GINEBRA – El año pasado fue el más cálido jamás registrado en América Latina y el Caribe, y la suma del cambio climático y el fenómeno El Niño afectaron la salud, la seguridad alimentaria y energética, y el desarrollo económico, indicó en un informe este miércoles 8 la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, dijo que “durante el segundo semestre de 2023 las condiciones asociadas al episodio de El Niño impulsaron los registros de calor hasta niveles sin precedentes y exacerbaron numerosos fenómenos extremos”.
“Este hecho se sumó al aumento de las temperaturas y al incremento de la frecuencia e intensidad de los peligros causados por el cambio climático debido a la actividad humana”, agregó Saulo.
El Niño consiste en un episodio de vientos cálidos sobre el océano Pacífico ecuatorial, central y oriental, que altera los ciclos de lluvias y sequías en varias regiones del planeta. Su fenómeno opuesto, con vientos fríos, se conoce como La Niña.
La región resultó asolada por sequías, olas de calor, incendios forestales, lluvias extremas sin precedentes, y la OMM alerta sobre el derretimiento de los glaciares y el rápido aumento del nivel del mar en el litoral atlántico de la región, lo que amenaza a las zonas costeras y a los pequeños Estados insulares del Caribe.
Saulo dijo que “los peligros climáticos batieron récord en la región el año pasado”, y entre los eventos devastadores citó como ejemplo el huracán Otis, de categoría 5, que azotó la ciudad de Acapulco, en la costa pacífica mexicana, provocando decenas de víctimas, miles de millones de dólares en daños y gran desgracia en toda la zona.
Mencionó también las crecidas de ríos que sumieron en la miseria a muchas partes de la región, al igual que la sequía intensa que redujo el nivel de las aguas del río Negro a su mínimo histórico en Brasil y perturbó gravemente el paso de las embarcaciones a través del Canal de Panamá.
El informe precisa que la temperatura media de 2023 estuvo 0,82 grados centígrados por encima de la media del período 1991-2020 y que México fue el país con el ritmo de calentamiento más rápido de la región: 0,3 °C por decenio, entre 1991 y 2023.
En agosto, México alcanzó un registro de 51,4 °C en el norte de su territorio.
Con respecto a las lluvias, detalla que la transición de La Niña a El Niño a mediados de año provocó un gran cambio en la distribución de las precipitaciones y muchas zonas pasaron de sufrir sequías o crecidas causadas por el episodio de La Niña a padecer los efectos de fenómenos opuestos.
Así ocurrió en Brasil, donde las crecidas y los deslizamientos de tierra causaron numerosas víctimas y cuantiosas pérdidas económicas, además de desplazamientos masivos de población.
En el Caribe, una perturbación tropical causó lluvias torrenciales en Jamaica, Haití y República Dominicana, dejando al menos 21 muertos en suelo dominicano, con récord de precipitaciones diarias: 431 mm (milímetros por metro cuadrado).
Una sequía intensa, agravada por olas de calor, afectó sobre todo a gran parte de América Central y México, que para fin de año había sufrido sequía en algún grado en 76 % de su territorio.
América del Sur también padeció una sequía generalizada en su mitad norte a medida que avanzaba el año y se asentaba el episodio de El Niño, y las precipitaciones acumuladas entre junio y septiembre fueron muy inferiores a la media en gran parte de la cuenca amazónica.
En ocho estados brasileños las precipitaciones de julio a septiembre fueron las más bajas en más de 40 años. En la Amazonia, se registró el nivel más bajo del río Negro desde que comenzaron las observaciones en 1902.
El estudio subraya el bajo nivel del agua en el Canal de Panamá, que ha limitado el tráfico en uno de los corredores marítimos más importantes del globo.
La sequía asoló, asimismo, la zona subtropical de América del Sur con falta de agua en la cuenca del Plata, lo que perjudicó particularmente a Uruguay, el norte de la Argentina y el sur del Brasil. En Uruguay el verano de 2023 fue el más seco de los últimos 42 años.
Los desastres y el cambio climático dañaron la agricultura y la seguridad alimentaria en la región, arrastrando a 13,8 millones de personas a una situación de crisis alimentaria aguda, especialmente en América Central y el Caribe.
También en Ecuador y Perú, que además vieron reducida la pesca debido al aumento de la temperatura del mar.
En cuanto a la salud, la OMM advierte que la exposición a las olas de calor, el humo de los incendios forestales, el polvo de arena y la contaminación atmosférica causan problemas cardiovasculares y respiratorios mientras la desnutrición va al alza.
El calor extremo produjo un exceso de mortalidad entre 2000 y 2019, y el cambio en la distribución de las precipitaciones amplía el alcance geográfico de enfermedades como la malaria y el dengue, cuyos casos se han incrementado de manera alarmante en la región aún en zonas donde su incidencia era nula.
El informe enfatiza la necesidad de aumentar las inversiones en los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales para mejorar los pronósticos y alertas tempranas que permiten salvar vidas.
Actualmente, 47 % de los países de la región solo prestan servicios meteorológicos básicos, y apenas seis por ciento ofrece tales servicios completos o avanzados.
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