Las voces indígenas aymaras se apagan en las radios de Bolivia

El periodista Juan Carlos Cruz en el estudio de la Radio Santa Clara, en la localidad de Sorata, en las laderas andinas del oeste de Bolivia. La emisora católica y comunitaria sobrevive con una economía de “goteo” de ingresos. Imagen: Franz Chávez / IPS

LA PAZ – La automatización apaga voces indígenas aymaras en la zona occidental de Bolivia, se extinguen oficios básicos de locución y producción de programas en idioma nativo, mientras en la región semitropical de los Yungas el periodismo radial lucha por sobrevivir en medio de la disputa por el poder político entre cultivadores de la hoja de coca.

Las radioemisoras privadas que operan en el área circundante al binacional lago Titicaca, en la zona altiplánica del departamento de La Paz, adoptaron un cambio tecnológico que en lugar de fortalecer la difusión de variedad de mensajes, desincentiva el uso del idioma originario, las costumbres, la música y otros valores culturales, según constató IPS.

En la lacustre localidad de San Pedro de Tiquina, a 108 kilómetros de La Paz, Radio Inti transmite en la frecuencia modulada y tiene instalado un altavoz en el techo de una antigua casa rústica de paredes de barro y techo de hojalata, pero aquí ya no existen estudios de locución.

Una pequeña computadora portátil emite música de manera continua, combina con la difusión de algún anuncio publicitario, y entretiene a los oyentes de la zona con cumbias, un ritmo musical comercial con estribillos fáciles de memorizar, mientras al fondo del paisaje domina la postal turística de un canal lacustre surcado por barcazas cargadas de vehículos y viajeros.

Sonidos de flautas típicas, cajas alegres de resonancia y ritmos de cadencia combinada con el viento del atardecer y la imagen del lago más alto del mundo -a 3812 metros sobre el nivel del mar- solo son un recuerdo en las antiguas radios de la extensa región andina que colinda con Perú.

Alegres voces de mujeres indígenas, programas dedicados a las fiestas de cada zona, las actividades culturales donde destacaban los festivales de música autóctona y los bailes típicos, eran los rasgos centrales de las radios que surgieron en las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo.

Este país andino enclavado en el centro de Sudamérica se declaró como Estado plurinacional en su Constitución de 2009. Con una población de 12,2 millones de habitantes, unos 1,28 millones, se autoreconocen como quechuas y 1,9 millones como aymaras, los dos mayores pueblos originarios de Bolivia, el tercero, con 58 990 personas es el guaraní.

A 56 kilómetros de La Paz, en el municipio de Batallas, un centro de encuentro comercial de una variedad de mercancías y productos agrícolas de la región altiplánica, dos radios privadas siguen el modelo de música bailable sin pausa y llenan con su sonido las tiendas de comestibles y los espacios de venta inundando las principales calles.

Desde un taller de mecánica automotriz, emite la única radioemisora local del municipio Huarina, a 66,3 kilómetros de La Paz, y los habitantes del lugar relatan que se informan a través de canales de televisión de las pocas cadenas con señales amplificadas por el satélite estatal Túpac Katari.

En la ciudad peninsular y lacustre de Copacabana, en el margen del lago Titicaca, en el departamento boliviano de La Paz, el periodista Alfredo Mamani relata noticias para sus oyentes en aymara. Imagen: Franz Chávez / IPS

Copacabana, la ciudad peninsular y lacustre rodeada por el lago Titicaca, foco de turistas nacionales y extranjeros, tiene algunas radioemisoras privadas, de la Iglesia católica y una municipal que difunden las actividades de la población.

A los oyentes les gusta escuchar noticias relatadas en aymara, dice a IPS el director de Radio Municipal, Alfredo Mamani. El periodista y locutor bilingüe trabaja en un espacio reducido donde cumple varias funciones como operar los equipos, preparar la programación y recibir los avisos solicitados por los oyentes.

Aquí la radio es el medio preferido por la gente que desea reunir a la familia y amigos por diversas celebraciones. Los cumpleaños, el festejo por la conclusión del servicio militar de los jóvenes y los estudios de secundaria son difundidos con emotivos anuncios.

Mamani admite que las redes sociales desplazan a la tradicional señal radioeléctrica en el área urbana, pero en las comunidades rurales un receptor portátil sigue siendo el aparato elegido.

Entre los valles interandinos de La Paz, la radio católica y comunitaria Santa Clara, integrada en la Red Erbol, libra su batalla por obtener pequeños ingresos que le permitan continuar sirviendo a sus oyentes como sucede desde hace 46 años.

La Red Erbol es una asociación civil sin fines de lucro que promueve la comunicación y la educación radiofónica en español, aymara, quechua y guaraní, y aglutina actualmente a cerca de un centenar de emisoras aliadas en ocho de los nueve departamentos de Bolivia.

Una niña aymara participa en una actividad retransmitida por la radio comunitaria Santa Clara, en la pequeña localidad de Sorata, ubicada a unos 3800 metros sobre el nivel del mar, en el departamento de La Paz, en el oeste de Bolivia. Imagen: Radio Santa Clara

La pequeña urbe de Sorata, construida en la pendiente de una montaña y rodeada de abundante vegetación, cobija a la emisora donde su director, el sacerdote diocesano Mario Alanoca, y el responsable de prensa, Juan Carlos Cruz, luchan por obtener ingresos centavo a centavo.

Es una economía “al goteo” describe el periodista Cruz a IPS. La emisora tuvo en su mejor época hasta 20 personas cuando emitía por la amplitud modulada. Hoy solo quedan Cruz y otro trabajador, y la radio se escucha a 27 kilómetros a la redonda, y por la frecuencia modulada, muy limitada en alcance, según verificó IPS.

Cruz combina su “compromiso” y “amor por la profesión” con una imaginativa fórmula para obtener los recursos necesarios para el funcionamiento de la radio, en una ciudad que tiene alrededor de 25 000 habitantes, y una economía basada en la producción de fruta y el comercio en un punto geográfico intermedio de los valles.

Una tienda pequeña localizada alrededor de la plaza paga al mes unos 12 dólares por difundir avisos, y otras más se suman y generan una parte de los ingresos, a los que Cruz suma anuncios de agencias bancarias y el apoyo de la organización suiza Solidar que financia microprogramas.

El total recaudado no llega a los 1000 dólares, pero otorga el oxígeno al medio preferido por los oyentes y dirigentes vecinales que, en opinión de Cruz, es un reconocimiento a la “credibilidad” informativa.

Además de las noticias, la emisora se solidariza con personas en situación de enfermedad y organiza campañas de donación en dinero para la atención médica.

Galo Hubner libra una batalla legal por la continuidad de operaciones de la radio que dirige, FMBolivia, ubicada en la ciudad de Chulumani, en el departamento de La Paz desde que en agosto la autoridad nacional de telecomunicaciones revocó su licencia. Imagen: FMBolivia

Con buen humor, aventajados conocimientos en comunicación digital y persistencia, Galo Hubner es un periodista que libra una batalla jurídica contra la responsable estatal de telecomunicaciones desde que, el 18 de agosto, anunció la revocatoria de licencia del medio que dirige, la radio FMBolivia de la ciudad de Chulumani, en la provincia Sud Yungas del departamento de La Paz.

La Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones (ATT) aplicó la drástica medida porque observó que la señal de FMBolivia era retransmitida por otras radios sin licencia de funcionamiento en la región semitropical y uno de los centros de producción legal de hojas de coca.

Por una semana, la emisión de frecuencia modulada permaneció en silencio, y luego del inicio de gestiones legales orientadas a revertir la medida, los oyentes volvieron a escuchar los espacios informativos y las transmisiones del fútbol relatadas por el propio Hubner.

El periodista ya advertía que una sanción estaba en camino porque su medio cubrió las disputas por el poder sindical entre los cultivadores de coca afines al gobierno y otro grupo opositor al presidente Luis Arce, desde que llegó al poder en 2020.

La ATT ratificó la sanción y el secuestro de equipos de transmisión a radios ilegales de la región con el argumento del “resguardo del recurso natural del espectro radioeléctrico, en la cual no se involucra aspectos de contenido cultura, político, u otros”.

Tras la sanción, el periodista de 40 años, no cesó en fortalecer su medio a través de redes sociales y ahora sus transmisiones también alcanzan a la televisión por satélite.

“Vivimos de los avisos que deja la gente”, con tarifas equivalentes a unos 80 centavos de dólar, porque “no tenemos publicidad de las alcaldías o ministerios”, relata a IPS.

En enero de 2023, la católica Radio Yungas de propiedad del Arzobispado de La Paz y extensión también de la Red Erbol, no consiguió concluir el trámite de renovación de su licencia de operaciones y cesó sus emisiones después de 44 años de actividades.

El medio fue un referente en la formación de locutores y reporteros, ayudó a la comunidad para que sus historias sean conocidas más allá de las montañas que rodean a Chulumani y fue un espacio donde las voces expresaban ideas en libertad.

ED: EG

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