciones. Pero los aumentos en las tarifas del servicio eléctrico y la falta de actualizaciones en las retribuciones por la generación distribuida hace que la iniciativa se retraiga y se vaya perdiendo la apropiación que los vecinos hicieron del proyecto.

Cartel de bienvenida a María Teresa, un pueblo del departamento General López, en la provincia de Santa Fe, en Argentina. Imagen: Andrés Mancini

SANTA FE, Argentina – “Fue muy visible el parque solar cuando arrancó, muchos se acercaron a preguntar. De acá y de otros pueblos. Pero está dejando de convenir”, dice Guillermo Caporalini, responsable de la Cooperativa de Provisión de Servicios Públicos de María Teresa, un pueblo de 4500 habitantes del sur de la provincia de Santa Fe, en el corazón productivo de Argentina.

Caporalini habla mientras observa los paneles fotovoltaicos que, resguardados tras un alambrado y con orientación hacia la ruta provincial 14 que está a unos metros, le otorgan a María Teresa el estatus de la única comunidad solar de la provincia gracias a un proyecto que se materializó a finales del 2022.

Seis instituciones, elegidas entre la comuna y la cooperativa con especial preferencia por las que no recibieran subsidios de organismos provinciales o nacionales y que contengan a las personas del pueblo, se benefician de la producción de energía que se inyecta a la red, donada por la cooperativa a dos clubes del pueblo, una biblioteca, un centro de jubilados, una huerta comunitaria que abastece a 16 verdulerías y almacenes de la zona, y una residencia para adultos mayores.

Pero la falta de actualizaciones por parte de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) de Santa Fe a las retribuciones para los generadores de energía y el aumento de la tarifa en las boletas no son situaciones menores.

A medida que el beneficio es cada vez más chico, la apropiación que tuvieron los vecinos con el proyecto va perdiendo fuerza por las dificultades para sostener los espacios de cada institución, que deben destinar cada vez más dinero al pago del suministro eléctrico.

Inicios

A finales de 2022, la comuna, con financiación del Ministerio de Ambiente de la provincia y del ex Ministerio de Ciencia y Tecnología nacional, instaló el parque solar a la vera de la ruta 14. El asesoramiento corrió por cuenta de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y su Facultad Regional Venado Tuerto.

A lo largo de este año, el parque solar de la comuna generó unos 15744 kilovatios (kW) hasta mayo, con variaciones: en febrero tuvieron un pico, con 4322 kW debido a que hubo muy pocos días nublados. En invierno, hay menos generación de energía debido a los días más cortos.

María Teresa fue la primera comuna que ingresó al programa de Energía Renovable para el Ambiente (ERA) de Santa Fe, lanzado en 2021 por el gobierno provincial y que impulsa la generación renovable distribuida.

El proyecto también contempla una instalación similar en la Universidad Nacional de Rafaela, utilizada para alimentar los establecimientos universitarios de esa casa de estudios, y otra estructura en La Rinconada, un barrio privado de Ybarlucea, en las afueras de Rosario, la tercera ciudad más grande de Argentina.

Los paneles solares en el parque de María Teresa en la localidad del departamento General López, provincia de Santa Fe, Argentina. Imagen: Andrés Mancini

La encargada de distribuir la energía eléctrica en María Teresa es la cooperativa de la comuna, que proporciona el servicio a vecinos del pueblo y a los campos cercanos. Tiene aproximadamente 2000 medidores registrados, unos 300 kilómetros de cables repartidos para brindar energía a 90 usuarios que se encuentran en el medio del campo y la cuota que genera a través del parque solar la dona a las instituciones mencionadas.

El mecanismo

La cooperativa compra la energía a la EPE y obtiene los beneficios a partir del descuento realizado sobre el excedente que genera. Es esa cantidad la que distribuye a las diferentes instituciones.

Pero los beneficios tienen menor representatividad a medida que pasa el tiempo y la tarifa del servicio eléctrico de la EPE aumenta.

En términos porcentuales, Caporalini detalla que gracias al parque solar, hacia finales del 2023, el beneficio sobre la tarifa eléctrica para las instituciones era de 58 % de la factura. Hoy, bajó a 39 % y prevén que esa merma pueda llegar al 20% en tres meses si no se modifican los montos de retribución.

Los paneles solares en el parque de María Teresa en la localidad del departamento General López, provincia de Santa Fe, Argentina. Imagen: Andrés Mancini

Vida social en el club

La comunidad incorporó la iniciativa a tal punto que se puede dialogar con los referentes de las instituciones sobre potencias medidas en kW o sobre el significado de “inyectar energía”. A nivel de conocimiento, es probable que éste se extienda incluso más que en las urbes más cercanas.

Es jueves por la noche y el polideportivo del club Nueva Era funciona a pleno. Son seis hectáreas con canchas de hockey, fútbol, tenis, voley y paddle ocupadas por grandes y chicos que entrenan esas disciplinas.

Este día, a esta hora, es cuando el club exprime al máximo sus capacidades y aprovecha los beneficios del parque solar: en todas las canchas hay reflectores que alumbran cada espacio de los terrenos.

Durante la semana pasan 350 deportistas por sus instalaciones en donde contienen a 500 socios. El ahorro en las boletas de luz es clave para esta institución, que también debe pagar el resto de los servicios, además de seguros, mantenimiento de instalaciones y afiliaciones a las distintas ligas.

La pérdida progresiva de los beneficios económicos por la generación de energía se va trasladando a los socios. En junio tuvieron que aumentar la cuota en 100 % (de 0,66 dólares a 1,33 dólar) y Mara Ripoll, que forma parte de la comisión directiva del club, dice que quiere ver “cuántos se dan de baja” con esos valores.

Además, considera que “si pagás menos, el usuario va a inyectar cada vez menos porque la va a usar para pagar su propio consumo”. A ella se sumó Ricardo Lovaisa, que trabaja en la biblioteca y en la huerta: “No se incentivan la adquisición de equipos porque no terminan conviniendo”.

Guillermo Caporalini y Gonzalo Goyechea en la entrada al parque solar de María Teresa en la localidad del departamento General López, provincia de Santa Fe, Argentina. Imagen: Andrés Mancini

“No hay para sacar créditos para paneles solares y tener que pagarlos a siete años. Tenemos que usar ese dinero para mejorar la cancha de hockey o los vestuarios de fútbol”, agrega Ripoll.

La importancia no recae sólo en los artefactos de iluminación. El verano, con mayor cantidad de horas de luz, también demanda tener el beneficio presente para mantener la vida social de la institución: “La pileta de natación tiene un consumo bárbaro por la bomba de agua y los vestuarios. Además, la gente se queda a comer a la noche, es un flujo constante”.

Retribuciones

En sus últimas dos actualizaciones, vigentes hasta el 31 de mayo de este año, la EPE estableció la misma cuota de retribución para quienes participan del ERA. Desde el Ministerio de Desarrollo Productivo provincial, que contiene a la Secretaría de Energía, aseguraron que la actualización de los montos está a una firma de decreto aunque no hay una fecha concreta para ese avance.

Los incentivos a los generadores varían según la categoría de los usuarios que inyectan energía a la red, pero quienes integran el programa tienen la misma cuota de retribución: 22,18 pesos por kW.

“Como la energía aumentó muchísimo más que ese valor, que no se actualizó, nunca llegás a exceder” lo que se usa contra lo que se genera, dice Caporalini.

Las instituciones que tienen un beneficio en sus boletas de luz derivado del parque solar se identifican con un cartel. Imagen: Andrés Mancini

Esta ecuación aleja a quienes se interesaron por involucrarse en el sistema colaborativo, con una demanda de consultas que se disparó en la región tras la puesta en marcha del proyecto. “Sobre el valor de recupero del bien, antes se invertía un monto que volvía en los primeros cinco años con los ahorros de pagar la energía. Si hoy sacás la cuenta con los valores que hay, ese recupero se te va a ocho o nueve años”, explica Caporalini.

Se trata de una oportunidad única porque María Teresa no tiene gas de red. De allí que se diera un incremento de consultas de decenas de vecinos para adquirir calefones eléctricos a partir de la implementación del parque solar, cuenta el titular de la cooperativa.

“Vaivenes” económicos

“Estamos peleando para que no nos sigan discriminando”, asegura el presidente comunal de María Teresa, Gonzalo Goyechea. La falta de actualización de las retribuciones por la energía inyectada a la red eléctrica provoca que los incentivos para ampliar el parque sean muy pocos.

“Las partes negativas, en este momento, son el aumento de tarifas y lo que la EPE paga por el suministro de energía, que está estancado”, completa el presidente comunal. Esto retrae incentivos para que el parque avance en su proyección para escalar.

La desactualización de las retribuciones está provocando que se corra el eje, que el proyecto pierda su posibilidad de escalar y que lo logrado hasta el momento se diluya en una cuestión de números, de cuánto tiempo debe pasar para recuperar una potencial inversión.

Ingreso a la huerta comunitaria de María Teresa, una de las instituciones beneficiadas por la generación distribuida del parque solar. Imagen: Andrés Mancini

Con una actualización que no llega, comienzan a romperse esquemas que son vitales para pequeñas poblaciones, donde la mancomunión es clave y donde las empresas rehúsan llegar por no ser zonas rentables.

La posibilidad de ampliar el actual parque quedó presa de los “vaivenes” de la economía nacional, a pesar de que Goyechea indica que la discontinuación de los fondos y los regímenes de fomento no representan un perjuicio directo sobre la cadena de producción.

La reciente sanción de la ley “Bases”, impulsada por el gobierno de Javier Milei, con la que la administración nacional busca desregular la economía, otorgó la facultad al Poder Ejecutivo para eliminar los fondos fiduciarios en Argentina, entre los que se encuentra el Fondo Fiduciario para el Desarrollo de Energías Renovables (Foder).

Esto provocará que el acceso a este tipo de herramientas sea más dificultoso, en un contexto de por sí complicado para quienes intenten acceder a este tipo de fuentes de energía.

A ello, se suma que el decreto 70/2023 eliminó el Fondo para la Generación Distribuida de Energías Renovables (Fodis) y el Régimen de Fomento para la Fabricación Nacional de Sistemas, Equipos e Insumos para Generación Distribuida a partir de fuentes renovables (Fansiged), contemplados en la ley 27.424 que, a su vez, también vio derogadas las facilidades fiscales y económicas que otorgaba a quienes eligen abastecer con energía sustentable a su hogar, su empresa o su industria.

“La idea de esto era que no sea estanco, porque esto es chico y beneficia a seis instituciones. Si uno es socio de la cooperativa, la idea es que pueda poner paneles y que el parque de autogeneración se vaya ampliando. Pero con este criterio no hay ninguna posibilidad”, asegura Goyechea.

Servicio a la comunidad

Vista aérea de los paneles solares en el parque de María Teresa en la localidad del departamento General López, provincia de Santa Fe, Argentina. Imagen: Andrés Mancini

En la biblioteca Mariano Moreno, la energía se usa para el funcionamiento de todo. La clave en esta institución es que brinda un servicio de fotocopias para alumnos y docentes de las escuelas de la comuna (son cinco en total, una por cada nivel y dos rurales) a un precio mucho menor que el que se cobra en librerías convencionales.

Se quiere mantener el servicio con ese espíritu sin buscar una ganancia. La biblioteca, además, funciona cinco horas por día y se calefacciona con aire acondicionado.

“Los chicos casi todos van a la biblioteca y las docentes dejan libros. No podemos intentar generar un ingreso con una lógica de ganancia”, dijo Lovaisa, que se encarga de la institución.

En ese plano también se encuentra el centro de jubilados de la comuna. Jorge Alsedá, que es jubilado bancario y lleva adelante el centro, asegura que las prestaciones del centro “cubren baches a los que el Estado provincial o nacional no llegan”.

“Con la pandemia, los centros de jubilados prácticamente desaparecieron porque se le recomendaba a la gente mayor no salir. El de la comuna se está rehabilitando y ofrece servicios de peluquería, manicura, podología y enfermería”, describe.

La cuota mensual de 0,55 dólares que se cobra a sus 304 jubilados socios alcanza para cubrir, por ahora, parte de esos servicios ya que, por ejemplo, los envíos de fondos por parte del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados llega a apenas 33,33 dólares para cubrir el puesto de la enfermera.

La huerta comunitaria de María Teresa abastece a 16 comercios de la zona. Imagen: Andrés Mancini

En ese marco, el achicamiento del beneficio en la boleta de luz también comienza a ser un perjuicio: “Las podólogas están cobrando cinco dólares para la atención, pero nosotros las contratamos y cobramos 1,66 dólar a quien quiera atenderse. Ahora eso alcanza sólo para pagarle la nafta del auto a la profesional, porque viene de San Gregorio (ubicado a 42 kilómetros de María Teresa)”.

Rebusques

Comenzar a pagar boletas de luz y de agua más caras significa buscar nuevas maneras de contar con recursos.

En el club Nueva Era, por ejemplo, tienen varias rifas activas porque de los poco más de 300 dólares que se recaudan en cuotas, 288 se destinan al pago de las boletas, aun con los beneficios por la donación de la cuota de energía que genera el parque solar.

“Tenemos que pagarle a entrenadores, que son los mismos que pagan un poco más en la boleta de la luz para que el club pague menos”, explica Ripoll. Esa “renuncia” a lo que producen los paneles no se discute en la comuna ya que los beneficios son directos hacia el club.

Y agrega: “No digo que lo de la luz nos va a salvar, pero no tendríamos la presión que tenemos si se actualiza la retribución. Y eso se podría derivar a cosas que pasan, como arreglar la bomba de riego de la cancha de fútbol, que se nos rompió, o reponer la instalación eléctrica del quincho, que era vieja y se quemó”.

La avenida General López, de unos 300 metros de extensión, es la vía más rápida para tomar la ruta provincial 14 y salir de la comuna. El sol se esconde bajo el llano de la pampa agrícola y las luces led que alumbran esa arteria principal resaltan el cartel de bienvenida al pueblo, confeccionado en grandes letras blancas.

Las luces se fueron renovando con la ayuda de los vecinos del pueblo y se estructuraron sobre caños petroleros reciclados, comprados por la comuna específicamente para ese fin. “Son de nueve metros, así que cada dos caños hacemos tres columnas de seis metros con chicos de la comuna que trabajan en eso: los cortan, sueldan y pintan. Y la idea es también venderles a otras comunas”, cuenta Goyechea.

Así, María Teresa incorporó 600 luces led por la misma cantidad de vapor de sodio, que ubicó en otros lugares de la comuna que no contaban con iluminación. El pueblo, un enclave del reciclaje y la generación sustentable en el corazón productivo de Argentina, quiere seguir dependiendo de sí mismo para ser un faro de la generación distribuida comunitaria.

Este artículo se publicó con el apoyo de Climate Tracker América Latina.

RV: EG

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe