DURBAN, Sudáfrica – Las voces de los niños y adolescentes ocuparon el centro del comienzo de la 5 Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, que se inauguró en la ciudad sudafricana de Durban este domingo 15. Sus voces resonaron con una demanda común: «Nada sobre nosotros sin nosotros».
La conferencia, que concluirá el viernes 20, tiene lugar en un momento en que el trabajo infantil ha aumentado en todo el mundo desde 2016 y en medio de un plazo inminente para cumplir la erradicación del trabajo infantil para 2025, como establece el 8 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Ese ODS promueve el Trabajo Decente y el Crecimiento Económico y la meta 8.7 plantea la adopción de medidas inmediatas para “asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que 160 millones de niños y niñas están sometidos al trabajo infantil, en muchos casos en forma de esclavitud, con la previsión de que otros nueve millones más se sumen a sus filas debido a la pandemia de covid-19 y a la crisis económica que originó en muchas partes del mundo, ahora agravada por la guerra en Ucrania.
Lucky Agbavor, quien fue un niño trabajador de Ghana, causó un gran impacto con su testimonio de haber sido atrapado en el trabajo infantil a la edad de cuatro años, cuando su madre, sumida en la pobreza, lo envió a vivir con un pariente en un pueblo pesquero. Mientras su madre creía que estaba siendo educado y cuidado, el pequeño fue obligado a trabajar en un barco y casi muere. Más tarde lo enviaron con otro pariente.
«Me llevó a cargar vigas, a cargarlas en el bosque», recuerda el joven. Consiguió ir a la escuela, pero trabajar y estudiar fue duro. Regresó a casa tras suspender el certificado de educación básica en 2012.
«Volví a casa y las cosas fueron muy duras», dijo.
Pero Agbavor se las ingenió para sacar adelante el instituto ganando dinero vendiendo helados, y hoy es la prueba de que todo es posible.
«Durante aquel tiempo, puse todo mi empeño», dijo. Gracias a una beca de la Iglesia Pentecostal, pudo estudiar la licenciatura de enfermería.
«Espero convertirme en un enfermero de renombre de Ghana», dijo a la asombrada audiencia.
Thatho Mhlongo, embajador del Parlamento Nelson Mandela, fue inequívoco.
«El trabajo infantil no es un rumor; es real, ya que ocurre por todo el mundo. Tengo una experiencia personal. He sido testigo de cómo un amigo mío muy cercano tenía que trabajar y sacar adelante a su familia», remarcó.
Elogió a los organizadores de la conferencia por invitar a los niños y escuchar sus voces.
«La transparencia, el respeto y la inclusión y los niños entienden las implicaciones de sus decisiones», recordó Mhlongo a la audiencia, entre la que se encontraban el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, dos premios Nobel de la Paz y delegados de alto nivel del movimiento obrero.
Mientras los relatos de los niños eran conmovedores, los gobiernos, los trabajadores, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil abordaron los retos de la lucha contra la lacra del trabajo infantil y la búsqueda de formas de cumplir el plazo de 2025 para acabar con esta práctica en un mundo golpeado por las guerras, los desplazamientos y la pandemia.
El vicepresidente de la sudafricana Federación de Trabajadores y líder del Congreso de Sindicatos Sudafricanos (Cosatu, en inglés), Bheki Ntshalintshali, cuestionó cómo cuando el «mundo es tres veces más rico, a 74 % se le niega una subvención social».
«La pobreza deja a los niños en situación de vulnerabilidad», subrayó.
Ntshalintshali pidió un «nuevo contrato social» para acabar con el trabajo infantil, y señaló que cuatro de cada cinco niños se ven obligados a trabajar en el sector agrícola en el África subsahariana.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Jacqueline Mugo, de la Federación de Empresarios de Kenia, reconoció que es crucial, aunque no fácil, invertir la tendencia al aumento del trabajo infantil.
«Sin duda, es aún más crucial que las conferencias anteriores tener éxito y galvanizar para acabar con el trabajo infantil… Si no abordamos las causas profundas, seguramente no tendremos éxito», dijo.
El Premio Nobel de la Paz 2014, Kailash Satyarthi, que lleva 40 años luchando contra el trabajo infantil en India y en otros países, se mostró optimista a pesar de los contratiempos.
Señaló que, aunque la riqueza del mundo ha aumentado, la situación de los niños ha empeorado.
«Estoy enfadado por un orden mundial discriminatorio, y por la mentalidad racial, todavía antigua. No podemos erradicar el trabajo infantil sin eliminarlo en África. Sabemos cuál es el problema y cuál es la solución. Lo que necesitamos es, como dijo Madiba, (para) la acción concertada es el valor», dijo Satyarthi, refiriéndose al primer presidente democrático de Sudáfrica, Nelson Mandela, al que todos en el país llamaban Madiba, que significa padre.
Nosipho Tshabalala moderó un debate sobre el trabajo infantil en el que Stefan Löfven, ex primer ministro de Suecia, habló de los retos del mercado laboral y de las cadenas de suministro y de cómo podríamos utilizar la transición climática para crear puestos de trabajo.
La liberiana Leymah Gbowee, Premio Nobel de la Paz 2011, no se anduvo con rodeos a la hora de hablar del pésimo historial de trabajo infantil en África.
Criticó a los gobiernos africanos que se empeñan en erradicar el abuso de los niños.
«Cuando las cámaras se apagan, de repente la política entra en acción África es responsable; nuestros gobiernos no están libres de culpa», dijo, recordando a los políticos que «nuestros niños son la clave de cualquier política, no la política».
El director General de la OIT, Guy Ryder, pidió un enfoque centrado en el ser humano para acabar con el trabajo infantil.
«El trabajo infantil se da en los países de renta media… siempre ligado a la pobreza y la desigualdad. Más de dos tercios del trabajo de los niños se realiza junto a sus familias», dijo el máximo responsable de la organización responsable de la 5 Conferencia Mundial.
Estos niños quedan excluidos de la educación, otro problema adicional.
La vicesecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la nigeriana Amina Mohammed, y presidenta del Grupo de las Naciones Unidas sobre los ODS, dijo a través de un holograma: «El trabajo infantil es sencillamente un error. La OIT tiene un papel fundamental en esta labor».
Subrayó también que la «falta de oportunidades de educación alimenta el trabajo infantil».
Saulos Klaus Chilima, vicepresidente de Malawi, pidió que se actúe urgentemente, diciendo: «Lo conseguiremos. Lograremos lo que deseamos conseguir. Creo que podemos superarlo».
El presidente sudafricano, durante su discurso inaugural, elogió a la OIT “por estar a la vanguardia de los esfuerzos mundiales para erradicar la práctica del trabajo infantil».
«El trabajo infantil es un enemigo del desarrollo de nuestros niños y un enemigo del progreso. Ninguna civilización, ningún país y ninguna economía pueden considerarse a la vanguardia del progreso si su éxito y sus riquezas se han construido sobre las espaldas de los niños», dijo Ramaphosa.
Añadió que Sudáfrica es signataria de la Convención de los Niños porque «tales prácticas roban a los niños su infancia».
El presidente sudafricano señaló que aunque para mucha gente el trabajo infantil «evoca las fábricas de explotación… hay una cara oculta que son los niños en servidumbre doméstica a parientes y familias».
«Hacemos un llamamiento a todos los interlocutores sociales para que adopten el Llamamiento a la Acción de Durban y tomen medidas prácticas para acabar con el trabajo infantil. Debemos garantizar en todos los países el convenio de la OIT contra el trabajo infantil; una acción universal para un apoyo social universal», dijo Ramaphosa.
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