RÍO DE JANEIRO – Las noticias falsas, que proliferaron en Brasil y en otros países con creciente peso de la extrema derecha, constituyen una estrategia de comunicación con fines políticos y no errores o desviaciones de conocimiento, sostiene la especialista Alessandra Aldé.
“Políticos sin compromiso con la verdad las usan para descalificar sus opositores, relativizar los hechos y hacer que cualquier noticia nunca sea confiable, que todo es sesgado”, explicó la profesora de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), graduada en comunicación social y doctora en ciencias políticas.
Se trata de crear una “cultura de ausencia de credibilidad, especialmente en los medios de comunicación”, se eliminan referencias. “En ese juego, si nadie es creíble, todos los discursos se equivalen y se refuerza el alternativo”, acotó en diálogo con IPS.
El uso sistemático de las llamadas “fake news” o noticias falsas se presentó a los brasileños en las elecciones de 2018, en que triunfó el candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, capitán retirado del Ejército, con una mayoría de 55,13 % de los votos válidos en la segunda vuelta, o 57,8 millones de sufragios.
Un biberón en forma de pene, que la izquierda estaría distribuyendo en las guarderías, se destacó entre las mentiras usadas contra el principal candidato opositor, Fernando Haddad, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Como él había sido ministro de Educación de 2005 a 2012, durante los gobiernos anteriores del PT, los ataques se concentraron en la enseñanza, supuestamente convertida en propagadora de la “ideología de género” y del homosexualismo.
El PT gobernó el país entre 2003 y 2016, primero con el actual mandatario Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), de nuevo en el poder desde el 1 de enero tras vencer a Bolsonaro en octubre, y luego con Dilma Rousseff.
«Hay una orquestación, alguien dicta los temas y los blancos en cada momento. Un político que rompe con Bolsonaro se vuelve el blanco de falsedades de numerosas fuentes. En una semana se ataca el Supremo Tribunal Federal, luego la votación electrónica o un determinado juez”: Gilmar Lopes.
La contrapartida al negacionismo en relación al periodismo y a la ciencia es la creencia absoluta en lo que dice el movimiento llamado bolsonarista, no importan las evidencias contrarias.
Un ejemplo es la destrucción de las sedes de los tres poderes en Brasilia, por invasores que reclamaban una “intervención militar” para reponer Bolsonaro en el poder, el 8 de enero. La extrema derecha sigue atribuyéndola a “infiltrados” de la izquierda, aunque solo hay bolsonaristas entre los más 1400 detenidos por participación en tales actos.
Chequeo pionero
Gilmar Lopes acompañó la evolución del fenómeno de las falsas informaciones en los últimos 20 años, como un pionero en el chequeo. Creó el sitio web e-farsas, para desenmascarar mentiras publicadas en distintos medios, cuando i siquiera se hablaba de “fake news”.
El juego empezó antes, cuando decidió por su cuenta averiguar la veracidad de un pedido público de donaciones para tratamiento de una niña con cáncer. Buscó las empresas apuntadas en la campaña, que negaron cualquier participación. Por incitación de amigos, pasó a chequear otras “noticias” raras, para desmentirlas o confirmarlas.
Inauguró el e-farsas el 1 de abril, el Día de la Mentira en Brasil, para reunir y dejar disponibles sus averiguaciones. Tras algunos años, el éxito de audiencia convirtió el sitio web en su segunda fuente de ingresos, por medio de patrocinios y de la publicidad en su canal en YouTube.
Lopes tiene la carrera de análisis y desarrollo de sistemas de informática, el área en que trabaja. Pronto se transferirá a una empresa donde su jornada se reducirá de ocho a seis horas y podrá cumplirlas remotamente. “Tendré mas tiempo para dedicarme al chequeo”, celebró en una entrevista con IPS por teléfono desde São Paulo.
“En 2015 y 2016 observé una profesionalización de la producción de noticias falsas, surgieron grupos dedicados solo a su difusión. Brasil importó esa actividad de Estados Unidos”, destacó.
Crimen organizado
“No puedo comprobarlo, pero hay una orquestación, alguien dicta los temas y los blancos en cada momento. Un político que rompe con Bolsonaro se vuelve el blanco de falsedades de numerosas fuentes. En una semana se ataca el Supremo Tribunal Federal, luego la votación electrónica o un determinado juez”, acotó.
Antes las noticias falsas reaccionaban a hechos actuales, como la Copa Mundial de Fútbol de 2014. Se acusó el gobierno de “comprarla”. Ahora los temas aparecen y desaparecen, dejaron de ser permanentes como fueron en el pasado “las vacunas que matan niños”, señaló Lopes.
Como una falsedad inusual, mencionó la noticia difundida incluso por la principal emisora de televisión brasileña, Globo, de que el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había impuesto un corte del pelo igualito al suyo a todos los ciudadanos del país.
E-farsas lo desmintió tras conocer que se difundió como noticia una broma de jóvenes en un bar coreano, contó Lopes.
En su evaluación, las mentiras más dañinas son las que afectan la salud. “Son peligrosas, cuestan vidas”, enfatizó, corroborado por Elimar do Nascimento, sociólogo y profesor de la Universidad de Brasilia.
El caso más conocido se refiere a la pandemia de covid-19. Al conocerse su inicio en China, los bolsonaristas difundieron que se trataba de enfermedad terrible, de contagio generalizado por el aire y rápida letalidad.
Luego, al llegar a Brasil, la covid-19 se convirtió en una “gripecita”, limitada a “comunistas” y provocada por un virus que se podría eliminar por gárgaras, ya que quedaban restrictas a la garganta por varios días.
Además se podría curar por medicamentos ya existentes y baratos, como la cloroquina usada para combatir la malaria, o el vermífugo ivermectina, una mentira persistente hasta hoy, pese a las desmentidas científicas y las muertes provocadas.
¿Soluciones?
Un proyecto de ley para contener las noticias falsas y evitar su difusión por las redes sociales se tramita en el legislativo Congreso brasileño desde hace tres años, ante el uso masivo de la desinformación en el proceso electoral y en las acciones que amenazan la democracia.
Por el recrudecimiento del abuso en las elecciones de octubre y en los intentos de impedir su traspaso del poder, el presidente Lula urge a la aprobación de la propuesta en la Cámara de Diputados, donde quedó obstruida en 2022. El Senado ya la aprobó en 2020.
Pero una ley “ayuda pero no resuelve” el problema de la proliferación de noticias falsas, según Nascimento, de la Universidad de Brasilia. Serán necesarias “acciones variadas e integradas”, para evitar sus daños a largo plazo, sostuvo a IPS desde Brasilia.
Campañas de orientación a la población, las agencias de chequeo y regulación de las redes sociales están entre las medidas sugeridas.
El chequeo poco ayuda, también, reconoció Lopes. El se dedica a eso en las noches y se esfuerza por analizar una noticia cada día. Pero surgen muchas noticias falsas diariamente, lamentó. “La solución es educar la gente sobre el tema”, concluyó. Él lo hace impartiendo charlas en universidades y escuelas.
Educación para capacitar la población a identificar las mentiras, sea por campañas o la enseñanza formal desde la niñez, es también la apuesta de Aldé, profesora de teorías de la comunicación.
“La sociedad no está preparada para lidiar con las noticias falsas en el actual universo de intensa comunicación, en el nuevo ambiente de gran oferta de información”, arguyó.
Otro factor de vulnerabilidad, “la tendencia general de preferir noticias que refuercen nuestras opiniones nos hace más susceptibles a la manipulación, siempre lo fuimos”, apuntó.
Es necesario fomentar “la enseñanza crítica y un escepticismo saludable” para sortear esos dos factores negativos, opinó.
En su evaluación, las mentiras de efectos más graves son las que intentan descalificar la ciencia. Aprovechan el propio método científico, que contempla las dudas y se basa en ensayos y errores, para negar los consensos, como los climáticos. Las consecuencias son trágicas para todo el mundo, no solo los brasileños.
ED: EG