Programa contra el racismo en Cuba reclama más visibilidad y difusión

Jóvenes afrocubanos caminan por una calle del Centro Histórico de La Habana Vieja. Investigadores y activistas argumentan que el racismo permanece naturalizado en la subjetividad y el imaginario social, sin desconocer el impacto de políticas públicas y cambios culturales en la sociedad cubana en las últimas décadas. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

LA HABANA – Proyectos civiles en Cuba trabajan en la capacitación, formación de valores en las nuevas generaciones y el trabajo comunitario para enfrentar el racismo y la discriminación racial, problemáticas con una política de gobierno urgida de mayor socialización.

“Se han logrado grandes avances en materia jurídica. El trabajo académico igualmente destaca por la producción literaria y científica, se han articulado muchas colaboraciones entre grupos históricos del activismo cubano y nuevos actores económicos que igualmente desarrollan actividades de activismo”, afirmó a IPS la historiadora Yadira Rachel Vargas.

Pero, contrastó, “desafortunadamente, la ciudadanía no tiene amplio conocimiento de que todas estas acciones tienen un propósito específico y que responden a la promoción y protección de los derechos de los afrodescendientes, que se continúa buscando eliminar las brechas de desigualdad”.

Vargas es directora del proyecto Rizo Libre, un emprendimiento de acción cultural y educativa enfocado en la afroestética, nacido en La Habana en 2022.

A fines de enero, Vargas presentó la Colección Cuba: Juegos de Libertad, un kit de siete juegos didácticos para conocer, representar y divertirse con el universo del cabello afro/rizado, destinado a la población infantil.

Incluye, también de su autoría, el volumen Historias de Afroestima. Mi cabello rizado, primer libro infantil editado en la isla sobre la afroestética, disponible en Amazon.

“La ciudadanía no tiene amplio conocimiento de que todas estas acciones tienen un propósito específico y que responden a la promoción y protección de los derechos de los afrodescendientes, que se continúa buscando eliminar las brechas de desigualdad”: Yadira Rachel Vargas.

 

Sin desconocer el impacto positivo de políticas públicas y cambios culturales en la sociedad cubana en las últimas seis décadas, investigadores y activistas argumentan que el racismo permanece naturalizado en la subjetividad y el imaginario social.

Al respecto, Vargas llamó la atención que “el cabello afro/rizado, como marcador de discriminación, es una carga que muchos adultos dejan caer sobre los más pequeños”.

Entre múltiples tabúes, personas aún consideran “pelo malo” el cabello que no es lacio, un ejercicio de violencia estética y acto de perpetuación del racismo.

Por ello, completó Vargas, “la significación ideo simbólica de llevar el cabello natural afro/rizado busca ser resignificada con esta colección, que representa y muestra a niñas y niños cuanta belleza hay en la diversidad de sus cabellos, la versatilidad de los mismos. Les da herramientas para conocerlos, cuidarlos y amarlos”.

Como creadora de Rizo Libre, “tengo el privilegio de interactuar con una comunidad de personas que no solo se interesan por cuestiones estéticas, relacionadas con su cabello afro/rizado. Ampliamos la mirada hacia temas de defensa de la identidad y valores de la afrodescendencia, la cultura como modo de vida, entre otras temáticas”, apuntó.

Una madre ajusta una cinta en la cabeza de su hija durante el festival Afrokids efectuado en el Centro Histórico de La Habana Vieja, en la capital de Cuba. A fines de enero se presentó el libro para colorear Historias de Afroestima. Mi cabello rizado, primer libro infantil editado en la isla sobre la afroestética, destinado a mostrar la belleza en la diversidad de sus cabellos. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Políticas

La Constitución cubana reconoce la igualdad de todas las personas ante la ley y proscribe la discriminación racial.

El más reciente Censo de Población, en 2012, arrojó que 35 % de los habitantes de este país insular del Caribe se reconocen como personas mestizas o negras.

Políticas públicas y transformaciones sociales relacionadas con la igualdad de oportunidades y la equidad impulsadas por la revolución de 1959 no han podido desterrar prejuicios asociados al color de la piel, muchas veces imperceptibles.

Las penurias relacionadas con la crisis económica interna, acrecentadas en el último lustro, impactan de manera aún más negativa en personas en situación de pobreza, vulnerabilidad y mendicidad, donde sobresale la población afrodescendiente.

Tanto investigaciones como instituciones reconocen desigualdades asociadas al color de la piel en el empleo en Cuba: personas negras y mulatas están subrepresentadas en el trabajo autónomo, en la gerencia de pequeñas y medianas empresas y en espacios laborales estatales ventajosos.

En contraposición, se encuentran sobrerrepresentadas en las ocupaciones elementales no calificadas, con impactos en los ingresos personales y familiares, además de recibir menores beneficios por remesas.

Predominan mujeres negras y mestizas en el trabajo informal, mientras se contabilizan menos personas no blancas en altos cargos de dirección.

No obstante, en la última década se aprecia una mayor promoción de personas afrodescendientes a cargos políticos y públicos, y aumentó el número de ellas en la locución, conducción de espacios televisivos y actuación en dramatizados.

El cuerpo legal ampara el derecho a obtener un empleo sin importar el color de la piel. También posibilita atender inquietudes poblacionales e institucionales, asociadas a discriminación y prejuicios raciales, un elemento tipificado como delito contra el derecho de igualdad, sujeto a sanción.

En noviembre de 2019 el gobierno de la isla aprobó el Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, nombrado Color cubano, concebido como una política pública de superación de desventajas asociadas al color de la piel y que propone actuar sobre las causas del racismo de manera multidimensional y desde un enfoque integral afirmativo.

Para su implementación y seguimiento labora una Comisión nacional integrada por una treintena de representantes de ministerios, instituciones y organizaciones de la sociedad civil.

El 12 de octubre de 2023 quedó inaugurado el Laboratorio Social Color Cubano en el Centro Cultural Quintín Banderas, en La Habana, un observatorio que tributará a la implementación del Programa nacional.

Un grupo de niñas y niños junto con sus familiares durante el festival Afrokids, en el Centro Histórico de La Habana Vieja. Varios proyectos civiles en la isla enfocan el tema de la racialidad en su trabajo comunitario y comparten herramientas y metodologías para incorporar la dimensión color de la piel en proyectos territoriales, a fin de impulsar un desarrollo inclusivo y sostenible. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Mejor comunicación

“El proceso de comunicación de las acciones del Programa Color Cubano es muy escaso. No se conoce su campaña de comunicación y sus grupos de trabajo territoriales realizan muy pocas acciones, actividades y articulaciones”, valoró Yoelkis Torres, coordinador del proyecto sociocultural AfroAtenAs. Callejón de las Tradiciones.

Ubicado la ciudad de Matanzas, 87 kilómetros al este de La Habana, AfroAtenas sobresale desde su nacimiento en 2008 por el activismo comunitario y a favor de los derechos humanos, con un trabajo intencionado hacia grupos históricamente preteridos y en desventaja social.

“Desde sus inicios AfroAtenas enfoca el tema de la racialidad en su trabajo comunitario, a partir de los trabajos para salvaguardar, revitalizar y visibilizar lo cubano de origen africano, así como la africanía, la negritud y demás elementos sobre la afrodescendencia en el contexto matancero”, detalló el activista a IPS.

Torres recordó que en 2017 el proyecto “se vinculó con la Plataforma de Participación y Equidad Cuba y junto con otras oenegés, instituciones y proyectos comunitarios comenzamos a desarrollar acciones de formación de capacidades”.

En alianza con el Centro de Intercambio y Referencia-Iniciativa Comunitaria (Cieric) y la no gubernamental Fundación Nicolás Guillén, AfroAtenas desarrolló en 2023 el primer Encuentro nacional sobre racialidad, equidad y políticas sociales para el desarrollo, con una segunda edición prevista para este año, indicó.

Además del intercambio de aprendizajes y experiencias de iniciativas, proyectos y programas de diversas zonas de Cuba, el encuentro propuso compartir herramientas y metodologías para incorporar la dimensión color de la piel en proyectos territoriales para el desarrollo inclusivo y sostenible.

Para Torres, el Programa nacional de lucha contra el racismo requiere de más campañas de bien público en los medios de comunicación, “totalmente inclusivas, con la mirada y perspectiva de todos aquellos con quienes se está trabajando”.

Vargas coincide con la ensayista y escritora Zuleika Romay, directora del Programa de Estudios sobre Afroamérica de la Casa de las Américas, quien remarcó que una “problemática ideológica y sociocultural tan compleja como el racismo y sus secuelas no puede enfrentarse solo desde el poder del Estado”.

Reconoció que esta acción no se completa “si no incentiva la participación activa- y también masiva- de los sujetos de redención. Y en el escenario cubano actual, las acciones de los activistas y los emprendimientos dedicados a la población afrodescendiente tenemos una experiencia valiosa”.

Articular activismos y academias

Al dialogar con IPS, la socióloga Rosa Campoalegre convino en que “estamos en la lucha contra estereotipos, incomprensiones y formas de racismo veladas”, en referencia al trabajo de la Cátedra de Estudios sobre Afrodescendencias Nelson Mandela, de la cual es la coordinadora general.

Constituida en 2017, la Cátedra es una entidad académica en red especializada en la formación, investigación, difusión de conocimientos y el activismo antirracista. Se encuentra adscrita al gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), con más de un centenar de integrantes y presencia en la mayoría de las 15 provincias cubanas.


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“La Cátedra Mandela es la mayor red especializada en el tema en la isla que tuvo la virtud, y esa ha sido su fortaleza, de articular activismo y academia a escala nacional, y también convertirse en una red asociada al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)”, valoró Campoalegre.

Para la también profesora, investigadora y afrofeminista “nos hace falta entender mejor que estamos ante un problema importante… preparar a la gente, actualizarla en los nuevos enfoques sobre el tema, los cambios y reconfiguraciones del racismo”.

Campoalegre insistió en que “subsiste la visión de que el tema es un peligro, que es peliagudo; es una visión que se ha movido, fracturado, desgastado un poco, pero que existe aún en la sociedad cubana”.

De acuerdo con la académica “si se quiere luchar contra el racismo en Cuba hay que articular en igualdad de condiciones los activismos y academias”, algo que en su opinión “no se ha comprendido del todo aún, ni desde las instituciones ni desde las políticas. Y hasta que esto se comprenda no avanzaremos en el diálogo en este tema”.

ED: EG

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