ROMA – El número de personas que padecen hambre en el mundo aumentó hasta alcanzar los 828 millones de personas en 2021, un incremento de 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde el brote de la covid-19, según un reporte de agencias de las Naciones Unidas divulgado este miércoles 6.
“Son cifras deprimentes para la humanidad. Seguimos alejándonos del objetivo de acabar con el hambre de aquí a 2030. Lo más probable es que los efectos de la crisis alimentaria mundial vuelvan a empeorar el resultado el próximo año”, dijo Gilbert Houngbo, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida).
La edición 2022 de “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” revela que se está produciendo un retroceso en los esfuerzos por eliminar el hambre y la malnutrición, como se propone en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
El estudio fue desarrollado en conjunto por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fida, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Se demostró que tras permanecer relativamente sin cambios desde 2015, el porcentaje de personas afectadas por el hambre se disparó en 2020 y siguió aumentando en 2021, hasta alcanzar a 9,8 % de la población mundial, frente a los porcentajes de ocho por ciento registrado en 2019 y 9,3 % en 2020.
Alrededor de 2300 millones de personas en el mundo (29,3 %) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021, esto es, 350 millones de personas más que antes del brote de la pandemia.
Cerca de 924 millones de personas (11,7 % de la población mundial) afrontaron niveles graves de inseguridad alimentaria, lo que supone un aumento de 207 millones en un intervalo de dos años.
“Seguimos alejándonos del objetivo de acabar con el hambre de aquí a 2030. Lo más probable es que los efectos de la crisis alimentaria mundial vuelvan a empeorar el resultado el próximo año”: Gilbert Houngbo.
En el nivel de inseguridad alimentaria moderada las personas afrontan incertidumbres sobre su capacidad para obtener alimentos y se ven obligadas a reducir, en ocasiones durante el año, la calidad o la cantidad de alimentos que consumen debido a la falta de dinero u otros recursos.
En el nivel grave las personas, en algún momento del año, quedan sin alimentos, sufren hambre y, en el caso más extremo, pasan uno o más días sin comer.
La suma de inseguridad alimentaria moderada y grave afecta a 57,9 % de la población en África, a ocho por ciento en Europa y América del Norte, a 24,6 % en Asia, y a 40,6 % en América Latina y el Caribe.
Además, casi 3100 millones de personas en 2020 no pudieron permitirse mantener una dieta saludable, es decir, 112 millones más que en 2019, lo cual refleja los efectos de la inflación de los precios de los alimentos al consumidor.
Esos aumentos derivaron de las repercusiones económicas de la pandemia u las medidas adoptadas para contenerla, y sobre este año gravita la preocupación porque la situación se agrave como consecuencia de la guerra en Ucrania.
El informe recordó que esa guerra, -implicados dos grandes productores mundiales de cereales, semillas oleaginosas y fertilizantes- perturba las cadenas de suministro internacionales y provoca un aumento de los precios de esos rubros, de la energía y de los alimentos terapéuticos listos para tratar la malnutrición grave infantil.
Esa situación se produce cuando las cadenas de suministro ya se ven perjudicadas por los cada vez más frecuentes fenómenos climáticos extremos, especialmente en los países de bajos ingresos, con consecuencias preocupantes para la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel mundial.
Por otra parte, la brecha de género en relación con la inseguridad alimentaria siguió aumentando en 2021, pues 31,9 % de las mujeres del mundo la padecía en grado moderado o grave, en comparación con 27,6 % de los hombres, una diferencia de más de cuatro puntos en comparación con los tres registrados en 2020.
Se calcula que 45 millones de niños menores de cinco años padecen emaciación, la forma más mortífera de malnutrición, que aumenta hasta 12 veces el riesgo de mortalidad infantil.
Además, 149 millones de niños menores de cinco años sufrían retraso en el crecimiento y el desarrollo debido a la falta crónica de nutrientes esenciales en su dieta, mientras que 39 millones tenían sobrepeso.
En el lado positivo, se logran progresos en cuanto a la lactancia materna exclusiva, ya que casi 44 % de los bebés menores de seis meses de todo el mundo fueron alimentados exclusivamente con leche materna en 2020, aunque la cifra aún dista de la meta de 50 % fijada para 2030.
De cara al futuro, se prevé que casi 670 millones de personas, ocho por ciento de la población mundial, seguirán pasando hambre en 2030, aun teniendo en cuenta una recuperación económica mundial.
Es una cifra similar a la de 2015, cuando en los ODS se estableció el objetivo de acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición para finales de esta década, en el marco de la Agenda 2030.
A-E/HM