DUBÁI – Una de las mayores plantas fotovoltaicas del mundo, el Parque Mohammed bin Rashid al Maktoum, capta rayos solares al sur de esta ciudad de Emiratos Árabes Unidos, con una capacidad instalada de 1527 megavatios (Mw) para dotar de electricidad a unos 300 000 hogares en la capital económica de esta nación árabe.
No obstante, es difícil hallar paneles solares en los numerosos edificios que pueblan esta ciudad de casi tres millones de habitantes, sede de la 28 Conferencia de las Partes (COP28) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), improbable escenario para una cumbre climática en un sitio edificado sobre la riqueza de los hidrocarburos y al mismo tiempo altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática.
Nada raro si se toma en cuenta que este país del Golfo, compuesto por siete emiratos, es una de los mayores productores mundiales de gas y petróleo, una realidad que trata de compensar acogiendo la anual cumbre climática, iniciada el 30 de noviembre y que debe concluir el martes 12 con la Declaración de Dubái.
Por eso, el lanzamiento del Compromiso Global sobre Renovables y Eficiencia Energética el 2 de diciembre, respaldado por 123 países y que consiste en triplicar para 2030 la capacidad instalada alternativa a 11 teravatios (11 millones de millones) y duplicar la tasa de eficiencia energética a 4 % anual, junto a otros anuncios, sorprende en un escenario diseñado por y para el crudo.
Gobiernos, organismos internacionales y empresas han ofrecido ya en la Expo City dubaití, sede la cumbre, 5000 millones de dólares para el desarrollo de energía renovable en los próximos años.
“Es fundamental que la transición energética sea justa, incluya a comunidades afectadas y a las más vulnerables. Tenemos que preguntarnos para qué generar más (electricidad) y para quién. Lo que vemos hoy es un crecimiento complementario que no sustituye a los fósiles, no es lo que necesitamos”: Peri Días.
Para América Latina, una región que ha avanzado en la transición hacia la energía alternativa, aunque con niveles dispares entre países, esas metas voluntarias encierran retos financieros, regulatorios, sociales y tecnológicos para avanzar realmente en esa dirección.
Para Peri Días, gerente de Comunicación para América Latina de la no gubernamental 350.org, la existencia de una declaración sobre renovables en la COP28 es esencial para el abandono progresivo de los combustibles fósiles, cuya quema es la mayor responsable del recalentamiento planetario.
“Es fundamental que la transición energética sea justa, incluya a comunidades afectadas y a las más vulnerables. Tenemos que preguntarnos para qué generar más (electricidad) y para quién. Lo que vemos hoy es un crecimiento complementario que no sustituye a los fósiles, no es lo que necesitamos”, dijo el activista a IPS en la Zona Verde de la cumbre, la que acoge a la sociedad civil y sus variadas expresiones.
En la región latinoamericana, Brasil se ha erigido como el líder indiscutido, al desarrollar una capacidad instalada de 196 379 Mw, de la que 53 % proviene de plantas hidroeléctricas, 13 % de eologenergía y 5 % del sol.
Por su parte, en Chile la fuente solar aporta 24 % de la energía, la eólica, 13 % y la hidroeléctrica, 21 %, aunque las termoeléctricas contribuyen todavía con 36,9 %.
A pesar del rezago desde 2018 por el respaldo frontal a los hidrocarburos del actual gobierno, que ha detenido la transición a modalidades bajas en carbono, le sigue México, con 7000 Mw de capacidad fotovoltaica y 7312 de eólica, aunque su matriz energética dependa en 70 % en los fósiles.
Mientras, en Argentina 73 % de la oferta renovable sopla del viento, 15 % procede del sol, 6 % de la bioenergía y 5 % de minihidroeléctricas.
El reporte Climatoscopio 2023, elaborado por la consultora privada BloombergNEF, halló que Brasil, Chile y Colombia son los más atractivos para inversión renovable, mientras México es de los menos seductores.
Limitaciones
Es cierto que la mayor parte de las naciones latinoamericanas han adoptado objetivos de generación renovable, pero también que enfrentan barreras para su alcance. En el mundo, este segmento sufre altas tasas de interés para su financiamiento, un cuello de botella en la fabricación de aerogeneradores que afecta a los productores y lentitud en la entrega de permisos ambientales.
Para Ricardo Baitelo, gerente de Proyectos del no gubernamental Instituto de Energía y Medio Ambiente de Brasil, el mantenimiento de las políticas juega un rol central en la evolución renovable, que necesitan mayor velocidad de generación, su integración a la red eléctrica y la contracción de las pérdidas de energía, al moverla de un punto a otro.
“El financiamiento es la prioridad número uno. La transición debe estar financiada completamente, con acceso a fondos de largo plazo que sean asequibles. La transferencia de tecnología es vital. Las renovables son la solución más reconocida y asequible para la mitigación y la adaptación climáticas”: Rana Adib
“En los últimos años, Brasil intensificó el regimiento de las renovables, tuvo una expansión sostenible, pero hay que cuidar la planificación. Es necesario mejorar procesos y construir infraestructura, que cuesta más dinero”, señaló a IPS.
El despliegue renovable implica preocupaciones por el respeto a derechos de pueblos indígenas y comunidades, uso de agua, riesgos de deforestación y los impactos de la minería para obtener elementos como cobre, estaño, cobalto y grafito, así como de la obtención de litio.
Varios informes alertan tanto de la demanda de estos materiales, como de sus consecuencias.
La demanda de cobre y níquel crecería entre dos y tres veces para atender las necesidades de los vehículos eléctricos y las redes eléctricas limpias en 2050. La extracción de minerales, como el grafito, el litio y el cobalto, podría subir 500 % en 2050 para cubrir los requerimientos de las tecnologías energéticas, según el Grupo del Banco Mundial.
Chile y México producen cobre; Argentina, Bolivia y Chile, litio; y Brasil, hierro, todos necesarios para la transición energética, que tampoco es inocua porque deja legados ambientales, como los residuos mineros o el uso y contaminación hídricas.
Al respecto, Rana Adib, secretaria ejecutiva de la no gubernamental Red de Políticas de Energía Renovable para el Siglo 21 (REN21), la evolución depende de las condiciones de cada nación.
La declaración “debe incluir claramente rutas para su aplicación y para una transición justa y equitativa. El financiamiento es la prioridad número uno. La transición debe estar financiada completamente, con acceso a fondos de largo plazo que sean asequibles. La transferencia de tecnología es vital. Las renovables son la solución más reconocida y asequible para la mitigación y la adaptación climáticas”, resaltó a IPS.
El compromiso de Dubái implica un mayor esfuerzo a lo que los países latinoamericanos han contemplado.
Para 2031, las renovables representarían 48 % de la energía primaria y 84 % de la generación eléctrica, en la que las modalidades eólica y solar se duplicarían en Brasil.
Mientras, Argentina planea la adición de 2600 gigavatios (Gw) de renovables en 2030 y Chile ha asumido objetivos de 25 % de generación renovable en 2025, 80 % en 2035 y 100 % en 2050.
En su Ley de Transición Energética de 2015, México debe generar 35% de energía limpia en 2024 y 43% de 2030, aunque esas metas están en duda debido al estancamiento de la oferta renovable.
Para Jorge Villarreal, director de Política Climática de la no gubernamental Iniciativa Climática de México, el compromiso de Dubái es factible, pero debe haber un cambio radical en la política energética del país.
“No está orientada hacia las renovables. Contrariamente, hemos invertido en gas. Los permisos (de plantas renovables) están detenidos. México tiene potencial de ampliar la penetración de las renovables. Hacia allá debe dirigirse la nueva inversión en energía”, subrayó ante IPS.
Para 2030, México se comprometió en la COP27, celebrada en Egipto hace un año, a añadir 30 Gw de energía renovable e hidroeléctrica, aunque no existe aún una ruta clara al respecto.
Mientras los gobiernos, las oenegés y la academia hacen cálculos, aún no es seguro que el compromiso asumido el día 2 en la Expo City de Dubái, se traduzca en un mensaje nítido dentro de la declaración final de la COP28.
ED: EG