NACIONES UNIDAS – Cuando las Naciones Unidas iniciaron las negociaciones sobre un tratado jurídicamente vinculante para proteger y regular el alta mar, un diplomático señaló con agudeza: «Es una jungla lo que hay ahí afuera», para describir un océano abierto y degradado por la pesca ilegal y excesiva, la contaminación por plásticos, la minería indiscriminada del lecho marino y la destrucción de los ecosistemas marinos.
Aunque los orígenes del tratado propuesto se remontan a 2002, las negociaciones iniciales comenzaron en 2018, con una nueva y extraordinaria ronda iniciada el lunes 20 y que concluirá el 3 de marzo.
Las discusiones incluyen cuatro elementos del paquete de 2011 que han guiado las negociaciones: los recursos genéticos marinos (RGM), las cuestiones sobre la distribución de beneficios, las herramientas de gestión basadas en áreas (ABMT, en inglés), las áreas marinas protegidas (AMP), las evaluaciones de impacto ambiental (EIA), la creación de capacidad y la transferencia de tecnología marina (CB&TT, en inglés).
Según la organización ambientalista Greenpeace, sin un Tratado fuerte es prácticamente imposible proteger 30 % de los océanos del mundo para 2030: el objetivo 30×30 acordado en la 15 Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio de Diversidad Biológica, realizada en diciembre en la ciudad canadiense de Montreal.
Laura Meller, responsable de la campaña sobre los océanos y asesora polar de Greenpeace Nordic, fue enfática al subrayar que “los océanos sustentan toda la vida en la Tierra”.
“Su destino se decidirá en estas negociaciones. La ciencia es clara. Proteger 30 % de los océanos para 2030 es el mínimo absoluto necesario para evitar una catástrofe”, añadió.
Para Meller, “fue alentador ver a todos los gobiernos adoptar el objetivo 30×30 el año pasado, pero los objetivos ambiciosos no significan nada sin acción”.
Esta sesión extraordinaria, que se celebra tan poco después del fracaso de la última ronda de negociaciones, nos da esperanzas.
“Si el 3 de marzo se acuerda un Tratado sólido, 30×30 seguirá vivo. Los gobiernos deben volver a las negociaciones dispuestos a alcanzar compromisos y lograr un Tratado eficaz. Ya estamos en la prórroga. Estas conversaciones son una última oportunidad para conseguirlo. Los gobiernos no deben fracasar», la responsable de océanos de Greenpe.
Palitha Kohona, ex copresidente del Grupo de Trabajo Especial de la ONU sobre Diversidad Biológica fuera de las Jurisdicciones Nacionales, dijo a IPS que, aunque el objetivo del Comité Preparatorio de la ONU está claro, los detalles “han desorientado a las partes negociadoras”.
Al igual que en anteriores negociaciones sobre recursos mundiales compartidos, dijo, la dificultad de alcanzar compromisos sobre «cuestiones clave como la financiación y la distribución de los beneficios monetarios derivados de la explotación de los recursos genéticos marinos» ha impedido la conclusión del tan esperado instrumento jurídico vinculante.
“Si bien la conservación de la diversidad biológica marina es una prioridad para el mundo, y es coherente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS,) a completarse también en 2030, el mundo en desarrollo considera, con bastante justificación, que también debería tener acceso a la riqueza que se espera que fluya de la explotación de los recursos genéticos marinos”, adujo.
Las experiencias negativas del pasado, en las que se perdieron nuevos y lucrativos avances, tiñen de aprensión la mentalidad del mundo en desarrollo. Para que todas las partes salgan ganando, habrá que llegar a compromisos, expuso Kohona.
“El precedente de la Autoridad de los Fondos Marinos y los numerosos tratados medioambientales podrían adaptarse a las necesidades del tratado propuesto para los océanos. Hace falta imaginación y ambición”, insistió.
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Hay una grave situación a la que se enfrentan los océanos y las inimaginables consecuencias para la humanidad de un colapso de los recursos biológicos de los océanos, por lo que los pescadores a pequeña escala, especialmente en los países pobres del Sur, piden a gritos un resultado positivo, ya que la ingesta de proteínas procede principalmente de los mres.
Por esa situación, «esperemos que puedan alcanzarse compromisos pragmáticos en la próxima ronda de negociaciones», afirmó Kohona, antiguo embajador de Sri Lanka ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y actual enviado del país en Pekín.
Más de 50 países de la llamada Coalición de Gran Ambición prometieron un Tratado en 2022 y fracasaron.
Muchos de los autoproclamados campeones oceánicos del Norte global se negaron a ceder en cuestiones clave como la financiación y el reparto de los beneficios monetarios de los recursos genéticos marinos hasta los últimos días de las conversaciones.
Según Greenpeace, ofrecieron demasiado poco y demasiado tarde.
Los puntos conflictivos que deben resolverse ahora son la financiación, la capacitación y el reparto equitativo de los beneficios de los recursos genéticos marinos. Resolver estos impasses depende de que el Norte haga una oferta justa y creíble al Sur.
James Hanson, portavoz de Greenpeace, analizó para IPS que llegar a un acuerdo significa llegar a un acuerdo justo sobre la financiación del apoyo a los países en desarrollo para aplicar el Tratado, respondiendo a la pregunta sobre ¿cuánto dinero y quién lo pagará? También se requiere, a su juicio, alcanzar un compromiso justo sobre el reparto de los beneficios monetarios de los recursos genéticos marinos.
La clave para resolver estas cuestiones será que los países de la Coalición de Gran Ambición vuelvan a la mesa con una oferta creíble y oportuna sobre ambas cuestiones, remarcó.
Estos países son los que se han comprometido a elaborar un Tratado, por lo que recae sobre ellos la responsabilidad de llegar a un compromiso para que el convenio salga adelante.
China también desempeñará un papel crucial como potencia global, ya que ejerce una influencia significativa sobre muchos países en desarrollo. La flexibilidad mostrada por China en la última ronda de negociaciones sobre los organismos genéticos modificados (OGM) resulta alentadora, y se espera que continúe con este Tratado.
La posición de China sobre los recursos genéticos marinos sigue siendo contraria a la de la Unión Europea (UE), y este punto muerto solo puede resolverse mediante el compromiso de ambas partes.
Hanson consideró que parece haber voluntad y deseo por todas las partes de lograr un Tratado en esta última ronda de negociaciones.
“Los avances logrados la última vez y la convocatoria de esta sesión especial tan poco tiempo después del fracaso de la última ronda de conversaciones nos dan esperanzas. Animamos a los países a volver a la mesa con voluntad de compromiso y a buscar un acuerdo, por el bien de los océanos», declaró.
Pepe Clarke, director de Prácticas Oceánicas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) afirmó que «para la mayoría de la gente, el alta mar está fuera de su vista, fuera de su mente. Pero el océano es un mosaico dinámico de hábitats, y la alta mar desempeña un papel importante en el funcionamiento saludable de todo el sistema marino”.
“Dado que dos tercios del océano se encuentran fuera de las aguas nacionales, un Tratado de Alta Mar es una condición previa esencial para proteger 30 % de las zonas marinas de todo el mundo”, señaló.
A su juicio, “tenemos la oportunidad de lograr un acuerdo mundial jurídicamente vinculante que colme las lagunas actuales en la gobernanza internacional de los océanos. Somos optimistas en cuanto a que el acuerdo sobre biodiversidad de la COP15 proporcionará el impulso necesario para que los gobiernos logren este importante acuerdo».
Las aguas situadas más allá de las jurisdicciones nacionales, conocidas como alta mar, comprenden casi dos tercios de la superficie de los océanos, pero solo está protegido aproximadamente 1 % de esta enorme franja del planeta, e incluso en ese caso la gestión suele ser poco eficaz.
La alta mar desempeña un papel fundamental para muchas especies importantes de tiburones, atunes, ballenas y tortugas marinas, y genera miles de millones de dólares anuales de actividad económica.
Jessica Battle, experta en gobernanza y políticas oceánicas mundiales, que dirige el equipo de WWF en las negociaciones, afirmó que la sobrepesca y la pesca ilegal, la destrucción de hábitats, la contaminación acústica y por plásticos, así como los efectos del cambio climático, están muy extendidos en alta mar.
“Los pescadores industriales, fuertemente subvencionados, tratan de explotar y lucrarse con los recursos oceánicos que, por ley, pertenecen a todos. Es una tragedia de los bienes comunes”, dijo.
Añadió que “un Tratado de Alta Mar jurídicamente vinculante ayudaría a romper los actuales compartimentos estancos entre organismos de gestión aislados, y reduciría los impactos acumulativos y mejoraría la cooperación en todo el océano: crearía un foro en el que todas las cuestiones oceánicas podrían debatirse como un todo”.
“El alta mar, la fauna que migra a través de estas aguas y las funciones de regulación climática de los océanos necesitan protección urgente frente a las amenazas actuales y las nuevas, como la explotación minera de los fondos marinos», explicó Battle.