GINEBRA – La nueva directora general de la Organización Internacional para las Migraciones, Amy Pope, primera mujer al frente de la OIM, inició este lunes 2 sus tareas con una sólida defensa del aporte de los migrantes para el desarrollo de las economías en los países de acogida.
“Las economías que han registrado una afluencia significativa de migrantes a lo largo de los años han podido constatar claramente que la gente tiende a estar mejor como resultado de la migración”, dijo Pope, una abogada estadounidense que trabajó en la administración del presidente demócrata Barack Obama (2009-2017).
Como ejemplo del aporte positivo de los migrantes, Pope mencionó en declaraciones a la prensa en esta ciudad suiza el caso de España –con 5,6 millones de migrantes en 2022, 11,7 % de su población, según cifras oficiales- “que ha sabido aprovechar las soluciones laborales que ofrecen esas personas”.
En reuniones de la OIM con el gobierno español, sus autoridades “han dejado muy claro que ven necesidades de mano de obra en su país. Reconocen que las vías de migración son una de las formas de satisfacer esas necesidades de mano de obra”.
A la pregunta de si la decisión del mes pasado del presidente estadounidense Joe Biden, de permitir que unos 470 000 venezolanos no registrados trabajen legalmente podría alentar la migración, Pope respondió que “si no hubiera empleos, los migrantes no vendrían”.
Por lo tanto, explicó, el objetivo de la OIM es pedir “más vías regulares y realistas para las personas” que decidan migrar.
“Escuchamos del sector privado en todo el mundo, pero especialmente en Europa y América del Norte, que están desesperados porque la migración cubra las necesidades de su propio mercado de trabajo y para continuar impulsando la innovación en sus propias compañías”: Amy Pope.
Mencionó que informes del Banco Mundial plantean a la migración como “una fuerza poderosa” para la reducción de la pobreza, y que actualmente, no menos de 30 de las economías más grandes del mundo luchan por cubrir puestos en los sectores de salud, agricultura, construcción y hotelería, entre otros.
Destacó que hay unos 280 millones en migrantes en el mundo, “un proceso que no terminará pronto dado el enorme impacto de la crisis climática, los conflictos, la persecución y otros factores que desestabilizan a las comunidades frágiles de todo el mundo, desde América Latina hasta Europa, Asia y África”.
“Sabemos que decenas de millones de personas se han desplazado este año como resultado del impacto climático y hay cientos de millones más que viven en comunidades extremadamente vulnerables al clima”, afirmó.
Pope dijo que debido a esta dramática situación, a menos que las naciones más ricas ayuden a esas personas a resistir la sequía y otras crisis climáticas, aprovechando al mismo tiempo las oportunidades que ofrece la migración, “es muy probable que el mundo registre más movimientos de gente desesperada”.
Expresó que los migrantes son, en primer lugar, personas, “no deben ser vistas como un problema”, añadió que esa distinción es hoy más crítica que nunca, y recordó que han pasado 10 años desde que un naufragio frente a la costa italiana, el 3 de octubre de 2013, se cobró más de 368 vidas.
Subrayó que “el mayor temor es que tales tragedias se hayan normalizado”. En 2022 y en lo que va de 2023 varios miles de personas migrantes desde el norte de África han perecido en naufragios, al zozobrar los frágiles botes de goma o viejas barcazas de madera en las que tratan de cruzar el mar Mediterráneo.
“Antes de que las etiquetemos como migrantes o solicitantes de asilo o cualquier otra cosa, tenemos que pensar que son personas. Valorar su vida y su dignidad es clave para todo lo que digamos y hagamos en cualquier Estado miembro con el que trabajemos”, apuntó.
Insistió en que la migración es un proceso positivo para las naciones receptoras “porque impulsa la innovación, la oferta laboral, la renovación o la revitalización de comunidades que envejecen”.
Finalmente, dijo que “escuchamos del sector privado en todo el mundo, pero especialmente en Europa y América del Norte, que están desesperados porque la migración cubra las necesidades de su propio mercado de trabajo y para continuar impulsando la innovación en sus propias compañías”.
Como directora general de la OIM, establecida en 1951, con 175 Estados miembros y cerca de 20 000 empleados, Pope tomó el relevo del portugués Antonio Vitorino. La mayoría de los directores de la entidad han sido estadounidenses.
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