SANTIAGO – Las áreas de manejo en Chile para recursos bentónicos, aquellos que viven en los fondos o sustratos del mar, enfrentan exitosamente la sobreexplotación de esta fuente alimentaria con el esfuerzo de mariscadores, buzos y algueros organizados.
Los recursos bentónicos son especies marinas con valor comercial que realizan su ciclo vital con asociación directa a un sustrato, como moluscos y algas.
Entre los moluscos más capturados en Chile están los locos (Concholepas concholepas), machas (Mesodesma donacium) y mejillones, conocidos localmente como choros (Mytilus chilensis), y entre las algas, el huiro negro (Lessonia berteorana). .
La Subsecretaría de Pesca y Acuicultura informó a IPS que actualmente existen en este país de alargada costa sobre el océano Pacífico, 853 sectores bajo régimen de Área de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB), con una superficie cercana a las 130 000 hectáreas.
Las superficies de estas áreas varían desde una hasta 4000 hectáreas, aunque 91 % no supera las 300 y el promedio es de 150. Van desde las playas y rocas costeras hasta un máximo de cinco millas náuticas (9,2 kilómetros) mar adentro.
Se crearon en 1991, al establecerse sectores geográficos dentro de áreas de reserva para la pesca artesanal a fin de ejecutar planes de manejo, que fijan vedas, capturas y extracciones reguladas, además de medidas de recuperación, y se asignan únicamente a organizaciones de pescadores artesanales legalmente constituidas.
Su función es ordenar la actividad pesquera extractiva artesanal restringiendo el acceso a los recursos bentónicos, bajo supervisión de las autoridades.
“Cuando existe libre acceso, los recursos no se recuperan, tienden a ser sobreexplotados y al final no queda nada. Los únicos lugares donde se ven recursos es en las áreas de manejo porque los pescadores estamos obligados a cuidar y a recuperar”: Luis Durán Zambra.
Dirigentes de tres caletas -localmente, pequeñas calas o ensenadas que operan como unidades productivas para extraer y vender recursos marinos y donde trabajan pescadores artesanales- revelaron a IPS los esfuerzos para evitar robos y subrayaron las bondades de esta explotación coherente con el ecosistema natural.
Reconocen que con su trabajo logran llevar una vida digna, pero revelan temores sobre la sobrevivencia futura de su actividad.
Este país sudamericano, con 19,2 millones de habitantes, tiene 4270 kilómetros frente al océano Pacífico, pero su costa alcanza a 6350 si se consideran mares interiores. Está, además, entre los 10 principales productores mundiales de pesca.
Tiene registrados a 99 557 pescadores artesanales de los cuales 25 181 son mujeres. Las embarcaciones pesqueras artesanales inscritas son 13 123 y las de armadores de pesca industrial 403. Existen 456 plantas pesqueras donde trabajan 38 014 personas, según datos brindados por la Subsecretaría de Pesca a preguntas de IPS.
Hasta octubre de 2022, los centros de acuicultura eran 1538 y las concesiones de acuicultura 3295. Un 69 % correspondían a sociedades que dan trabajo a 10 719 personas.
La Subsecretaría dijo que tramita 516 nuevos sectores de AMERB, que en más de 30 años de vigencia del régimen se rechazaron 435 propuestas y 34 sectores han sido desafectados.
Dirigentes de pescadores cuentan realidades diversas
Luis Durán Zambra, presidente de la Asociación Gremial de Pescadores de Guanaqueros, una localidad de la región de Coquimbo, a 430 kilómetros al norte de Santiago, sostuvo que estas áreas han sido muy exitosas.
“Cuando existe libre acceso, los recursos no se recuperan, tienden a ser sobreexplotados y al final no queda nada. Los únicos lugares donde se ven recursos es en las áreas de manejo porque los pescadores estamos obligados a cuidar y a recuperar”, afirmó a IPS en su caleta.
Durán, de 64 años, es la quinta generación de pescadores en su familia.
Los sindicatos, asesorados por biólogos marinos, analizan cada área de manejo, sus condiciones, la reproducción de recursos y luego informan a la Subsecretaría de Pesca para que autorice la cantidad de cosecha anual.
Miguel Téllez, presidente del Sindicato de Pescadores Artesanales Mar Adentro de Chepu, en la isla de Chiloé, 1100 kilómetros al sur de Santiago, contó a IPS que cumplieron 20 años trabajando cuatro áreas de manejo con 300 hectáreas que parten en el río Chepu, donde extraen diferentes moluscos.
Su principal especie es el loco, aunque también hay choros, erizos (Echinoidea) y la alga luga (Sarcothalia crispata) que se extrae en el verano austral. La producción de locos oscila, pero en un año bueno alcanza 400 000 unidades.
«Somos 34 socios activos, la mitad buzos, que vigilamos el año completo, con cuatro personas que por seis jornadas se turnan para cuidar día y noche», dijo Tellez desde su casa en localidad de Chepu.
Explicó que el robo “ha sido nuestro principal problema, sobretodo cuando recién comenzamos”.
Se refiere a los pescadores y buzos ilegales, que penetran en las zonas de manejo, afectando el esfuerzo de los legalmente asignados para explotarla y protegerlas.
Su sindicato instaló casetas de vigilancia en la costa del Parque Ahuenco, una reserva perteneciente a una cincuentena de familias que preservan 1200 hectáreas frente al mar.
Téllez duda sobre el futuro porque la edad promedio de los sindicalizados es de 40 años.
“No sé hasta dónde podremos llegar. Hay pocos jóvenes y por sus estudios están en otras cosas”, aseveró.
En Chepu, los pescadores venden locos en su concha a una fábrica de la cercana localidad de Calbuco donde los limpian y envasan para venderlos dentro de Chile o exportarlos.
El precio depende del mercado. Ahora han bajado al equivalente a 0,60 dólares por una unidad.
“Es un mal precio para cuidar todo el año, pagar caro por combustibles, motores y botes y una tremenda inversión. Un motor fuera de borda, como usamos, cuesta 40 millones de pesos (unos 50 000 dólares)”, comentó el dirigente.
Téllez pone en duda avanzar hacia la industrialización porque “¿cuánto más le podríamos sacar y cuánta inversión más tendríamos que tener?”.
Orgulloso, afirma que el suyo “es uno de los mejores sindicatos del país. En parte porque somos del mismo barrio”, aludiendo a que todos viven en Chepu o localidades cercanas.
De vuelta a la región de Coquimbo, Miguel Barraza, secretario del sindicato de pescadores de Chigualoco, a 248 kilómetros al norte de Santiago, está entusiasmado con transformar su caleta.
“Se van a invertir 1100 millones de pesos (1,37 millones de dólares) para una caleta modelo. Se construirá un nuevo molo (murallón de defensa), un desvío en la autopista y recintos para atender turistas¨, dijo a IPS en la misma caleta.
El nuevo malecón desviará las olas para facilitar la salida de los botes.
En Chigualoco viven con sus familias 30 socios, entre buzos mariscadores, pescadores y algueros.
Tienen tres áreas de manejo, la mayor de 5000 metros cuadrados. Allí obtienen anualmente 100 000 unidades de locos y 300 toneladas de huiro negro.
“Con lo que ganamos nos damos vuelta (tenemos ingresos) todo el año”, aseveró Barraza, descartando incorporar procesamiento porque “al pescador le gusta llegar a tierra y vender”.
“Tenemos cuidadores, pero los ladrones se meten por varios lados. Están robando mucho. Ganamos un proyecto de un dron para vigilar la orilla y así descubrirlos”, relató sobre los pescadores ilegales.
En Guanaqueros, donde está el sindicato de Durán, pese a su antigüedad solo ahora pasaron a impulsar un área de manejo en esa zona pesquera sobreexplotada.
“Tenemos un área que todavía no está bien desarrollada. Nos ha costado porque la mayoría somos pescadores. Pero el área se va a recuperar. El biólogo marino dice que se podría llegar a sacar 100 000 locos” al año, contó Durán, en su caleta, buscando la sombra.
Hoy el área está siendo cuidada. Tiene unos tres kilómetros y cuando estuvo libre desde allí sacaron locos durante más de medio siglo de manera descontrolada.
“La gente está acostumbrada a sacar (sin control) y cuesta cambiar esa conducta. Es una lucha constante y un problema impedir la disputa entre pescadores…. Muchos ignoran que los recursos están allí porque otros los cuidamos”, relató.
Aumentar el consumo, un problema de salud pública
Durán lamentó el bajo consumo de pescados y mariscos en Chile, pese a los altos recursos pesqueros del país.
“No tenemos hábito como en Perú (país limítrofe al norte) y comemos lo que no deberíamos. No hay promoción ni política estatal que llame al consumo y es un tema de salud pública”, sostuvo.
“No concibo que haya una planta pesquera haciendo harina con jureles (Trachurus murphyi) y que los niños estén comiendo tilapia (Oreochromis niloticus)”, un pescado cultivado en piscifactorías, agregó.
La Subsecretaría reconoció a IPS que el consumo anual de productos del mar en 2021 fue de 16,6 kilógramos por habitante, menos de los 20 kilógramos promedio a nivel mundial.
En Chile la pesca es la tercera actividad económica con un aporte en torno a 5000 millones de dólares anuales.
El país está entre las 10 mayores potencias pesqueras del mundo y es líder mundial en acuicultura, segundo en producción de salmones y primero en exportación de mejillones.
Ahora la Subsecretaría elabora una nueva ley sobre la explotación y conservación de los productos de mar, para lo cual impulsó 150 encuentros con pescadores artesanales y otros 22 con representantes de la Pesca Industrial y profesionales sectoriales.
Desde la entidad se comentó a IPS que el objetivo es fomentar y diversificar la actividad no solo como estrategia de desarrollo sino de conservación de recursos.
ED: EG