LIMA – Las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas en América del Sur, donde las muertes por esa causa se incrementaron en 160 por ciento en las últimas dos décadas, de acuerdo con el más reciente estudio del brazo regional de la revista científica británica The Lancet.
Además “los efectos adversos se están acelerando y afectando de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables, tendencia que no hará más que continuar si no tomamos medidas inmediatas”, dijo la académica peruana Stella Hartinger, directora del Centro Regional Lancet Countdown Sudamérica.
El estudio –con participación de 28 investigadores de 21 instituciones, abarcando los 12 países de la región- consideró 25 indicadores que básicamente relacionan al cambio climático con la salud.
Señaló en particular el riesgo para la vida de grupos vulnerables como los niños menores de un año y los adultos de más de 65. Los países donde más ha avanzado la mortalidad atribuible al calor son Ecuador, Guyana y Chile.
En los últimos 10 años se han visto olas de calor más frecuentes e intensas, y Argentina Brasil, Colombia y Venezuela registraron anomalías climáticas de hasta dos grados centígrados.
Hartinger observó que “las personas de todo el mundo sienten cada vez más el impacto del cambio climático en su salud y bienestar, y estas crisis agravadas están amplificando esos daños”.
Criticó que, por contraste, “una adicción persistente a los combustibles fósiles está amplificando los impactos en la salud del cambio climático y agravando las crisis simultáneas de energía, costo de vida, alimentos y covid-19 que enfrentamos”.
El informe resiente que “gobiernos y empresas continúan priorizando los combustibles fósiles por encima y en detrimento de la salud de las personas”, y que “continúan subsidiando los combustibles fósiles por miles de millones de dólares anuales, sumas comparables a sus presupuestos totales de salud”.
Venezuela subsidia los combustibles fósiles por un monto equivalente a 85 % de su presupuesto nacional de salud, seguida de Ecuador (29 %), Bolivia (23 %) y Argentina (15 %). El subsidio oscila entre 3,5 y 4,8 % en Brasil, Chile y Colombia.
Las olas de calor exponen a las personas a descompensaciones cardio y cerebrovasculares, empeoramiento de las condiciones respiratorias y otras comorbilidades, amén de que facilitan el incremento y la expansión territorial de enfermedades como el dengue.
Y no solo generan muerte y enfermedad, sino también reducen la productividad laboral. En 2021, la baja de productividad debida al calor arrojó pérdidas estimadas por el estudio en 22 000 millones de dólares.
El informe reconoce que América del Sur es responsable de solo 6 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, culpables del cambio climático, y apunta que 39 % de esas emisiones se deben a la producción de energía, 28 % a la agricultura y 24 % a cambios en el uso del suelo.
Hartinger recordó que 80 % de la población sudamericana ya es urbana y, con la quema de combustibles fósiles y de residuos, el aire se contamina al punto de también ser causante de muertes, 37 000 solo en 2020, siendo los países más perjudicados Chile, Perú y Bolivia.
Por ello lamentó la lentitud y el escaso financiamiento para la transición hacia las energías limpias, mientras los subsidios a los combustibles fósiles llegaron a sumar hasta 27 900 millones de dólares anuales.
“Está claro que los sudamericanos deben actuar ya para proteger la salud de sus poblaciones frente a los riesgos cada vez mayores que plantea el cambio climático. Los gobiernos deben asignar fondos para proteger la salud y tomar medidas para la transición a cero emisiones de carbono”, concluyó Hartinger.
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