Antigua trabajadora infantil pide al mundo más compromiso contra esa lacra

La defensora india de los sobrevivientes del trabajo infantil en India, Tara Banjara, quien ella misma fue rescatada a los ocho años de una dura y diaria tarea de limpiar carreteras peligrosas en el norteño estado de Rajastán, tras casi cuatro años de realizar esa actividad. Foto: Cecilia Russell / IPS

DURBAN – Tara Banjara tenía cuatro años y medio cuando sus padres la pusieron a trabajar en las carreteras, limpiando la basura y los escombros de los baches para preparar su repavimentación en los alrededores de su pueblo, Nemdi, en el estado de Rajastán, en el norte de India.

Trabajó con su madre bajo el viento, el frío y la lluvia, día tras día, año tras año. Volvía a casa destrozada, demasiado agotada para comer antes de dormirse cada noche, contó la ahora joven Banjara en Durban, la ciudad sudafricana donde desde el domingo 15 y hasta el viernes 20 se celebra la 5 Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil.

«En mi familia no había comida. Ni siquiera podíamos hacer dos comidas al día, así que mis padres decidieron llevarme a trabajar porque era la mayor de mis hermanos. Trabajaba con mi madre limpiando carreteras peligrosas todos los días. Siempre estaba preocupada por los vehículos que venían”, detalló sobre su vida infantil la ahora activista india contra el trabajo infantil.

Benjara, quien ahora tiene 17 años, explicó que “no era feliz y me acostumbré a sentirme cansada. No era consciente de si el trabajo infantil estaba bien o mal», más cuando decenas de otros niños de su pueblo también laboraban como lo hacía ella.

La joven india es ahora defensora de los supervivientes del trabajo infantil y habló con IPS tras intervenir el lunes 16 en la Conferencia Mundial, organizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que busca acelerar el compromiso para que se cumpla la meta de que en 2025 se haya puesto fin a que los niños y las niñas trabajen.

Banjara forma parte de los millones de personas atrapados en el trabajo infantil que laboran en minas, granjas, fábricas y hogares en todo el mundo, muchas veces en condiciones de servidumbre o de esclavitud moderna.

Según las últimas estadísticas de la OIT y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 160 millones de niños, lo que equivale a uno de cada 10, trabajan en todo el mundo. En los últimos años, el trabajo infantil ha aumentado, especialmente en el grupo de edad de 5 a 11 años, según reveló un informe conjunto de las dos agencias.

Durante su participación en una mesa redonda de alto nivel, Banjara pidió a los delegados de más de un centenar de gobiernos acelerar el paso y lograr un impacto a escala mundial para erradicar el trabajo infantil.

“Deben ponerse firmes y comprometerse a poner fin a esta práctica en todo el mundo”, demandó, al hacer referencia a la meta 7 del 8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), donde se fija que el trabajo infantil se debe eliminar para 2025, algo que parece imposible, dadas las cifras actuales.

Tanzila Narbaeva, presidenta del Senado de Uzbekistán, expuso cómo su país ya había erradicado el trabajo infantil mediante la adopción de los convenios de la OIT sobre trabajo infantil: el Convenio 138 sobre la edad mínima y el Convenio 182 sobre la erradicación de las peores formas de trabajo infantil para 2020.

Dijo que es país de Asia central cuenta con una «fuerte voluntad política» para luchar contra esta lacra y ha promulgado 32 instrumentos legales y reglamentarios y convenios contra el trabajo infantil. El gobierno y la OIT, además, han llevado a cabo un control de las explotaciones agrícolas y las empresas.

«Endurecimos la responsabilidad penal por el empleo de mano de obra infantil, y eso se ha convertido en una de las medidas más eficaces. La cooperación internacional desempeña un papel fundamental, y la OIT lleva más de diez años apoyando a Uzbekistán en la aplicación de medidas y el cumplimiento de las relaciones sociales y laborales en el país», declaró Narbaeva.

La defensora india de los sobrevivientes del trabajo infantil en India, Tara Banjara, quien ella misma fue rescatada a los ocho años de una dura y diaria tarea de limpiar carreteras peligrosas en el norteño estado de Rajastán, tras casi cuatro años de realizar esa actividad. Foto: Cecilia Russell / IPS

La senadora uzbeka detalló que la mecanización del trabajo agrícola y el aumento de los precios del algodón en bruto hasta 10 veces en comparación con 2014 también habían desempeñado un papel importante en la erradicación del trabajo infantil.

Uzbekistán firmó entonces con la OIT un nuevo Programa de Trabajo Decente para el País para promover el trabajo decente y la protección laboral para 2021.

«Los sindicatos fueron la fuerza que dio el impulso inicial, pero después el gobierno y la sociedad civil se involucraron en esta labor», dijo Narbaeva.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), que colaboró con el gobierno de Uzbekistán contra el trabajo infantil, arremetió contra la falta de avances en su erradicación a nivel mundial.

«Tiene que ser uno de los escándalos mundiales más graves que no hayamos eliminado el trabajo infantil”, subrayó.

A seguidas inquirió: “¿Tenemos un trabajo regulado y seguro en el que los padres/adultos puedan trabajar con dignidad para no tener que depender del dinero que puedan ganar sus hijos?”.

“Más de 60 % de los trabajadores del mundo laboran de manera informal, y eso incluye todos los sectores, incluidos nuestros negocios a través de Internet, lo que significa que no hay derechos, ni protección social, ni estado de derecho», destacó la gremialista internacional.

Burrow añadió: «Cuando no se puede vivir del trabajo informal que se realiza, los padres que están desesperados por alimentar a su familia permitirán que sus hijos tengan oportunidades de trabajar».

La máxima responsable de la CSI aseguró que los salarios dignos y la protección social universal son indispensables para aliviar la desesperación del mercado laboral informal y ayudar a los padres a tomar decisiones diferentes respecto a sus hijos.

«Esto tiene que estar apoyado por la inversión en una educación pública de calidad que sea accesible para toda la gente. Sabemos cuáles son las respuestas, pero la verdadera cuestión es si hay voluntad política, como ha demostrado Uzbekistán, para eliminar el trabajo infantil y formalizar el trabajo informal», dijo Burrow.

La lideresa gremial puso también como ejemplo al país anfitrión de la Conferencia Mundial, Sudáfrica, que ha demostrado que el trabajo informal puede ser formalizado a través de la legislación en su sector laboral doméstico.

Afirmó que es necesario hacer cumplir los tratados y las leyes sobre derechos humanos y esclavitud moderna, y hace falta legislar para que los gobiernos y las empresas rindan cuentas para poner fin a esta lacra del trabajo infantil, y en general al trabajo “indicente”.

El director general de la OIT, Guy Ryder, subrayó que la sociedad civil y los gobiernos deben unirse para erradicar el trabajo infantil.

«Sabemos que la educación es importante. Sabemos que la protección social es importante. Sabemos que la formalización de la economía informal es importante, y sabemos que la creación de trabajo decente para los adultos es importante. Estos son los cuatro pilares en los que tenemos que trabajar», dijo Ryder.

Subrayó que es indispensable tanto la voluntad política como que esta se traduzca en la toma de decisiones de la misma sociedad.

«La sociedad tiene que unirse y decir ‘el trabajo infantil es intolerable’. Tenemos que acabar con él», insistió.

Para la joven india Banjara, dejar el trabajo infantil logró que se le abriesen los ojos a la realidad de la educación y a una carrera como policía, “porque quiere influir en la vida de otros niños”.

Fue un activista de Bal Ashram Trust, una iniciativa del premio Nobel de la Paz 2014, Kailash Satyarthi, y su esposa Sumedha Kailash, lo que logró el rescate de Banjara a los ocho años de su vida de trabajo infantil.

«Se me abrieron los ojos. No sabía que existía la educación. Mis padres no querían que fuera a la escuela. Aunque los activistas acudían a ellos, decían: ‘no, no irá’. Convencí a mis padres. Dejé de comer. Hice una huelga de hambre y estuve triste todo el tiempo para que se dieran cuenta», dijo Banjara.

Finalmente, sus padres cedieron, y Banjara fue a la escuela y completó los 12 años de primaria y secundaria antes de matricularse en la universidad. Espera poder marcar la diferencia en su entorno social, cuando obtenga el título de policía.

«Solo porque seamos niños nacidos en familias pobres, que no tienen derecho a voto, no significa que debamos estar condenados a una vida de trabajo infantil», sentenció la joven de 17 años, llegada a Durban para testimoniar con sus propias vivencias lo que puede hacer con una niña como ella estar forzada a trabajar o liberarse de ese yugo y tener derecho a educarse.

T: MF / ED: EG

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