VIENA – Una de cada 17 personas en el mundo consumió algún tipo de droga entre 2011 y 2021, incrementando la cifra de consumidores de 240 a 296 millones, indicó la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd) en un informe divulgado este lunes 26.
La droga más popular sigue siendo cannabis (marihuana), hay alarma por el aumento en el consumo de opioides sintéticos, y el número de usuarios que sufrieron trastornos por consumo de estupefacientes se disparó a 39,5 millones, un aumento de 45 % en la década.
“Estamos siendo testigos de un aumento continuo en el número de personas que sufren trastornos por consumo de drogas en todo el mundo, mientras que el tratamiento no llega a todos los que lo necesitan”, expresó la directora ejecutiva de la Onudd, Ghada Waly, en la presentación del informe.
El informe se publica en coincidencia con Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1987.
Waly planteó que “debemos intensificar las respuestas contra las redes de tráfico de drogas que se aprovechan de los conflictos y las crisis mundiales para expandir el cultivo y la producción de drogas ilícitas, especialmente de drogas sintéticas, causando un mayor daño a las personas y a las comunidades”.
Por ejemplo en el Sahel, franja semiárida que cruza África de oeste a este, el comercio de drogas ilícitas financia a grupos armados e insurgentes no estatales, mientras que en Haití, los narcotraficantes aprovechan la porosidad de las fronteras para reforzar sus negocios, alimentando las crisis que se multiplican en el país.
Si bien la guerra en Ucrania ha desplazado las rutas tradicionales de cocaína y heroína, hay indicios de que el conflicto podría desencadenar una expansión de la fabricación y el tráfico de drogas sintéticas, dado el conocimiento existente y los grandes mercados de drogas sintéticas que se están desarrollando.
Se estima que el número global de personas que se inyectaron drogas fue de 13,2 millones, un crecimiento de 18 % respecto a las anteriores estimaciones, aunque la droga más popular en 2021 continuó siendo el cannabis, con 219 millones de consumidores, 4,3% de la población adulta mundial.
Asimismo, el estudio constata que la mayoría de los usuarios de estupefacientes en el mundo son hombres (alrededor de 70 %), pero que se está reduciendo la brecha de género en algunas subregiones. Así, 42 % de los consumidores de cannabis en América del Norte son mujeres.
El uso de anfetaminas ascendió a 36 millones de personas, el de cocaína a 22 millones y el consumo de sustancias tipo “éxtasis” creció hasta los 20 millones.
El mayor porcentaje de consumo de anfetaminas (45 %) y de productos farmacéuticos sin fines médicos (entre 45 y 49 %) corresponde a las mujeres, mientras que es mayor el de los hombres que consumen opiáceos (75 %) y cocaína (73 %).
El grupo poblacional más vulnerable al consumo de drogas, y el más gravemente afectado por los trastornos relacionados con su uso, son los jóvenes.
En América del Sur, más de la mitad de las personas en tratamiento por consumo de estupefacientes tiene menos de 25 años, y en África 70 % tiene menos de 35 años.
Además, la demanda de atención por desórdenes relacionados con las drogas sigue sin satisfacerse, con solo una de cada cinco personas recibiendo tratamiento, y aumentaron las disparidades por regiones en el acceso a ser tratados.
El informe sostiene que debe priorizarse a escala mundial la salud pública, la prevención y el acceso a los servicios de tratamiento, pues de lo contrario el problema de las drogas dejará atrás a más personas.
El estudio dedica un capítulo especial al tráfico de drogas y delitos relacionados con el medio ambiente en la cuenca del Amazonas.
Indica que en varias áreas de esa cuenca confluyen múltiples formas de delincuencia organizada que agravan la devastación medioambiental, con graves consecuencias para la seguridad, la salud y el bienestar de la población de toda la región.
El aumento del cultivo y el tráfico de drogas y los delitos medioambientales en la cuenca del Amazonas, se debe en parte a la abundancia de recursos naturales junto a una presencia limitada del Estado, la corrupción persistente y otros factores estructurales relacionados con la informalidad, la desigualdad y el desempleo.
Aparte del narcotráfico, entre las actividades ilícitas en las que está involucrado el crimen organizado se incluye el despojo de tierras, la tala y la minería ilegal, el tráfico de fauna silvestre y otros delitos relacionados con el medio ambiente.
Esas redes de criminales no sólo agravan la deforestación, sino que aceleran la comisión de otro tipo de delitos como la corrupción, los delitos fiscales y financieros, el homicidio, el asalto, la violencia sexual, la explotación de trabajadores y menores, y la criminalización de los defensores medioambientales y los pueblos indígenas.
Aunque puede actuar indirectamente como un elemento catalizador, el impacto directo del cultivo de coca en la deforestación de la mayor selva tropical del planeta es mínimo y se debe a otros factores.
Entre ellos, la denominada «narcodeforestación», o sea el blanqueo de los beneficios del narcotráfico destinados a la especulación de tierras, al sector agrícola, a la ganadería y a otras infraestructuras relacionadas.
Las poblaciones más afectadas por esta confluencia de crímenes son las indígenas y otras minorías, ya que sufren desplazamientos forzosos, envenenamiento por mercurio y otros impactos relacionados con la salud, así como una mayor exposición a la violencia y la persecución.
En otro aparte, el informe señala que la crisis de los opioides en América del Norte no se asoció a un aumento considerable del número de consumidores, sino a las muertes por sobredosis, atribuidas principalmente al consumo de fentanilos.
En Estados Unidos se produjeron en 2021 más de 80 000 muertes por sobredosis de opioides. La mayoría de esos fallecimientos, 70 000, se atribuyeron a los opioides farmacéuticos elaborados con compuestos sintéticos (principalmente fentanilos). Las mujeres constituyeron aproximadamente 30 % de los decesos por sobredosis.
También en Canadá las muertes por sobredosis relacionadas con la proliferación de opioides sintéticos como el fentanilo, también mostraron una tendencia creciente, cerca de 8000 en 2021.
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