BRATISLAVA – Además de crear una crisis humanitaria, la destrucción de la represa de Nova Kajovka, en el sur de Ucrania, ha provocado un enorme daño medioambiental que puede que nunca se repare, según expertos y ecologistas.
Según las autoridades ucranianas, el derrumbe de la represa el 6 de junio en la región de Jersón puso a más de 40 000 personas en peligro inmediato de inundación y dejó a cientos de miles sin acceso a agua potable.
El embalse de la represa, el de mayor volumen de Europa, que siguió vaciándose los días siguientes a su destrucción, contenía 18 kilómetros cúbicos de agua -un volumen aproximadamente similar al del Gran Lago Salado de Utah- y era la fuente de agua dulce de gran parte del sur del país.
La catástrofe, según Kiev, fue el resultado de un sabotaje ruso que explosionó el dique de la presa, inundó decenas de aldeas, pueblos y ciudades a lo largo del río Dniéper. Asentamientos enteros quedaron anegados, con casas arrasadas o casi completamente sumergidas por el agua.
Esas aguas han empezado a retroceder en muchos lugares y el riesgo inmediato de ahogamiento ha disminuido en gran medida, pero siguen existiendo otros peligros graves, y el Ministerio de Sanidad ucraniano advierte de la amenaza de enfermedades transmitidas por el agua y los alimentos.
Ello se debe, explica el ministerio, por los cadáveres, los productos químicos, los vertederos y los residuos de los retretes que podrían haber contaminado las aguas y los pozos.
El residente Volodímir Zelenski también destacó el peligro potencial del ántrax, ya que las inundaciones pueden haber alterado los enterramientos de animales, y funcionarios del Ministerio de Sanidad dijeron a IPS que estaban especialmente preocupados por el riesgo de cólera en las próximas semanas para los sobrevivientes.
El número provisional de muertos es de al menos 52, de los que 35 corresponden a la parte anexada de Rusia y 17 a Ucrania.
Además, es poco probable que los evacuados puedan regresar a sus hogares durante algún tiempo, si es que lo hacen, lo que sumará decenas de miles de personas ya vulnerables a la actual crisis de desplazamiento interno del país.
“En Ucrania hay ya cinco millones de desplazados internos. Esto supondrá una mayor presión sobre unos servicios que ya están al límite de su capacidad”, explicó a IPS Olivia Headon, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que colabora en las tareas de rescate en las zonas afectadas.
Pero si el coste humano de la catástrofe es cada vez más evidente, también lo es su enorme impacto ambiental, según comentaron a IPS expertos y activistas ambientales, en entrevistas desde Bratislava, la capital de Eslovaquia.
El viceministro ucraniano de Asuntos Exteriores, Andrij Melnik, ha calificado la destrucción de la represa como la peor catástrofe ambiental en Europa desde el desastre de Chernóbil, y muchos expertos locales creen que los efectos ecológicos se dejarán sentir durante décadas.
“Algunos ecosistemas podrían recuperarse en una docena de años de la inundación en sí”, dijo Natalia Gozak, oficial de Campo de Rescate de Vida Silvestre en Ucrania para el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (Ifaw, en inglés).
Pero “la caída en el nivel de las aguas subterráneas aguas arriba de la represa es permanente -a menos que se reconstruya- por lo que (algunos) ecosistemas nunca se recuperarán”, planteó en su diálogo con IPS
La zona aguas abajo de la represa -que incluye tres parques nacionales- es rica en vida salvaje, con alguna fauna muy rara.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Grupos ecologistas locales estiman que cientos de miles de animales se han visto afectados por la destrucción de la represa y que decenas de miles han muerto.
Temen la pérdida de especies endémicas en peligro de extinción: se han inundado zonas que albergan casi todas los hábitats conocidos de la rara especie de hormiga Liometopum microcephalum, así como 70 % de la población mundial del ratón de abedul de Nordmann (Sicista loriger).
Entretanto, ecosistemas que ya estaban en peligro de extinción tienen que lidiar ahora con demasiada o muy poca agua y podrían desaparecer.
Los ecologistas también temen una pérdida masiva de aves, mientras que la desecación del embalse también provocará la pérdida de importantes poblaciones de peces de agua dulce de Ucrania.
La pérdida de agua de la represa y de los grandes canales a los que abastecía también supondrá el fin del suministro de agua a las tierras de cultivo de cereales y otros productos que alimentan no solo a los ucranianos, sino también a muchos millones de personas en los países del Sur en desarrollo.
Un solo dato: 40 % de los suministros de trigo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) proceden de Ucrania.
“En los próximos años, el mayor impacto se notará en las zonas agrícolas del sur, que ahora se quedan sin abastecimiento de agua. Estas zonas ya habrán cambiado este verano (boreal), dependiendo de las medidas de adaptación que sean posibles y de las acciones que se emprendan”, dijo Gozak, de Ifaw.
Añadió que en las zonas donde los canales de riego ya no se llenan desde el embalse, la agricultura se detendrá. “Es posible que se produzca la desertificación” de tierras, predijo.
Según Ifaw, la desecación de las tierras afectará a los microclimas locales y provocará cambios de temperatura, mientras que la erosión eólica arrastrará arena y tierra a las zonas vecinas, lo que afectará tanto a las personas como a la naturaleza.
Además, existen otras amenazas ambientales a largo plazo.
Una de ellas es la contaminación, ya que las aguas de las inundaciones han arrastrado unas 150 toneladas de aceite de maquinaria hasta el mar Negro, según las autoridades ucranianas. También se han visto enormes manchas de aceite en las aguas del puerto y las instalaciones industriales de la ciudad de Jersón.
Y se ha advertido de que algunas partes del río y las tierras circundantes pueden estar ahora llenas de minas.
Algunas zonas de Ucrania han estado muy minadas desde el comienzo de la invasión rusa a gran escala en febrero del año pasado, y se cree que las aguas de la inundación han movido muchas de esas minas.
Aunque se ha informado de que algunas explotaron al chocar contra los escombros en su camino río abajo, es probable que otras muchas hayan quedado sin explotar y cubiertas de cieno y barro o enterradas bajo otros escombros.
Los grupos internacionales de rescate afirman que encontrar esas áreas y desminarlas sería un proceso muy lento, incluso sin el actual escenario de guerra.
“Estamos cartografiando la probabilidad de dónde estaban las minas y dónde podrían acabar. La zona alrededor de la represa fue minada en gran medida para detener un asalto anfibio, y no sabemos con exactitud cuántas minas hay”, dijo Andrew Duncan, coordinador de contaminación de armas del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Por esa razón, afirmó a IPS, “podría haber miles de minas, aunque esperamos que no decenas de miles”.
“Si cesaran los combates y pudiéramos entrar en la zona, habría que hacer todos los esfuerzos razonables para localizar las minas. Pero se trata de un proceso muy lento. Cualquier terreno afectado estará fuera de servicio durante años”, añadió.
Pero eso no es todo.
A unos 150 kilómetros aguas arriba de Nova Kajovka se encuentra la central nuclear de Zaporiyia, que obtenía el agua de refrigeración del embalse de la represa. Los reactores de la central, bajo control de las fuerzas rusas desde principios de la guerra, se habían apagado antes del desastre, pero siguen necesitando agua para refrigerarse y evitar una catástrofe nuclear.
Funcionarios del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) han afirmado que las fuentes alternativas, incluido un gran estanque junto a la central, pueden proporcionar agua de refrigeración durante varios meses, pero el desastre ha puesto en evidencia la posibilidad de que se produzca una catástrofe aún mayor en el emplazamiento, afirman otros expertos.
La científica nuclear ucraniana Mariana Budjeryn, investigadora principal del Proyecto sobre Gestión del Átomo de la Escuela Kennedy de la estadounidense Universidad de Harvard, declaró a los medios de comunicación internacionales: “Si los rusos hicieron esto con Kajovka, no hay garantía de que no hagan estallar las unidades del reactor de la central de Zaporiyia”
Añadió que “al parecer, también están minados tres de los seis reactores” de la planta nuclear, la mayor de Europa. “No causaría un Chernóbil, pero sí trastornos masivos, contaminación local y daños a largo plazo para Ucrania”, precisó.
Independientemente de lo que ocurra o no en la central nuclear, los efectos de la destrucción de la represa se dejarán sentir durante mucho tiempo tanto en la población como en la naturaleza.
Olena, una oficinista del distrito de Korabel, en la región de Jersón, quien pidió a IPS usar un nombre falso, dijo que “todos vamos a tener que vivir con los peligros, como las minas desprendidas, durante mucho tiempo después de las inundaciones”.
Gozak añadió que “el coste humano del desastre es probablemente mayor que el medioambiental, pero los ecosistemas y los hábitats tardarán años y años en volver a ser como antes, si es que eso ocurre».
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