LA HABANA – Las pérdidas a través de roturas en redes hidráulicas, el envejecimiento de estaciones de bombeo y prolongados cortes del servicio eléctrico complican a familias cubanas el acceso al agua, recurso sobre el cual penden además las amenazas del cambio climático.
“Cuando no es una rotura, hay algún mantenimiento, falta la electricidad o llega con poca fuerza a la cisterna. Es estresante. Tengo la casa llena de pomos, cazuelas y cuanto recipiente permita acumular. Si pudiera, hasta las cucharas llenaba”, expresó la comunicadora Dariena Valle, quien junto con su esposo y dos hijas viven en la cuarta planta de un edificio del reparto Alamar, en el este de La Habana.
Valle expuso a IPS que “el ciclo normal es en días alternos, pero vives con el temor de si se cumplirá o no, y si te dará tiempo a llenar todo cuando entre”.
En la oriental ciudad de Holguín, Ernesto Arencibia considera que la situación es “crítica” en el barrio de Harlem, donde reside, con ciclos de abastecimiento “que pasan los 40 días sin agua”.
Arencibia, un ingeniero eléctrico, señaló a IPS que en su entorno no existen fuentes alternativas como pozos. “Si el gobierno no manda o demora en enviar una pipa (carro cisterna) toca comprarla por nuestra cuenta por unos 5000 pesos (unos 14 dólares al cambio informal), más del doble de un salario mínimo”, dijo.
“Se bota mucha agua, por tuberías rotas o falta de flotantes en las cisternas. Cuando viene el agua, aceras y calles se convierten en ríos”: María Sarmientos.
El incremento de los apagones en marzo, en ocasiones por más de 12 horas diarias debido al déficit de combustible y roturas y mantenimientos en las plantas de generación eléctrica, “y en menor medida fallos en los equipos de bombeo” repercutieron negativamente en los ciclos de suministro en varios territorios, aseguró Alexis Acosta, vicepresidente del Grupo Empresarial Agua y Saneamiento.
“Los principales problemas están en zonas del oriente del país, mientras que en el centro tenemos dificultades, sobre todo en algunos territorios montañosos y en la ciudad de Santa Clara. Ahora mismo, la cantidad de personas afectadas en Cuba ronda las 500 000”, detalló el directivo durante una intervención televisiva el 10 de abril.
Precisó que en la isla existen 2678 localidades con sistemas de acueducto, 3144 estaciones de bombeo y 24 655 kilómetros de tuberías de acueductos.
Acceso
De los 11 millones de habitantes residentes en este país insular del Caribe, más de 8,8 millones de personas (79,4 %) acceden a la red de abastecimiento de agua.
Apenas 48 % de ellas se beneficia “con un sistema de abasto con indicadores de calidad, accesibilidad y disponibilidad que los convierten en sistemas marcados por una gestión segura”, puntualizó Acosta.
El primer Informe Nacional Voluntario de Cuba sobre la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS), presentado en 2021, indicó que 98,3 % de la población tenía acceso a agua potable, pero solo 86,4 % de la población urbana y 44,5 % de la rural tiene conexión domiciliaria.
Las estadísticas más recientes ilustran que más de 8,3 millones de personas disponen de conexiones para recibir agua en sus viviendas, mientras 475 000 acceden al líquido mediante camiones cisterna.
En el caso de la población con conexiones intradomiciliarias, poco más de cuatro millones (la mitad) la reciben a diario; otros 2,1 millones en días alternos, 1,5 millones en lapsos de tres a nueve días, y más de medio millón de ciudadanos cada 10 o más días.
Por otra parte, 535 876 personas (6,1 % de la población) está afectada por alguna “eventualidad”, que incluye roturas de equipos, por ciclo de servicio mayor a siete días, o falta de electricidad, entre otros problemas, abundan los datos.
“Semanas atrás cambiaron algunas válvulas en la zona y el agua ha mejorado. Llega cada cuatro días, en las mañanas, pero la presión no es buena. Quien no tiene un ladrón de agua (impulsores) pasa mucho trabajo para abastecerse”, contó a IPS María Sarmientos, una trabajadora en el hogar residente en la llamada zona baja del céntrico barrio de Vedado, en la capital cubana.
“Se bota mucha agua por tuberías rotas o falta de flotantes en las cisternas. Cuando viene el agua, aceras y calles se convierten en ríos”, lamentó Sarmientos.
Directivos del sector hidráulico reconocen la existencia de 2500 a 3000 salideros por los cuales se fuga, según estimados, más de 40 % del agua bombeada en Cuba.
Además de las roturas en tuberías conspira en esta situación la escasez de herrajes y piezas para reparar las redes intradomiciliarias.
“Sería muy bueno que se comercializaran a precios asequibles tanques, tuberías, mangueras, uniones y otros accesorios. Muchos de estos productos están en manos de revendedores en el mercado negro, con precios muy elevados. También ayudaría la venta de filtros de agua e hipoclorito con mayor frecuencia para mejorar la calidad”, dijo a IPS Ana Denia Soler, una maestra residente en La Habana.
Riesgos
La disponibilidad de agua resulta un asunto estratégico en el archipiélago cubano, muy dependiente de las lluvias, más abundantes de mayo a octubre y durante el paso de ciclones tropicales. La forma alargada y estrecha del país hace que sus ríos sean cortos y de escaso caudal.
En la última década se han registrado marcados periodos de escasez de precipitaciones, como el que afectó 70 % del territorio nacional de 2014 a 2017, al igual que la sequía meteorológica durante el último trimestre de 2022 y la primera mitad de 2023.
Diversos estudios pronostican que el clima de Cuba tenderá a menos precipitaciones, mayores temperaturas y sequías más intensas, y que para 2100 la disponibilidad de agua podría reducirse en más de 35 %.
La extensión de los periodos secos exigirá una aplicación intensiva de la ciencia, seguimiento, innovación y perspectivas de evaluación ante este extremo climático, sostienen especialistas.
También como consecuencia del cambio climático se proyecta un aumento del nivel del mar, fenómeno que agravará la intrusión salina ante el cual hoy son vulnerables 574 asentamientos humanos y 263 fuentes de abastecimiento de agua, según informes oficiales.
La isla dispone de capacidades para almacenar más de 9000 millones de metros cúbicos de agua en unos 245 embalses.
Hasta el 15 de febrero los reservorios acumulaban 66 % en su capacidad, aunque en provincias como La Habana, Mayabeque, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila, el llenado no sobrepasaba el 50 %.
Soluciones
Tanto el presupuesto del Estado como capitales de la colaboración internacional han respaldado, en años recientes, inversiones para ampliar y modernizar la infraestructura en el sector hidráulico.
Destacan proyectos y fondos de naciones como Arabia Saudita, Kuwait, Japón, España, Francia y de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), entre otros.
Sobresale la construcción de trasvases para controlar posibles inundaciones y derivar el agua a grandes distancias, con el objetivo de respaldar labores agropecuarias, además de suministrarla a comunidades y polos turísticos y, en algunos casos, instalar minihidroeléctricas.
Tres fábricas en el país producen tubos de polietileno de alta densidad, con diámetros de hasta 1200 milímetros para conductoras, a fin de sustituir una parte de la deteriorada infraestructura.
También se han inaugurado plantas desalinizadoras en algunas de las 15 provincias cubanas, a fin de crear puntos de fácil acceso en poblaciones afectadas por altos niveles de salinidad en sus fuentes.
De acuerdo con José Antonio Hernández, presidente del Grupo Empresarial de Agua y Saneamiento, en la actualidad se trabaja en tres programas de inversión principales que incluye la reposición de equipos de bombeo, la medición y el cambio de la matriz energética.
En el programa televisivo del día 10, Hernández afirmó que lo que “más impacta en la mejora del servicio en el país es la adquisición de equipos de bombeo”, y mencionó que se han instalado 803 de los 1063 adquiridos en el extranjero.
A fin de propiciar una gestión más sostenible del vital líquido, se encuentra en marcha un programa de transformación de la matriz energética en más de 1300 sistemas de acueducto, en consonancia con la política nacional para el desarrollo de las fuentes renovables de energía y su uso eficiente.
El programa prevé sustituir 37,4 % de los equipos de bombeo con el respaldo de paneles solares fotovoltaicos, con proyecciones de mejorar el suministro a cerca de 400 000 cubanas y cubanos.
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En este sentido, Hernández se refirió a la compra de baterías para dar vitalidad a los generadores eléctricos.
Asimismo, “se ha dado prioridad a la compra de productos químicos para garantizar la potabilización del agua”, junto con la reparación de averías, acotó.
La Constitución ampara el derecho de las y los cubanos al agua potable y a su saneamiento, con la debida retribución y uso racional, mientras que la Ley de las Aguas Terrestres, de 2017, pauta la gestión integrada y sostenible del recurso.
El gobierno también se comprometió con el cumplimiento de los 17 ODS, adoptados por Naciones Unidas en 2015, el sexto de los cuales proyecta el acceso a agua limpia y saneamiento para toda la población hacia 2030.
ED: EG