SÃO PAULO – El nitrógeno es un nutriente esencial en la agricultura, que ayuda a las raíces de las plantas a crecer, a las hojas a reverdecer y a los cultivos a prosperar. La aplicación de fertilizantes a base de nitrógeno puede marcar una diferencia significativa en el rendimiento y el crecimiento, incluso en el caso de los pastos de los que se alimenta el ganado.
El gran salto de productividad experimentado por la agricultura y la ganadería brasileñas en las últimas cuatro décadas no habría sido posible sin el aumento de los niveles de nitrógeno mediante el uso generalizado de fertilizantes.
Sin embargo, esta abundancia en la producción tiene un costo medioambiental. El uso de fertilizantes a base de nitrógeno genera un peligroso gas de efecto invernadero: el óxido nitroso. Este gas permanece en la atmósfera durante más de cien años y tiene un potencial de calentamiento 264 veces superior al del dióxido de carbono. Además, es la sustancia más perjudicial para la capa de ozono.
En Brasil, en 2021, las emisiones de óxido nitroso procedentes del uso de fertilizantes sintéticos alcanzaron los 37,5 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono, según datos del Sistema de Estimación de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (SEEG), una iniciativa del Observatorio del Clima, una red brasileña de ciencia climática. Estas emisiones son casi equivalentes a las emisiones totales de dióxido de carbono en 2021 de países enteros, como Portugal, Finlandia y Azerbaiyán.
El impacto del óxido nitroso en la atmósfera ha despertado debates sobre la reducción, restricción o incluso prohibición del uso de fertilizantes nitrogenados. En Nueva Zelanda, Greenpeace está haciendo campaña para poner fin al uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos.
En Canadá, el gobierno ya ha anunciado planes para reducir las emisiones relacionadas con el uso de fertilizantes nitrogenados, mientras que los planes de los Países Bajos para reducir a la mitad las emisiones de nitrógeno para 2030 se han topado con un importante movimiento de protesta de los agricultores.
En Brasil, sin embargo, aún no se han visto medidas políticas para reducir las emisiones basadas en el nitrógeno. “El país necesita ampliar las políticas de agricultura baja en carbono para contener las emisiones”, afirma Renata Potenza, investigadora del SEEG. Las actividades de los productores, añade, están ralentizando el cumplimiento de las metas del Acuerdo de París por parte de Brasil.
Emisiones agrícolas
Junto con sus hijos, Antônio Sebastiani gestiona una explotación agrícola en Cerquilho, una ciudad situada a unos 150 kilómetros al oeste de São Paulo.
A finales de marzo, Sebastiani mostró a Diálogo Chino su propiedad, incluso el depósito donde almacena bolsas de urea, una sustancia cristalina blanca que contiene una gran cantidad de nitrógeno y que utiliza para fertilizar sus pastos. Cada año, la granja alimenta unas mil cabezas de ganado, que suministra a los frigoríficos de toda la región.
Ingeniero agrónomo y ganadero desde hace más de 40 años, Sebastiani utiliza la urea para “dar los últimos toques” a sus pastos. “La urea aporta tanto vigor a las plantas que algunos productores creen haber descubierto la séptima maravilla del mundo”, afirma.
Maravilla, sin embargo, no es la mejor palabra para describir la mayoría de las explotaciones brasileñas. “Puedo garantizar que 95 % de los pastos están en pésimas condiciones”, dice Sebastiani, debido a lo que él llama prácticas “atrasadas”, que incluyen al uso inadecuado de fertilizantes. “Falta información sobre la gestión del suelo. Es esencial seguir las recomendaciones técnicas para evitar el desgaste”.
Las emisiones derivadas del uso de fertilizantes no preocupan a Sebastiani, que describe su uso de fertilizantes en los pastos como “mínimo”.
En Brasil, la agricultura, incluida la ganadería, es por lejos el sector responsable de la mayor parte de las emisiones de óxido nitroso, según estimaciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Los cultivos a gran escala de maíz, caña de azúcar, algodón y café son los que demandan los insumos de nitrógeno más significativos.
En 2021, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de suelos gestionados en Brasil alcanzaron unos 179 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono, de las cuales el 49% fueron emisiones de óxido nitroso procedentes del uso de estiércol y fertilizantes sintéticos, según el Observatorio del Clima.
La agricultura es también la segunda fuente de emisiones totales del país, en dióxido de carbono equivalente, por detrás de la deforestación y el cambio de uso del suelo.
Los fertilizantes nitrogenados pueden causar otros impactos ambientales además de las emisiones. Estos productos deben utilizarse en la estación seca, explica Sebastiani, para evitar que las lluvias arrastren el abono a los ríos, donde pueden causar eutrofización, es decir, la acumulación de algas tóxicas que tiene efectos negativos para la biodiversidad acuática.
Los especialistas afirman que las emisiones de nitrógeno podrían reducirse mediante un uso más eficiente de los fertilizantes. La Caravana FertBrasil es un programa de Embrapa, organización vinculada al Ministerio de Agricultura del país, que recorre los centros agrícolas de Brasil para compartir prácticas mejoradas de gestión de la tierra. “Lo que falta es orientación”, afirma Paulo Teixeira, investigador que forma parte del equipo itinerante.
Teixeira asesora a los productores sobre la elección del fertilizante y la superficie, el momento y la dosis de su aplicación, con el fin de aumentar la productividad por hectárea y reducir así el incentivo para deforestar nuevas zonas.
Edson Savazaki, agrónomo de la Coordinadora de Asistencia Técnica (CATI), organismo del Estado de São Paulo que apoya a los productores rurales, afirma que lo más habitual es que los productores abonen mensualmente para reducir costos. Pero aumentar la frecuencia evitaría el derroche y mitigaría el impacto ambiental negativo.
“Comemos arroz y legumbres todos los días, ¿no? Lo ideal sería alimentar también a la planta todos los días, poco a poco”, explica Savazaki.
También sugiere el uso de fertilizantes de liberación lenta, cuyas fórmulas se ajustan mejor a las necesidades de las plantas, aunque son alternativas más caras.
Brasil depende de las importaciones de nitrógeno
Brasil importa 95 % de sus fertilizantes nitrogenados. En 2021, Rusia y China fueron los principales proveedores, cada cual con una quinta parte de esas importaciones, según datos de comercio exterior brasileño. Pero en 2022, el mercado mundial de fertilizantes sufrió importantes perturbaciones debido al inicio de la guerra en Ucrania y a la crisis energética de China, que llevó a su gobierno a priorizar su mercado interno y restringir las exportaciones.
Sin embargo, China aumentó las ventas a Brasil para 4,6 millones de toneladas, mientras que Rusia las redujo a 1,8 millones.
No está claro si los compromisos de China de reducción de emisiones afectarán más a este mercado a largo plazo. Hasta ahora, no ha sido así: el 14º Plan Quinquenal de China, lanzado en 2020, indicaba restricciones a las industrias intensivas en energía y emisiones y una reducción del uso de carbón, una de las materias primas utilizadas en la producción de fertilizantes. Pero desde diciembre de 2021, China permite que los productores de fertilizantes sigan utilizando carbón para garantizar el suministro nacional.
Mientras Rusia sigue imponiendo cuotas restrictivas a la exportación de fertilizantes, China ha abierto sus ventas a Brasil, su principal cliente. Entre 2018 y 2022, la cuota de China en las importaciones brasileñas de fertilizantes nitrogenados (por toneladas compradas) pasó de 15 % a 34,5 %, según datos de comercio exterior brasileño.
Brasil tiene planes para subvencionar la producción nacional de fertilizantes nitrogenados, pero no es plausible que se acerque a la autosuficiencia: para 2050, el gobierno pretende tener una capacidad suficiente para producir 2,8 millones de toneladas de productos nitrogenados al año, solo la mitad de lo que consumía el país en 2022.
El mercado de los fertilizantes, por lo tanto, sigue siendo un importante punto de debate entre las autoridades brasileñas, rusas y chinas. Fue un tema clave en la agenda del ministro de Agricultura de Brasil, Carlos Fávaro, en su reciente viaje a China, y una de las prioridades durante la visita del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a Brasilia la semana pasada. Sin embargo, hasta ahora no ha trascendido ninguna información sobre posibles acuerdos entre Brasil y China en materia de fertilizantes.
Este artículo se publicó originalmente en el sitio informativo Diálogo Chino.
RV: EG