En el Caribe insular la protección del ozono es una misión de todo el año

Chatarra de sistemas de refrigeración desechados al aire libre y sin control. Los científicos insisten en la necesidad de manejar correctamente estos equipos en desuso, ya que algunos emiten sustancias químicas que siguen destruyendo la capa de ozono. Foto: Alison Kentish / IPS

DOMINICA – En la mayoría de los países del mundo, la protección de la capa de ozono se recuerda solo el 16 de septiembre, el día designado por las Naciones Unidas para recordar la importancia de preservarla, pero en Santa Lucía, una pequeña isla del Caribe, es diferente.

Allí un día no es suficiente para destacar los logros alcanzados ni para celebrar la firma en 1987 del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, un tratado histórico y ratificado universalmente.

Para ese país, el Día del Ozono es la culminación de un mes de celebraciones, y la protección del ozono es un esfuerzo que dura todo el año.

“La Unidad Nacional del Ozono se estableció en 1997 y es responsable de coordinar nuestras actividades y programas para asegurar que cumplimos con nuestros objetivos bajo el Protocolo de Montreal», dijo a IPS Kasha Jn Baptiste, funcionaria de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente del Departamento de Desarrollo Sostenible de Santa Lucía.

Este pequeño país, que no supera los 200 000 habitantes, integra el conjunto de islas que funcionan como frontera oriental en la cuenca del Caribe y que se conocen como las islas de Barlovento, en el sur de las Antillas Menores.

“Nuestra principal obligación es informar sobre nuestros progresos en la eliminación de las sustancias que agotan la capa de ozono y coordinar los proyectos pertinentes”, dijo la  funcionaria santalucense desde Castries, la capital santalucense.

Otras tareas, explicó, “incluyen la educación y la concienciación, la formación de técnicos, la aplicación y el cumplimiento de la legislación, y la coordinación de los socios para garantizar que cumplimos nuestras obligaciones en virtud de la convención”.

“Se trata de un trabajo que dura todo el año”, remarcó.

Tras las actividades del verano boreal con jóvenes de entre 15 y 18 años, el Departamento de Desarrollo Sostenible celebró en septiembre un mes de conmemoración.

Los actos incluyeron apariciones en los medios de comunicación y actualizaciones sobre los avances de Santa Lucía en la consecución del modelo de protocolo. El Departamento ha celebrado actos de concienciación en todos los niveles escolares, con más actividades programadas los dos meses siguientes.

Forma parte de un esfuerzo de todo el año para educar al público y poner a los jóvenes en el centro de la protección del ozono.

“Una de las formas más importantes de seguir destacando la capa de ozono es mediante una mayor concienciación. Empezamos con el día del ozono y solemos concentrarnos en las actividades educativas en torno a ese día, pero nos hemos dado cuenta de que debemos realizar actividades durante todo el año”, dijo Jn Baptiste, que es el Punto Focal del Protocolo de Montreal en Santa Lucía.

Añadió que también se fomenta la enseñanza de temas relacionados con el ozono “como parte de nuestro plan de estudios de ciencias”.

Refrigeración y aire acondicionado

Uno de los principales componentes para mantener el cumplimiento del Protocolo de Montreal es el control estricto del sector de la refrigeración y el aire acondicionado.

Esto incluye refrigerantes como los clorofluorocarbonos o CFC, un grupo de productos químicos que agotan la capa de ozono y que han sido prohibidos, pero que permanecen en los modelos más antiguos de frigoríficos y aparatos de aire acondicionado.

En Santa Lucía, el Departamento de Desarrollo Sostenible lleva a cabo durante todo el año una formación para técnicos sobre estos aspectos.

“El sector de la refrigeración y el aire acondicionado es el que utiliza la mayor parte de estos productos y los técnicos son los que se encargan de su mantenimiento. Queremos que sean conscientes de lo que está sucediendo, de cómo el sector está en transición y de las nuevas alternativas disponibles», dijo Jn Baptiste.

En una enmienda de 2016 al Protocolo de Montreal, las naciones acordaron eliminar el uso de hidrofluorocarbonos (HFC), que se utilizaban como sustitutos de los CFC. Conocida como la Enmienda de Kigali, sus firmantes acordaron que estos HFC representan potentes gases de efecto invernadero (hidrógeno, flúor y carbono) y contribuyen al cambio climático.

Lo que es realmente importante ahora es que países como Santa Lucía tengan objetivos en el Protocolo de Montreal.

Hemos estado diciendo «libre de HFC para 2030», así que en octubre, Santa Lucía lanzó la segunda fase del programa destinado a este fin, el Plan de Gestión de Eliminación de HFC.

“Esto incluirá las actividades necesarias para ayudarnos a alcanzar el objetivo de 2030. Ampliaremos lo que se ha hecho en el pasado e incluiremos actividades de formación de técnicos”, dijo la funcionaria.

Cambios legislativos

Los funcionarios están revisando la legislación del país para garantizar el cumplimiento de los objetivos de la Enmienda de Kigali.

“Nuestra legislación debe actualizarse para ampliar nuestro sistema de licencias y cuotas a fin de incluir los HFC, de modo que podamos centrarnos en estos gases y controlarlos en el marco del Protocolo de Montreal», dijo Jn Baptiste.

Un valor añadido, explicó, es que la reducción progresiva de los HFC puede contribuir a evitar un calentamiento de 0,4 grados para finales de siglo.

“Esto es importante, 0,4 grados es poco, pero sabemos que el Acuerdo de París tiene como objetivo 1,5 grados. La Enmienda de Kigali, si los países la aplican, ayudará al acuerdo climático”.

El Protocolo de Montreal comenzó con el objetivo de preservar la capa de ozono, pero ha evolucionado para abordar también los problemas del cambio climático, del calentamiento global, y aportar soluciones.

T: MF / ED: EG

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