CANDELARIA, Cuba – Mayra Rojas es una de las personas que en Cuba recibe los beneficios de la producción de biogás, fuente de energía renovable todavía poco utilizada en un país altamente dependiente de los combustibles fósiles.
Dejar de usar leña y electricidad para cocinar, con la consiguiente rebaja de las facturas y disminución de los tiempos de cocción de los alimentos, son ganancias que reporta a Rojas el biodigestor en la parte trasera de su vivienda, ubicada en la comunidad rural de Carambola, en el municipio de Candelaria, en la occidental provincia de Artemisa, a 80 kilómetros al oeste de La Habana.
Fue construido en 2011 con ayuda de su esposo Edegni Puche, quien trabajó directamente en la fundición de la obra y colocación de las tuberías conductoras del gas.
Tanto Rojas como Puche, quienes en la pequeña finca familiar crían cerdos y cosechan frutas, tubérculos y hortalizas, contaron con la asesoría de especialistas de la Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y Respeto Ambiental (Cubasolar) y del Movimiento de Usuarios del Biogás (MUB).
Para construir el biodigestor de cúpula fija tipo chino de unos seis metros cúbicos (de pequeña escala), Rojas recibió apoyo con algunos materiales del gobierno municipal y la empresa porcina del territorio.
Estima que el costo total de la obra osciló entre 500 y 600 dólares al cambio de entonces.
Los costos de la construcción dependen del tamaño, tipo y espesor del material, e incluso de las características del emplazamiento.
No obstante, expertos calculan que el costo mínimo promedio para la construcción de un biodigestor de pequeña escala –que responde ampliamente a la cocción de alimentos por hogar- ronda en la actualidad los 1000 dólares, en un país con un salario medio mensual equivalente a 160 dólares al cambio oficial.
Recuerda Rojas que “antes, cuando se limpiaban los corrales, los excrementos, orines y desperdicios de las comidas de los cerdos se acumulaban al aire libre, en un rincón del patio. Había mal olor y muchas moscas”.
Ahora la materia orgánica se descompone de forma anaeróbica mediante bacterias, pero en un ambiente cerrado y no contaminante que aporta el gas metano como recurso energético, en vez de derivarlo a la atmósfera.
La alternativa energética favoreció a Rojas con el autocuidado, con detalles como poder mantener las uñas pintadas y el pelo limpio durante más tiempo.
Asimismo contribuyó a que su esposo y los dos hijos jóvenes se implicaran más en las labores domésticas, la limpieza del patio y los animales de la finca familiar, junto con “una mayor conciencia sobre el cuidado del medio ambiente”, refiere.
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La tecnología de biogás también aporta como productos finales biol y biosol, efluente líquido y lodo, respectivamente, idóneos para fertilizar y reconstituir los suelos, “así como regar y mantener verdes las plantas”, resalta Rojas quien dispone de un frondoso jardín en el cual sobresalen variedades de especies de exóticas orquídeas.
Su biodigestor ha probado además ser útil a la comunidad, pues cuando se interrumpe el servicio eléctrico debido a ciclones tropicales que suelen afectar a la isla, “han venido vecinos a calentar agua y preparar sus alimentos”, enfatiza.
Se estima que en Cuba existen unos 5000 biodigestores, con potencialidades para ampliar la red hasta las 20 000 unidades, al menos los de pequeña escala, según cálculos conservadores de expertos.
Más de 90 % de la electricidad en este país insular caribeño proviene de la quema de combustibles fósiles, mientras que un porcentaje significativo de las 3,9 millones de viviendas la utilizan como energía fundamental para cocinar y calentar el agua para el baño.
ED: EG