NACIONES UNIDAS – La deuda pública mundial acumuló 92 billones (millones de millones) de dólares en 2022, los países en desarrollo deben 30 por ciento de esa cifra y los cambios en el sistema financiero internacional son urgentes, planteó con un nuevo informe el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
“La mitad de la humanidad vive en países que se ven obligados a gastar más en el servicio de su deuda que en salud y educación, lo que significa nada menos que un desastre para el desarrollo”, destacó Guterres al presentar el informe.
El estudio “Un mundo de deuda”, lo hizo el Grupo de Respuesta de la ONU a las Crisis Globales, que Guterres estableció en 2022 con 32 miembros: directores de agencias de la organización, de bancos de desarrollo y de otros entes internacionales, y lo preside la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed.
Señala el reporte que 52 países, 40 % del mundo en desarrollo, están en “graves problemas de deuda”, y aboga por un alivio fiscal urgente para esas economías.
La propuesta central del Grupo de Respuesta es que se deben adoptar medidas urgentes, como un mecanismo de reestructuración de la deuda, suspensiones de pagos, plazos más largos y tasas más bajas para los países pobres y de renta media en situación vulnerable.
Su análisis indica que la deuda pública ha aumentado más rápidamente en los países en desarrollo que en los países industrializados durante la última década. Pasó de 35 % de su producto interno bruto en 2010 a 60 % de ese PIB en 2021, y la mantenida con acreedores extranjeros pasó de 19 a 29 % del PIB en el mismo lapso.
Además, en los últimos 10 años, la porción de la deuda pública externa con acreedores privados –que ofrecen financiamiento en condiciones comerciales usualmente duras- ha aumentado en todas las regiones, y representaba 62 % de la deuda pública externa total de los países en desarrollo en 2021.
“La mitad de la humanidad vive en países que se ven obligados a gastar más en el servicio de su deuda que en salud y educación, lo que significa nada menos que un desastre para el desarrollo”: António Guterres.
Esos incrementos se han debido principalmente a las crecientes necesidades de financiamiento para el desarrollo, exacerbadas por la pandemia covid-19, la crisis del costo de vida y el cambio climático, y por fuentes alternativas limitadas de financiamiento.
En consecuencia, el número de países que enfrentan altos niveles de deuda ha aumentado considerablemente, de sólo 22 en 2011 a 59 países en 2022, y el informe precisa que 70 % de la deuda del mundo en desarrollo se concentra en tres economías: China, India y Brasil.
China tiene un débito de 14 billones, India de 2,8, Brasil de 1,6 y México de 0,8 billones (800 000 millones) de dólares. El mayor deudor en el mundo es Estados Unidos, con 31 billones de dólares.
Enfatiza en que hay “prioridades alteradas”, pues los gobiernos de las naciones más endeudadas priorizan el pago de los intereses de los créditos sobre las inversiones necesarias para el desarrollo.
“Algunos de los países más pobres del mundo están forzados a elegir entre pagar su deuda o servir a su población. Prácticamente no disponen de espacio fiscal para inversiones esenciales en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o en la transición a las energías renovables”, enfatizó Guterres.
Los ODS son 17 objetivos adoptados por la comunidad internacional dentro de las Naciones Unidas en 2015 como un plan general para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el año 2030 todas las personas accedan al disfrute de paz y prosperidad.
Como en otras ocasiones, el titular de la ONU aseveró que los niveles catastróficos de deuda pública en los países en desarrollo son un “fallo sistémico, que resultó de la desigualdad de la era colonial incorporada en nuestro sistema financiero obsoleto”.
“Ese sistema no ha cumplido su mandato como una red de seguridad para ayudar a todos los países a manejar la cascada de impactos imprevistos de hoy: la pandemia, el impacto devastador de la crisis climática, y la invasión rusa de Ucrania”, dijo.
El informe subraya que los países en desarrollo están muy expuestos a las perturbaciones externas precisamente porque tienen que pagar el servicio de la deuda en moneda extranjera.
En ese sentido, Guterres especificó que, en promedio, los costos de endeudamiento son cuatro veces más altos para los países africanos que para Estados Unidos, y ocho veces más altos que para las economías europeas más ricas.
Así, los bonos de deuda de países africanos deben rendir en promedio 11,6 % anual, los de América Latina y el Caribe 7,7 % y los de Asia y Oceanía 6,5 %, mientras que los de Estados Unidos rinden 3,1 % y los de Alemania 1,5 %.
Las naciones más pobres dependen cada vez más de los acreedores privados que cobran tasas muy elevadas, y se ven obligadas a pedir más dinero prestado para su supervivencia económica, apuntó Guterres.
Lamentó que la deuda se haya convertido en “una trampa que simplemente genera más deuda” en vez de ser una herramienta financiera útil.
El estudio de la ONU propone una serie de medidas urgentes, incluido un mecanismo efectivo de reestructuración de la deuda que aboga por las suspensiones de pagos, los plazos de préstamo más largos y las tasas más bajas, “incluso para países vulnerables de renta media”, recalcó Guterres.
El documento también exige una ampliación masiva del financiamiento asequible a largo plazo, transformando la forma en que funcionan los bancos multilaterales de desarrollo, rediseñándolos para apoyar el desarrollo sostenible y apalancando los recursos privados.
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