CIUDAD JUÁREZ, México – El alambrado de púas se ha extendido por 132 kilómetros a lo largo del borde del río Bravo, se desplegaron más de 400 soldados de la Guardia Nacional de Texas y se han invertido más de 5000 de dólares “para blindar la frontera” en ese estado de la frontera de Estados Unidos con México.
Este es el panorama a un año del despliegue de militares de Texas en la frontera de la urbe estadounidense de El Paso con la mexicana Ciudad Juárez, bajo la Operación Lone Star (Estrella Solitaria), con la que el gobierno texano busca cerrar el paso al flujo de migrantes.
A pesar de estas acciones que iniciaron desde el 20 de diciembre del 2022, la cantidad de personas migrantes que arriban de manera irregular a Estados Unidos por la región va en aumento.
Trabajadores humanitarios, académicos y activistas por los derechos humanos y contra la militarización concuerdan que el despliegue de las fuerzas militares texanas en la frontera no sólo no ha logrado el objetivo de disuadir los cruces irregulares, sino ha afectado a las comunidades fronterizas con una normalización de la violencia sistémica y promoviendo una narrativa xenófoba y antiinmigrante.
“Si bien lo han utilizado como una estrategia de disuasión y contención la realidad es que los flujos siguen y no han disminuido con la presencia de agentes y miembros de la Guardia Nacional de Texas desde el año pasado”, dice María Inés Barrios de la O, investigadora del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
De diciembre del 2022, cuando comenzó el despliegue de la Guardia Nacional de Texas entre El Paso y Ciudad Juárez e inició la instalación de un alambrado de púas en las inmediaciones del río Bravo, hasta octubre de este año, 342 731 personas migrantes han sido detenidas por la Patrulla Fronteriza por cruzar de manera irregular a Estados Unidos, muestran cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés).
Este es un incremento de 3,34 % en comparación con el periodo de diciembre del 2021 a octubre del 2022 en el que se registraron 331 623 encuentros. De diciembre del 2022 a octubre del 2021 se registraron 190 394 encuentros, de acuerdo con datos oficiales.
Lo que exhiben las cifras y el análisis de las organizaciones que trabajan por los derechos humanos en Juárez concuerdan que los flujos migratorios no solo se han mantenido si no que han ido en aumento en distintos momentos del año.
La oficina de Movilidad Humana, ubicada en la zona centro de Juárez y que ofrece un servicio de comedor, así como la canalización de recursos para migrantes, ha visto este paso constante de personas en movilidad en el último año. La oficina atiende desde 250 y hasta 400 personas diarias, comparte la coordinadora Cristina Coronado. Aunque en algunas ocasiones ha llegado a atender alrededor de mil personas.
La presencia de personal militarizado y los cambios de políticas migratorias no han disuadido a los solicitantes de asilo de hacer el largo y peligroso camino a la frontera entre México y Estados Unidos.
“La gente sigue llegando aunque les pongan la Guardia Nacional (de Texas). No los van a disuadir”, dice Coronado. “Ellos (los migrantes) encuentran formas de burlar los puntos de revisión”, añade.
A lo largo del río Bravo, dos en la región de Ciudad Juárez-El Paso se puede ver el rastro que las personas en movilidad han dejado con su paso. Se ve ropa rasgada colgada del alambrado de púas pues esta se atora cuando intentar atravesarlo.
También hay maletas y cobijas que dejaron atrás en el río que pueden servir como caparazón para quienes tienen la intención de cruzar esta barrera puesta por la Guardia Nacional y han sido dejados para los próximos transeúntes que también buscan cruzar la red de alambres.
Cuando se llegaron a instalar campamentos migrantes en las inmediaciones del rio durante los días que se anticipó el fin del Título 42, las personas en movilidad llegaron a usar la cortina de alambrado como base para colgar colchas y así protegerse de las inclemencias del clima desértico.
Para Coronado esta es una muestra de cómo el migrante logra burlar estas barreras que han costado un gran esfuerzo instalar. Muchas de las personas en movilidad se acercan al bordo y vuelven a la zona centro de la ciudad para comer en las Oficinas de Movilidad Humana en la Catedral. Hay muy poca conversación sobre el impacto de la Guardia Nacional para ellos.
“Hablan muy poco sobre la Guardia Nacional. A veces se ríen y no se si es un poco de quitarse el miedo, pero se aconsejan a veces de cómo van a pasar y que van a poner. Mucha gente ha dejado ropa y cobijas para poner en el alambre”, cuenta Coronado.
Hay secciones del muro donde se puede ver un reforzamiento con alambrado, pues las mismas personas han cortado la barrera y creado puertas temporales.
El Departamento Militar de Texas dio a conocer que han sido 82 millas de alambrado de púas que han instalado desde Ciudad Juárez, que también colinda con el estado de Nuevo México, y han tenido que reemplazar 27 millas, es decir 43,45 kilómetros.
Contexto de la militarización
El reforzamiento de la frontera con autoridades de seguridad no es algo nuevo, sino que ya se había visto desde la década de los noventas con la construcción del muro fronterizo y patrullaje de autoridades migratorias en el bordo, explica Barrios, la investigadora del Colef.
La presencia de personal armado en la frontera y designación de recursos económicos al Departamento Militar y de Seguridad Pública que se ha dado en el último año refleja más la respuesta por parte del gobierno estatal de Texas que tiene un fin de contención de flujos.
“Amanecimos un 20 de diciembre con el alambrado, con miembros de la Guardia Nacional que están asignados a Texas con armas largas, con automóviles militares como si realmente los migrantes representan un riesgo a la seguridad del estado”, dice Barrios.
Aunque la presencia física de la Guardia Nacional ha estado por un año, Barrios señala que los esfuerzos conjuntos de autoridades texanas han estado presente por años con estrategias como el Operativo Lone Star, desde el 2021, así como esfuerzos federales como el Operativo Hold the Line de 1993, estos no se comparan con la cantidad de recursos actualmente asignados para frenar la movilidad humana.
“Creo que desde el año pasado esto va más allá del recurso significativo que se ha asignado a nivel federal así como nivel estatal para costear el Operativo Lone Star, en ese aspecto creo que difiere y que va más allá de la estructura tradicional como es la construcción de un muro si no también el despliegue de recursos humanos”, explica Barrios.
“Veíamos estas camionetas de CBP o de la Border Patrol patrullando la frontera pero es distinto a tener agentes o miembros de la Guardia Nacional de Texas de planta realmente las 24 horas resguardando la frontera”, expone.
El patrullaje en el bordo por parte de autoridades migratorias de Estados Unidos siempre ha sido un escenario común para las personas que viven en la zona fronteriza de Juárez, explica Silvia Mendez directora del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, organización que denuncia agresiones por parte de fuerzas armadas.
Sin embargo, agrega, la militarización actual no se compara a lo que los juarenses han visto en el pasado.
“Yo creo que el día de hoy rebasa la imaginación de sólo ser un patrullaje en la zona. Ahora estamos hablando de un estado de sitio como si estuviéramos en guerra. Nunca habíamos visto estas barricadas y estos alambres de púas y tanques”, afirma.
Son por lo menos 400 elementos que han sido desplegados por la Guardia Nacional de Texas, dio a conocer el Departamento Militar de Texas durante el despliegue inicial en diciembre del 2022.
El ocho de mayo desplegaron 545 soldados más en ubicaciones alrededor de Texas anticipando un flujo significativo que llegaría a la frontera por el fin del Título 42. El Departamento Militar dio a conocer en ese entonces que “dos unidades con cientos de miembros entrenados se dirigieron a la frontera en El Paso y el Valle del Rio Grande”.
En septiembre volvieron a desplegar personal militar para responder a las condiciones que se daban en la frontera en este periodo, sin especificar las ubicaciones en el estado ni la cantidad de miembros.
“El avión de carga Texas C-130J va a acelerar el movimiento para asegurar un apoyo rápido mientras la Operación Estrella Solitaria incrementa la postura de respuesta a todas las zonas afectadas para proteger a Texas contra el desborde de inmigrantes ilegales y actividad del cartel que impacta nuestro estado”, dio a conocer el Departamento Militar en un comunicado oficial.
Además de la presencia de la Guardia Nacional de Texas, en el bordo se encuentran patrullas del Departamento de Seguridad de Texas y la Patrulla Fronteriza. Por parte de autoridades mexicanas se encuentra el Instituto Nacional de Migración haciendo recorridos por el bordo fronterizo y a finales del mes de septiembre se desplegaron elementos de la Secretaria de Seguridad Pública Municipal.
Xenofobia y violencia, el impacto
Activistas, tanto en El Paso y Ciudad Juárez y académicos advierten sobre los impactos que esta presencia militar tiene tanto para las personas en movilidad como las comunidades fronterizas. Entre estos impactos esta propiciar narrativas xenófobas que deshumanizan a las personas en movilidad.
“Creo que es algo que impacta sobre todo en la percepción que se tiene hacia las personas en situación de movilidad que llegan a la frontera. Creo que esta respuesta por parte del gobierno estadounidense, particularmente del gobierno de Texas, sin duda habla de una estigmatización hacia las personas en situación de movilidad”, explica Barrios.
Esta narrativa que estigmatiza a las personas en movilidad esta alentando una xenofobia que se traduce en políticas antiinmigrantes, como es la más reciente ley del senado número cuatro aprobada por la legislación de Texas que da autoridad al gobierno estatal para criminalizar a aquellos que cruzan de forma irregular, explica Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR, en inglés).
Para el activista en El Paso, la administración de Joe Biden ha fallado en establecer leyes migratorias efectivas como lo había prometido en campaña.
“No hemos visto lo que prometió que fueron más recursos para la estructura de bienvenida a refugiados o un cambio en las políticas migratorias. El dinero esta siendo implementado para fortalecer las autoridades de seguridad”, dice García.
“En el estado de Texas tenemos la llamada Operación Lone Star que esencialmente es una estrategia fronteriza muy xenófoba y racista que está siendo armada con billones de dólares por el estado y ha desplegado recursos de forma masiva hacia el bordo”, afirma.
El gasto público de los contribuyentes se está destinando a esfuerzos que generan más violencia, menciona el activista, agregando que ve estos esfuerzos como una estrategia política.
El gobierno estatal de Texas dio a conocer que se han invertido 4,5 billones de dólares desde el 2021 en operaciones críticas para la seguridad fronteriza. En la sesión legislativa especial de este mes la legislatura de Texas ha aprobado un presupuesto de 1500 milloones de dólares para continuar con la construcción de una barrera fronteriza y 40 millones destinados al Departamento de Seguridad Pública de Texas para realizar operaciones en el borde fluvial.
“Esos cinco millones hubieran levantado las economías de la frontera que son las más pobres del país, es donde tenemos más gente sin seguro médico y es donde hay más niños sin la posibilidad de ir a la escuela”, comenta García.
“Entonces yo creo que fue solo un derroche de dinero que no ha servido para absolutamente nada. Ni siquiera han parado la migración y no se atendieron los problemas sociales que estamos sufriendo en Texas”, agrega.
El impacto que la presencia de fuerzas armadas que han sido desplegadas con el propósito de frenar la movilidad humana tiene un efecto en la percepción que la ciudadanía puede tener hacía las personas en movilidad, pero también genera una normalización de esta violencia sistémica, concuerdan académicos y activistas por los derechos humanos.
El ejemplo más reciente es un incidente que se dio en agosto de este año en el que un agente de la Guardia Nacional de Texas disparó y agredió a una persona que estaba en territorio mexicano.
Para Méndez del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, esta normalización resulta en permitir que existan todo tipo de barreras que limitan nuestra movilidad, no solo para las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiados, sino también a los residentes fronterizos que habitan estas comunidades.
La presencia de vehículos militares y armas largas debe verse como una agresión por alterar la paz social y las dinámicas fronterizas, señala Méndez. Normalizar esta violencia sólo profundiza la división que crean las fronteras
“No debe de haber estas barreras”, dijo Méndez. “El levantar un muro ya es una agresión a las libertades de un mismo pueblo. Ahora con la presencia de la Guardia Texana hay un deslinde del territorio”.
Pero más que nada esta militarización afecta de forma directa a las personas en movilidad al violentar sus derechos humanos como es el libre tránsito y los coloca en ambientes donde son agredidos de diversas formas.
Permanecen en espacio donde los violentan
La retención de personas en movilidad en la frontera las deja en espacios donde sufren violencia, advierten organizaciones de sociedad civil.
Los casos de personas migrantes agredidas en su tránsito son reportados de forma muy baja pero un reporte reciente de Human Rights First muestra que han identificado 106 casos de agresiones contra personas migrantes solo desde mayo del 2023 hasta la fecha dejando a más de mil 300 víctimas.
Activistas por los derechos humanos describen que más que temerles a los elementos de la Guardia Nacional de Texas las personas en movilidad huyen y son agredidos por grupos criminales.
“La mayor parte de las personas que (se entregan a las autoridades migratorias) lo hacen porque prefieren ser deportados que quedarse en Juárez”, dijo Coronado. “Eso sí los asusta mucho. Es lo que me han comentado”.
Aunque las personas burlan este alambrado de púas y pasan de largo al personal armado para acercarse a la violencia, este bloqueo si ha tenido un impacto en la movilidad humana al desplazarlos de forma lateral por la frontera a secciones del bordo más peligrosas.
Barrios menciona que un impacto que ha tenido la Guardia Nacional de Texas en la población migrante es que entregarse a autoridades migratorias para pedir asilo ya no es tan visible.
“Buscan otras rutas y lo vemos cuando han estado en la puerta 36, luego se van a la 40 y se van moviendo con la finalidad de identificar algunos cruces más clandestinos y más peligrosos”, asegura
Finalmente, Barrios concluye que la aprobación de leyes que criminalizan a las personas que cruzan de forma irregular y aquellos que les asisten son también una muestra de cómo estas estrategias de contención, como es la Guardia Nacional, no funcionan.
Este artículo se publicó originalmente en la plataforma mexicana Pie de Página.
RV: EG