MÉXICO – La reducción progresiva o la eliminación de los combustibles fósiles es una de las principales disputas que se vislumbran para la 28 Conferencia de las Partes (COP28) sobre cambio climático, que iniciará el 30 de noviembre en Dubái. Y si bien no es claro si se llegará a un acuerdo, definitivamente las corporaciones petroleras —y sus metas climáticas— serán protagonistas.
En este contexto, cabe preguntar: ¿con qué compromisos llegan las principales empresas de América Latina? Mientras Petróleo Brasileiro (Petrobras) y la colombiana Ecopetrol tienen metas de cero emisiones netas a 2050, Petróleos Mexicanos (Pemex) carece de ellas para esa reducción progresiva o eliminación, conocida en inglés como phase down o phase out.
Ahora bien, las dos primeras enfrentan retos, como el impacto ecológico de sus clientes, y sus medidas se caracterizan por contradicciones, según expertos consultados.
Joao Victor Marques, investigador de FGV Energía, de la no gubernamental Fundación Getulio Vargas, de Brasil, valora los resultados ambientales alcanzados en la última década, pero advierte de las vicisitudes futuras.
“Es difícil decir que estas empresas están en ruta para cumplir sus metas en 2050, porque es un reto global. No veo una meta alcanzable para 2050, pero las intermedias son viables. La transición necesitará que los clientes la hagan con productos viables y asequibles, dependerá de cómo sus clientes la enfrentarán”, explica.
En 2021, Petrobras asumió la meta cero emisiones netas, que implica que las emisiones de gases de efecto invernadero (que generan el cambio climático) equivalen al mismo nivel que las neutralizadas o compensadas por diversos medios, para proyectos existentes y futuros.
Ese objetivo incluye la reducción de 30% de emisiones operativas en 2030, en relación con los niveles de 2015. Además, busca el alcance de 15 kilogramos de dióxido de carbono equivalente (CO2e) por barril de petróleo, el promedio mundial, en actividades exploratorias y productivas para 2025.
En refinación, plantea 36 kilogramos de CO2e, el gas generado por las actividades humanas, para 2025 y bajarlo a 30 kilogramos cinco años después.
Asimismo, asume una reducción de 55% de emanaciones de metano (un gas de efecto invernadero más potente que el CO2) en el ramo de exploración y extracción para 2025.
Entre 2015 y 2022, Petrobras acotó sus emisiones en 39 %, al bajar de 78 millones de toneladas de CO2 a 48 millones.
Respecto de las metas citadas, la plataforma internacional World Benchmark Alliance, que analiza planes empresariales de cero neto, alerta que la inversión en exploración y producción entre 2023 y 2027 equivale a 10 veces el desembolso para tecnologías de bajo carbono, por lo que rebasaría su presupuesto de carbono en más de 50% frente a la meta de 1,5°C para el período 2022-2050.
Un problema generalizado de las petroleras no solo radica en el achicamiento de las emisiones provenientes de su propia actividad, conocidas como de alcance 1, sino también las derivadas del uso de energía (A2) y las de sus clientes, por el consumo de sus productos (A3), según el estándar del Protocolo de Gases Efecto Invernadero, el más usado en el mundo.
Ruta empedrada
En la campaña electoral que lo llevó a ganar los comicios y asumir el poder desde agosto de 2022, el ahora presidente de Colombia, Gustavo Petro, propuso el abandono progresivo del consumo de petróleo y carbón.
Más allá de esa promesa, hasta ahora incumplida, el Grupo Empresarial Ecopetrol, que el gobierno colombiano controla, encara desafíos importantes.
A criterio de Andrés Gómez, investigador en Energía y Justicia Climática de la no gubernamental Censat Agua Viva (la filial colombiana de Amigos de la Tierra), Colombia debe abandonar la meta de cero neto porque es inalcanzable.
“El cero neto es problemático, es físicamente imposible de lograr. No hay forma de buscar esas metas. Ecopetrol tiene condiciones para ser una empresa distinta. No estamos en el camino más adecuado, pero hay que ir hacia allá”, dice Gómez.
A 2030, la empresa plantea la disminución de 25 % de sus emanaciones A1 y A2 frente a 2019, que representaría entre cinco y seis millones de toneladas de CO2e, y 50 % del total a 2050 (alcances 1, 2 y 3). Además, visualiza cero quemas rutinarias de gas en ese mismo año.
Ecopetrol admitió también su compromiso de bajar las emisiones de metano en 45 % a 2025, y entre 60 % y 75 % a 2030. En 2022, sus emisiones sumaron 13,66 millones de toneladas.
Al respecto, World Benchmark Alliance indicó: “Tiene planes para producir hidrógeno bajo en carbono a partir de fuentes renovables, pero esto se ve socavado por su crecimiento planificado en el suministro de gas y la exploración en alta mar. La compañía debe aumentar significativamente su enfoque en el hidrógeno verde y desarrollarlo como un modelo de negocio alternativo para ser rentable”.
Cambio complejo
Pemex tiene un escenario mucho más complicado, especialmente cuando el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador aplica políticas pro fósiles que favorecen tanto a la petrolera como al monopolio estatal Comisión Federal de Electricidad.
Al igual que México, Pemex, la petrolera más endeudada del mundo con una joroba cercana a los 100 000 millones de dólares, carece de una meta de cero emisiones netas.
Para Pablo Ramírez, campañista de Clima y Energía de la oficina mexicana de Greenpeace, el cero neto y la continuidad de la producción encarna una contradicción para Pemex.
“En otros países, las empresas pueden meterse a otros proyectos. Implicaría cambiar de giro, porque, a diferencia de las otras empresas de energía, Pemex no tiene otra cartera más que la fósil. Pemex está enfocada en hidrocarburos. Tendría que haber un cambio radical. Pemex tiene atadas las manos en muchas cosas”, explica.
La petrolera proyecta la reducción de la contaminación de su producción y extracción de petróleo y gas de 22,99 toneladas por cada 1000 barriles de crudo equivalente en 2021 a 21,5 en 2025. En cuanto a la refinación de petróleo, la meta asciende a 39,66 toneladas por 1000 barriles en 2035, frente a 45,18 toneladas en 2021.
A octubre de 2022, Pemex incumplía con el marco de 10 puntos de Climate Action + 100, una plataforma dedicada a medir el enfoque de las empresas para los objetivos del Acuerdo de París.
Estos aspectos están relacionados con los objetivos de reducción a corto y largo plazo (2025 y 2050), estrategia de descarbonización y políticas climáticas. Por lo tanto, la petrolera quebranta el Acuerdo de París.
“Aunque tiene algunas metas, no están reportadas con los parámetros esenciales para su evaluación y no integran un plan formal de transición de bajo carbono. No está preparada para el nivel de cambio que la transición demanda”, evalúa World Benchmark Alliance.
Además, sus emisiones han crecido, al pasar de 48 millones de toneladas en 2019 a 70,5 millones en 2021, según los informes de Pemex enviados a la Comisión de Bolsa y Valores, un mandato para que la compañía venda bonos en el mercado estadounidense.
Frente a un planeta cada vez más caliente, la incógnita de las petroleras oscila entre el deseo de mayor obtención de hidrocarburos y la anulación de las consiguientes emisiones.
Este artículo es parte de la Comunidad Planeta, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América latina, del que IPS forma parte. Se elaboró en el marco de la iniciativa Comunidad Planeta en la COP28.
RV: EG