Bicicletas de bambú suman incentivos a transporte sostenible en Cuba

El curso para la fabricación de bicicletas de bambú que se imparte en la capital cubana exige que 65 % de las personas matriculadas sean mujeres, con el objetivo de respaldar su empoderamiento, sobre todo de aquellas en situaciones de vulnerabilidad social. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

LA HABANA- Aprender a construir una bicicleta de bambú es un desafío, afirma Onuria Arnato quien junto con otras mujeres cubanas se sumó al curso que además de estimular la movilidad con cero emisiones, aspira a empoderarlas y contribuir con su salud y bienestar. 

“La convocatoria me pareció una oportunidad de salir de mi área de confort. Aprender sobre una idea con impacto ecológico me entusiasmó”, declaró a IPS Arnato, de 51 años, estadística de profesión y quien trabaja en la escuela especial República Socialista de Vietnam, en La Habana Vieja.

Según Yaremi Lam, el diseño gracias a las bondades del bambú y la apuesta por la ciclomovilidad estuvieron entre sus motivaciones para matricularse.

“Las charlas iniciales insistieron en la capacidad de las mujeres para ser mecánicas, guías, mensajeras y también fabricantes de bicicletas. Es un proyecto que contribuye con nuestro crecimiento”, reflexionó Lam, de 53 años, vicepresidenta de una cooperativa de servicios gastronómicos en La Habana Vieja.

Cuidadora de un hermano con necesidades especiales, Lam destacó al dialogar con IPS cuánto beneficiaría un mayor uso de las bicicletas en esta urbe de 2,3 millones de habitantes.

En La Habana Vieja, uno de los 15 municipios capitalinos con más de 90 000 habitantes y 4,3 kilómetros cuadrados de extensión, puntualizó que “me parece maravilloso que se extiendan estos medios donde no circulan ómnibus urbanos ni trasporte pesado, como camiones. Nos moveríamos más rápido, de forma saludable y con menos accidentes que si usamos motos”.

“Las charlas iniciales insistieron en la capacidad de las mujeres para ser mecánicas, guías, mensajeras y también fabricantes de bicicletas. Es un proyecto que contribuye con nuestro crecimiento”: Yaremi Lam.

Sobre las mujeres recaen fundamentalmente en este país las labores de cuidados y son ellas quienes  emplean mayor cantidad de tiempo para buscar alimentos o para llevar a hijos, familiares o personas bajo su cuidado a escuelas u hospitales, corroboró la Encuesta Nacional de Igualdad de Género 2016, cuyos resultados se divulgaron en febrero de 2019.

Las mujeres cubanas identificaron las dificultades en el transporte entre los tres principales problemas que las afectan, junto con los bajos ingresos económicos y la escasez de viviendas.

El estudio llamó la atención sobre la correlación entre el uso del tiempo y la desigualdad de ingresos, porque las opciones de transporte más económicas (mediante medios públicos como los buses) aumentan las demoras en los desplazamientos, algo que pudiera mitigar el acceso a un ciclo.

Algunos integrantes de la empresa Vélo Cuba y participantes en el curso taller de fabricación de bicicletas de bambú en La Habana. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Curso inclusivo

Aunque en años recientes han trascendido esfuerzos de personas en la isla, “por primera vez en Cuba se hace un curso para enseñar a personas a fabricar bicicletas de bambú”, aseveró al conversar con IPS Nayvis Díaz, lideresa de Vélo Cuba, una mediana empresa y proyecto de desarrollo local que impulsa el plan de las bicicletas.

Respaldan la iniciativa la Embajada de Países Bajos en Cuba, el emprendimiento Bambookoa, con sede en la ciudad española de Pamplona, y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).

Además de una mayoría de mujeres entre sus más de 40 trabajadores, Veló Cuba sobresale por la gestión de Ha’Bici, el primer sistema de bicicletas públicas del país, que tiene entre sus objetivos promover el cicloturismo.

Este proyecto lo realiza en alianza OHCH  y la Dirección General de Transporte de la Habana (DGTH), junto con una escuela de mecánica y de ciclomovilidad, además de talleres de mantenimiento y reparación de las bicicletas.

“El curso de cuatro semanas incluye clases sobre elementos de mecánica, procedimientos de la empresa y una parte teórico práctica relacionada con el bambú y el diseño y ensamblaje de las bicicletas”, explicó Díaz.

Desde sus inicios como emprendimiento, en 2014, Vélo Cuba defiende la inclusión y no discriminación dentro de su responsabilidad social como empresa.

Como particularidad, el curso exige que 65 % de las personas matriculadas sean mujeres, unas 13 por cada uno de los cuatro previstos.

“Queremos apoyar a mujeres en situación de vulnerabilidad de los municipios La Habana Vieja y Centro Habana, exreclusas, madres con tres hijos o más, trabajadoras del hogar necesitadas de aumentar sus ingresos o con alguna discapacidad, entre otras”, señaló Mytil Font, especialista comercial de Vélo Cuba y coordinadora de la escuela.

Agregó que a partir del próximo curso, en febrero de 2023, deben incorporarse personas con discapacidad auditiva o motora, quienes muchas veces encuentran barreras para acceder a un empleo.

“Aspiramos a que el próximo año nazca una pequeña fábrica de bicicletas de bambú. Muchas de estas mujeres podrán ser las primeras trabajadoras. Pretendemos que sea rentable, pero esencialmente buscamos ayudar a las personas”, resaltó Font a IPS.

Trabajadoras y trabajadores de Vélo Cuba también se adiestran con el objetivo de conducir las conferencias y prácticas de venideras experiencias.

“La escuela de bicicletas de bambú es algo innovador. Se trata de un material ligero, resistente a las vibraciones y golpes, y según expertos más resistente que la fibra de carbón. Pero lo fundamental es su aporte medioambiental”, destacó a IPS Maykro Torres, mecánico de la empresa desde hace año y medio.

Ya en 2020, mediante otro proyecto, “elaboramos un lote de ocho bicicletas de bambú, y se demostró que podíamos hacerlas perfectamente”, apuntó Díaz.

Las oportunidades que ofrece el bambú para diseñar bicicletas y la apuesta por la ciclomovilidad estuvieron entre las motivaciones de algunas de las participantes para matricularse en el curso para aprender a fabricarlas, que se imparte en la capital cubana. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Planta ideal

El ingeniero mecánico Mikel Barea, invitado a impartir las clases, contó a IPS que desde hace más de ocho años estudia cómo combinar materiales y fibras naturales, así como hacer piezas y partes convencionales mediante un material “con una geometría perfecta, liviana, que se puede tomar directamente de la naturaleza y conformar el cuadro (estructura rígida o semirrígida que une todos los componentes) de una bici”.

Residente en Pamplona, Barea creó allí el emprendimiento BambooKoa especializado en la fabricación de distintos prototipos de ciclos basados en el bambú. En la actualidad busca sustituir la fibra de carbono por otras naturales, “para hacer el proyecto verdaderamente sostenible, usando además resinas biodegradables”.

Indicó que concibió un kit de fabricación que incluye, además de los materiales (bambú, fibras de carbono y yute, y piezas para configurar la plantilla), un manual para que cada quien desde su casa, sin herramientas especializadas, pueda configurar su propia bici.


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Díaz aludió a la existencia en la isla de más de una veintena de especies de bambú, “de las cuales dos son ideales para la fabricación de bicicletas”, mientras destacó su aporte al curso del Jardín Botánico de Cienfuegos, en el centro sur de este país insular caribeño.

No obstante, aclaró que otro objetivo del proyecto es incentivar la siembra de este tipo de gramíneas en La Habana, a fin de disponer de la materia prima para futuras fabricaciones y generar empleos.

Se considera al bambú una de las plantas de más rápido crecimiento, de cinco a 20 centímetros diarios según la especie, con un tiempo de maduración y aptitud para su uso comercial de tres a cinco años, adaptable a disímiles tipos de suelos y con un lugar muy destacado en la producción de biomasa.

Una empleada de Vélo Cuba organiza un grupo de bicicletas en el interior de su sede central. Además de contar con una mayoría de mujeres entre su veintena de trabajadores, la empresa gestiona Ha’Bici, el primer sistema de bicicletas públicas del país, además de contar con una escuela de mecánica y de ciclomovilidad. Foto: Jorge Luis Baños / IPS

Desafíos

Díaz subrayó que cuando se concrete la fábrica de bicicletas de bambú pudieran producirse al menos un centenar al año, a partir de las capacidades de la escuela de ciclomovilidad, que se incrementarían si las y los alumnos deciden crear sus propios emprendimientos.

Estimó los costos de las bicicletas artesanales entre 20 y 25 % inferiores a las mecánicas disponibles en comercios cubanos, con precios no menores a los 200 dólares, en un país con un salario promedio de 160 dólares equivalentes al cambio oficial y donde algunas empresas fabrican algunas partes metálicas, mientras el resto de los componentes se importan para su ensamblado.

En el caso del bambú, el cuadro se elaboraría en Cuba, pero los demás componentes –recámaras, gomas, cadenas o sistemas de frenos – sí habría que seguirlos importando.

Además de ser únicas por su cuadro hecho a mano, dijo Díaz, “las bicicletas tendrán como ventaja la mayor durabilidad. Queremos hacer algunas partes de acero inoxidable y aluminio, por tanto se evitará la corrosión”, con niveles muy elevados en esta isla caribeña.

Iniciativas ciudadanas impulsan desde hace varios años en la capital cubana bicicletadas y actividades afines, con el fin de promover los beneficios de ese medio de transporte para la salud de las personas y el ambiente.

Asimismo se proyectan acciones para incentivar el desplazamiento en ciclos en las ciudades patrimoniales cubanas, y ampliar el sistema de bicicletas públicas a otros municipios capitalinos.

Esto último como parte del proyecto Neomovilidad, ejecutado por la DGTH e implementado por la Oficina en Cuba del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que busca impulsar políticas públicas para una transición eficiente hacia un sistema de transporte urbano con bajas emisiones de carbono en La Habana.

No obstante, “hacen falta cambios en las leyes para incentivar la ciclomovilidad. Los proyectos marchan lento. Lo otro es crear una infraestructura vial para quienes anden en bicicleta se sientan seguras, sin peligros por la cercanía de otros vehículos”, sostuvo Díaz.

A la casi ausencia de ciclovías o carriles verdes y una red vial que en más de 70 % está catalogada como de regular o mal estado, Cuba suma desafíos desde la comunicación, pues “hay una resistencia por las personas de más de 45 años a usar bicicletas, debido a que les recuerda una etapa muy difícil de sus vidas”, agregó la joven empresaria.

Díaz alude a una de las etapas más agudas de la crisis económica que sobrevino a inicios de los años 90, tras la caída de la Unión Soviética, cuando centenares de miles de cubanos debieron usar bicicletas para asistir a sus trabajos y otras actividades, ante el colapso del sistema de trasporte.

“Una de nuestras líneas de trabajo es enseñar a montar bicicleta a niñas y niños, quienes pueden estimular a madres, padres y sus abuelos. Pero hace falta estimular esa práctica en círculos infantiles (guarderías y preescolares) y escuelas. La bicicleta es ideal para nuestro país, predominantemente llano, con impactos beneficiosos en la salud y con cero emisiones”, argumentó.

ED: EG

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