Energía eólica costa afuera en Colombia: entre la esperanza y la cautela

Un parque eólico marino en Europa. La costa caribeña de Colombia tiene un gran potencial para proyectos de energía eólica marina, pero también alberga zonas protegidas de importancia biológica y ecológica. Imagen: Tho Ge / Pixabay

BOGOTÁ – “El viento y la fuerza del mar nos ubican en una zona privilegiada para la instalación de proyectos de generación eólica. Esto nos permitirá ser el primer país en Latinoamérica en producir este tipo de energía costa afuera”, dijo la ministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, cuando anunció a fines de mayo la subasta para los primeros proyectos de generación de energía eólica costa afuera del país.

Solo unos días después, el gobierno puso en funcionamiento el primer portal informativo sobre el despliegue de la energía eólica costa afuera en Colombia. Aquí irán mostrando los avances en el desarrollo de esta tecnología que, por intermedio de unos molinos, aprovecha la constancia y la fuerza del viento en alta mar que no tiene barreras que le generen resistencia, como sí puede suceder en tierra firme.

Según Vélez, los pliegos deberían estar listos en agosto. Quienes obtengan los permisos podrán adelantar estudios, tramitar licencias y realizar actividades para acceder a una concesión marítima con el fin de construir y operar parques eólicos offshore (costa afuera). Sin embargo, los retos son muy grandes.

Una mujer con un vestido habla a través de un micrófono rodeada de comunidades wayuu
La ministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, habla sobre proyectos de energías renovables con las comunidades indígenas wayuu del departamento de La Guajira, en el norte del país. Imagen: Ministerio de Minas y Energía de Colombia

Renovables estancadas

Un informe reciente de SER Colombia, la asociación que agrupa al gremio de las energías renovables del país, precisó que, de los 80 proyectos de energía renovable no convencional que hay en Colombia ―eólicos y solares― que tenían programado iniciar operación entre 2023 y 2024, solo el 35% avanza sin problema. El resto presenta retrasos por conflictos sociales, ambientales o jurídicos.

Como el proyecto eólico Windpeshi, de la empresa ENEL, ubicado al extremo norte de Colombia, en el departamento de la Guajira. El pasado 24 de mayo se anunció la suspensión indefinida de su construcción, tras dificultades en los acuerdos con algunas comunidades indígenas wayuu, habitantes ancestrales del territorio.

No ha sido el único caso. Colectora, un proyecto que transportaría la energía de siete parques eólicos de la Guajira al resto del país, lleva tres años de retraso. Otros proyectos de energías renovables no han podido ingresar al Sistema Interconectado Nacional, o red eléctrica nacional, donde entregan la energía.

El potencial de los océanos

La energía eólica costa afuera se ha mostrado como una alternativa prometedora. Solo en 2021, la capacidad mundial instalada de plantas eólicas marinas se triplicó, alcanzando cifras récord, ya que se añadieron 21,1 gigavatios (GW) de nueva capacidad frente a los 6,1 GW de adiciones de 2020.

Colombia está entre los lugares del planeta que resaltan por su potencial eólico. “Somos el único país de Sudamérica que tiene dos océanos y una extensión enorme de mar territorial, equivalente a casi el 50% del país”, asegura Andrea Devis-Morales, oceanóloga y PhD en oceanografía, con amplia experiencia en producción energética costa afuera.

«Somos el único país de Sudamérica que tiene dos océanos y una extensión enorme de mar territorial, equivalente a casi el 50% del país»: Andrea Devis-Morales.

Devis-Morales trabaja un proyecto para determinar el potencial de los mares en Colombia en cuanto a energías renovables en la Universidad Nacional en Medellín. No solo se enfoca en el viento, sino también en el oleaje, las corrientes, los cambios de temperatura y los cambios de salinidad.

Sin embargo, la investigadora resalta que la eólica tiene una ventaja sobre las otras formas de generación de energía.

“Potenciales como el gradiente térmico o salino no cuentan todavía con una tecnología lo suficientemente avanzada. En cambio, la tecnología para extraer energía del viento ha avanzado mucho, así como la tecnología para mantener unas plataformas a flote a pesar del clima y las variaciones meteorológicas intensas”, explica.

Pendientes por resolver

Pese a que el gobierno afirmó que busca ejecutar a corto plazo la primera ronda de asignación de permisos de ocupación temporal para la eólica costa afuera, las reglas del juego todavía no están tan claras.

Desde el 2020 se empezó a construir en el país un marco regulatorio específico para esta energía. En mayo de 2022 se publicó la hoja de ruta con los potenciales y retos de la eólica offshore a mediano y largo plazo en Colombia, y, recientemente, con la resolución 40284 de agosto de 2022, se plantearon las condiciones para otorgar un permiso de ocupación temporal a las empresas como primer paso para el desarrollo de dichos proyectos.

Mapa de las posibles zonas de exploración de energía eólica marina en Colombia
Las “zonas de interés ambiental” incluyen áreas de biodiversidad significativa, sitios de importancia marina, áreas protegidas nacionales y áreas de conservación prioritarias, según lo mapeado por The Renewables Consulting Group en la Hoja de ruta para el despliegue de la energía eólica costa afuera en Colombia.Mapa: Diálogo Chino

La costa Caribe colombiana, donde se presenta el mayor potencial para la energía eólica fuera de costa en el país, es también un lugar con zonas protegidas, áreas de importancia biológica y ecológica, hábitats críticos y clave para la conservación de especies y ecosistemas. Sus aguas son utilizadas por pesquerías artesanales y comerciales, y parte de la zona continental es territorio ancestral de comunidades indígenas.

Además, es una zona de alto tráfico marítimo, de turismo, de pesca o de carga, muy cercana al canal de Panamá, y con áreas asignadas para exploración y explotación de hidrocarburos costa afuera.

La Dimar, autoridad marítima encargada de controlar y autorizar las actividades marítimas y costeras en Colombia, se encargó de determinar las áreas con “bajos niveles de conflictividad”, donde se permitiría el desarrollo de los proyectos eólicos offshore y su coexistencia con otras actividades marinas.

Como señala la hoja de ruta, a mayor escala, aumentan los riesgos de impactos sociales y ambientales, por lo que “se requerirán datos, participación y una planificación espacial marina cuidadosa para minimizarlos”.

Eso mismo señala un informe reciente de CLEANaction, una plataforma que reunió a más de 10 organizaciones internacionales para determinar los posibles impactos de varias fuentes de energías renovables.

“Sabemos que la energía renovable es nuestra mejor opción para alcanzar las necesidades de energía sin dañar irreparablemente nuestro clima o naturaleza, pero incluso las renovables pueden ser disruptivas con el ambiente mientras son instaladas y durante su mantenimiento”, dice.

Según el investigador Juan Gabriel Rueda, PhD en ingeniería civil y experto en energía eólica marina, el país aún no cuenta con información suficiente. “No hay un contexto legal claro para regular la explotación sostenible y segura de la energía eólica no convencional”, señalaba en una investigación publicada en 2019. Y sus percepciones no han cambiado.
«La hoja de ruta, que es la que está guiando hoy las discusiones, no tuvo en cuenta la investigación que se había hecho aquí en Colombia sobre el tema. Se tomaron decisiones sin consultar a la academia del país y al Estado le falta mucha información, justificando entonces la contratación de consultorías extranjeras que, si bien tienen experiencia, no tienen en sus países las condiciones y particularidades sociales, ambientales y culturales que tenemos nosotros”, explica.

Entre otros desafíos están los impactos en las aves migratorias. “Los peligros que presentan la construcción de parques eólicos costa afuera para las aves siguen siendo principalmente: la barrera que presentan al movimiento, la pérdida de hábitat y el riesgo de colisión”, se lee en la hoja de ruta.

Garzas blancas e ibis escarlata en el norte de La Guajira, Colombia
Garzas blancas e ibis escarlata en el norte de La Guajira, Colombia. Los parques eólicos marinos pueden suponer un peligro para las aves migratorias, ya que podrían obstaculizar sus movimientos, provocar la pérdida de sus hábitats y riesgos de colisión. Imagen: David González M. / Diálogo Chino

 

Una preocupación similar se tiene con los mamíferos marinos, como delfines o manatíes.

En el Caribe colombiano se han identificado 29 especies, es decir, el 83% de las especies registradas en Colombia, que pueden ser particularmente sensibles a actividades de construcción, al ruido submarino y al riesgo de colisión con embarcaciones.

“Actualmente no hay un mapa de acústica marina, de los niveles de ruido actuales, y no sabemos cómo (el desarrollo de proyectos eólicos offshore) puede impactar a las especies marinas”, señala Rueda.

Un mecanismo que ha implementado Colombia para la disminución o compensación de esos impactos es la licencia ambiental. La legislación nacional establece que, quienes quieran adelantar este tipo de proyectos, deben presentar un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que será el punto de partida para que se otorgue o no la licencia.

Aunque la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) son los encargados de publicar los términos de referencia para la elaboración de los EIA de los proyectos eólicos costa afuera, al cierre de este reportaje no se obtuvo respuesta sobre los avances.

El 8 de junio, Día Mundial de los Océanos, se publicó un estudio que indicaba que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero habían alcanzado un máximo histórico de 54 gigatoneladas de CO2 equivalente al año, en promedio, en la última década.

Si el mundo está dispuesto a trabajar para limitar el calentamiento global a 1,5° para final de siglo, es necesario que las energías renovables representen más del 90% de la generación de electricidad para 2050. Un gran reto que necesita más que buenas intenciones.

Este artículo se publicó en Diálogo Chino, que versionó una publicación original de Climate Tracker América Latina

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