LA HABANA. Con una política más audaz y mecanismos de pago flexibles tal vez Alexis Rodríguez hubiera apostado por paneles solares fotovoltaicos para su vivienda, en vez del generador portátil que le permite afrontar los apagones que acompañan las recurrentes crisis energéticas en Cuba.
“Hace un poco de ruido, el combustible está caro, pero puedo tolerar lo uno y resolver lo otro. Lo que sí no es posible es que mi familia y yo pasemos noches y madrugadas a oscuras, sin descansar, con calor y mosquitos, y con el riesgo de que se echen a perder alimentos”, argumentó a IPS este barbero residente en la oriental ciudad de Holguín.
Rodríguez desembolsó hace pocos meses 850 dólares por un equipo de 2500 vatios (W) de potencia y consumo de gasolina.
A Marileydis Pérez, una trabajadora en su hogar en Batabanó, al sur de La Habana, su hijo le envió desde Estados Unidos una planta eléctrica de 900 W “para poner los ventiladores, el televisor y encender las luces en las noches de apagón”.
Pérez comentó a IPS que, aunque el gobierno creó un sistema de turnos para la venta de gasolina, “apenas cinco litros” para quienes tienen censados los equipos, “solo he podido comprar una vez en dos años”. Ante ello, recurre al mercado negro para abastecerse.
Muy dependiente de las importaciones de combustibles, Cuba consume más de ocho millones de toneladas anuales, de las cuales casi 40 % lo cubre el pesado crudo nacional con un alto contenido de azufre, utilizado sobre todo en la generación termoeléctrica.
“El panel solar es lo máximo, no hay gasto de combustible ni ruido. Pero hace falta que se vendan con facilidades, que haya estímulos reales para que muchas personas apuesten por él”: Félix Morffi.
Durante el último lustro, en paralelo al deterioro de la situación económica interna, la caída de las principales fuentes de divisas y el fortalecimiento del embargo estadounidense, las autoridades han confrontado crecientes dificultades para cubrir la demanda de carburantes.
Una actualización de los precios minoristas en el mercado interno conllevó un aumento de más de 400 % de las tarifas de venta desde el 1 de marzo.
El litro de gasolina regular pasó de 25 a 132 pesos cubanos (equivalente a 1,10 dólares según la tasa oficial). Idéntico aumento registró el diésel regular.
En el mercado sumergido un litro de gasolina regular cuesta de 250 a 300 pesos, de 0,70 a 0,85 centavos de dólar teniendo en cuenta la tasa cambiaria paralela a la del Estado.
En este país de 11 millones de habitantes, el salario medio mensual equivale a unos 40 dólares; unos 13,90 dólares en el mercado informal de referencia para una importante cantidad de productos, bienes y servicios a los cuales acceden las familias en busca de satisfacer necesidades básicas.
Las vicisitudes energéticas han estimulado la importación de plantas eléctricas, al igual que su venta en el mercado negro. Tiendas estatales en divisas también las comercializan con precios muy elevados y lejos del alcance de los bolsillos de una mayoría de familias.
Desde 2022 se mantiene la prórroga para la importación sin carácter comercial de hasta dos equipos con una potencia superior a 900 W.
Barreras
Personas consultadas por IPS mostraron reparos hacia el uso de estos equipos debido al ruido durante el funcionamiento.
Señalaron que no siempre se colocan fuera de las viviendas o en habitaciones ventiladas para la salida de gases tóxicos de la combustión y evitar, además, el sobrecalentamiento.
Cuando IPS preguntó por la posibilidad de los paneles solares Pérez sostuvo que “además de ser muy difícil encontrar que los vendan fuera de La Habana, por lo general vienen sin baterías, y si las traen, cuesta medio millón de pesos (unos 4200 dólares al cambio oficial)».
Cuando la corporación estatal Copextel, encargada de la comercialización y servicios posventa, empezó a venderlos a fines de 2021, “estaban en 55 000 pesos” (2300 dólares al cambio oficial de entonces), inalcanzable para nadie que dependa de un salario o pensión”, puntualizó Rodríguez.
El precio cubría la compra, transportación, instalación y montaje de los paneles e inversores por parte de los técnicos de la entidad.
“Gasto menos de 200 pesos de corriente (electricidad) al mes. Con lo que cuesta un panel puedo pagar la electricidad durante más de 20 años”, razonó Rodríguez.
Otra barrera para la expansión de la energía solar fotovoltaica en el sector residencial radica en el subsidio de la tarifa eléctrica, que se cobra en una moneda devaluada.
Según cifras oficiales, alrededor de 6 % de los más de cuatro millones de hogares cubanos consumen mensualmente más de 500 kilovatios hora (kWh). Por encima de ese umbral se incrementó desde marzo un 25 % de la tarifa eléctrica para eliminar subsidios.
Esa franja poblacional pudiera encontrar en la instalación de paneles solares una forma de compensar el monto de la factura mediante la cogeneración para autoconsumo o recibir un pago por inyectar energía limpia al Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
“Quienes más han adquirido los paneles son personas con altos ingresos, sobre todo dueños de hostales y casas de renta. Permite mantener la climatización en habitaciones para turistas y otros servicios durante el día”, explicó a IPS Dunia Ulloa, gerente comercial de la filial de Copextel en el habanero municipio de Plaza de la Revolución.
Proyectos e incentivos todavía insuficientes
Alrededor de 95 % de la generación eléctrica en Cuba descansa en el consumo de fuentes fósiles, que incluye el gas acompañante del petróleo nacional, unidades flotantes (patanas) alquiladas a Turquía, así como grupos electrógenos y motores a base de diésel y fueloil.
El gobierno aspira a que, del actual 5 %, las fuentes renovables signifiquen alrededor de 30 % de la generación eléctrica en 2030.
Con una capacidad instalada de 260 megavatios (MW), los parques solares fotovoltaicos instalados en este país caribeño representaban 2 % de la generación eléctrica anual a fines de 2023, indican datos oficiales.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, informó el 14 de marzo sobre la firma de dos contratos para la instalación de 92 parques solares en todas las provincias, con un potencial de 2000 MW.
Para mayo de 2025 debe cumplirse el primero de los contratos por 1000 MW y el segundo, en 2028. Cada uno, además, cuenta con 100 MW adicionales en capacidad de almacenamiento, precisó el titular.
Desde 2014 Cuba dispone de la Política para el desarrollo perspectivo de las fuentes renovables de energía y su uso eficiente, y en 2019, el decreto ley 345 estableció regulaciones para aumentar la participación en la generación de electricidad y disminuir progresivamente la de los combustibles fósiles.
En 2023 el Ministerio de Finanzas y Precios emitió la Resolución 238 que duplicó a 6 pesos (0,05 centavos de dólar al cambio oficial), el precio del kWh procedente de fuentes renovables entregada al SEN por productores independientes del sector residencial.
Además, en la normativa se condona hasta ocho años del impuesto sobre utilidades a los actores económicos que ejecuten proyectos de generación de electricidad con fuentes renovables de energía, y del impuesto aduanero en la importación de los equipos para dicho propósito.
Los resultados son poco alentadores, a la espera de propuestas más atractivas para que personas individuales decidan invertir en energías verdes, con el fin de vender excedentes de electricidad al Estado cubano.
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Las regulaciones no eximan de impuestos aduaneros la importación de estas tecnologías con destino a la comercialización: se paga lo mismo por materiales o equipamiento sean beneficiosos o perjudiciales para el consumo energético.
A diferencia de otros países donde personas viven de vender energía limpia, en Cuba quienes instalan paneles solares buscan esencialmente la autosuficiencia energética, vale decir, mantener el servicio inclusive cuando se interrumpe.
“El panel solar es lo máximo, no hay gasto de combustible ni ruido. Pero hace falta que se vendan con facilidades, que haya estímulos reales para que muchas personas apuesten por él”, afirmó a IPS el emprendedor Félix Morffi, de 86 años, otrora técnico medio en reparación de maquinarias y herramientas y un tenaz defensor de las oportunidades de las energías limpias.
Un grupo de 36 paneles solares fotovoltaicos en el techo de su vivienda aportan 10 kWh para respaldar los trabajos del taller de reparación automotriz, emprendimiento autónomo concebido por Morffi en una parte del terreno de su casa en el municipio de Regla, en la capital cubana.
Además de cubrir las necesidades hogareñas, el excedente de electricidad se aporta al SEN.
“Un elemento esencial es otorgar créditos. No todos tienen el dinero para los equipos. Lo otro es no enredarse en trámites burocráticos, porque la gente se espanta. Los bancos deben contar con personas que atiendan solo este tema, capacitadas, con deseos de que el tema camine. Si eso ocurre, verás como en los barrios cada vez más gente comienza a poner paneles”, sostuvo Morffi.
A su juicio, “quienes más produzcan deben ser reconocidos, quizás regalarles equipos electrodomésticos, aumentar las tarifas o correr con una parte de la inversión. Al final es ganancia para el país y menos gastos en combustible”.
ED: EG