SÃO PAULO – El ranking de las ciudades más violentas del mundo en 2021 incluye de manera previsible una fuerte presencia de los centros urbanos de América Latina y el Caribe. Los ocho primeros lugares de la lista se ubican en México, y la región aporta 38 de las 50 ciudades.
Pero esto no significa que todas las zonas de América Latina estén en riesgo. La lista deja ver patrones o zonas que requieren más atención que otras.
Desde el Valle del Cauca en Colombia, con tres ciudades en la lista, hasta los sitios turísticos mexicanos, donde ha habido un aumento en los homicidios, pasando por Ecuador, que desafortunadamente ha ingresado al ranking, hasta el noreste de Brasil, donde se concentra la violencia del país.
InSight Crime analiza las principales conclusiones de este informe, publicado anualmente por el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal de México.
México repite a la cabeza de la lista
Aunque el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal lleva años haciendo seguimiento a las 50 ciudades más violentas del mundo, México ha mantenido consistentemente un aumento de ciudades inmersas en la violencia sobre cualquier otro país. Y 2021 no fue distinto.
“México ya lleva tres años como epicentro mundial de la violencia homicida urbana”, y eso sin considerar los millares de desaparecidos anualmente, declaró la organización.
En 2020, la ciudad más violenta del mundo —Zamora, en el estado de Michoacán—estaba ubicada en México, al igual que ocho de las diez primeras de la lista, y 18 de las 50 ciudades incluidas en el estudio. Un notorio retorno a la lista en 2021 fue Cancún, la mayor atracción turística en el estado de Quintana Roo, sobre el Caribe, que no figuraba en la lista desde su primera aparición en 2018, en el puesto 13.
En 2021, la ciudad costera representó más de la mitad (337) de los 651 homicidios contabilizados en el estado. Por años, una boyante industria turística ha promovido un desarrollo excesivo de la construcción y una urbanización acelerada, lo que ha contribuido al incremento de la violencia con la expansión del crimen organizado en este lugar.
Centros turísticos como Cancún son un imán para las redes criminales por varias razones. La afluencia continua de turistas mexicanos y extranjeros da a los grupos criminales cierto grado de anonimato, lo que les permite supervisar sus operaciones de narcotráfico y extorsión con mayor facilidad, blanquear las ganancias ilícitas adquiridas y eludir la acción de las autoridades, según un estudio académico publicado en 2020 por la investigadora Elisa Norio.
Recientemente, la violencia entre grupos rivales y sus intereses se ha vuelto más temeraria, por ejemplo, con enfrentamientos a tiros en la playa y asesinatos en pleno día. A mediados de marzo, las autoridades descubrieron un “cementerio clandestino” en la ciudad, que se presume tiene relación con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Paralela a esta violencia, también ha crecido la inseguridad general. En diciembre de 2021, Cancún fue una de las ciudades en las que sus habitantes reportaron una mayor percepción de inseguridad (85,5 %), según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Sin embargo, la violencia no ha afectado exclusivamente a la cotizada Riviera Maya.
Varias ciudades en el centro de México, situadas a lo largo de corredores de narcotráfico —como el centro manufacturero de Celaya, en Guanajuato, y el importante centro de producción agrícola de Uruapan, en Michoacán—, y ciudades en la frontera entre Estados Unidos y México, como Tijuana, en Baja California, y Ciudad Juárez, en Chihuahua, se contaron entre las 10 más violentas en 2021.
A finales de los años 2000 y comienzos de la década de 2010, Ciudad Juárez y Tijuana padecieron una violencia extrema, causada por una combinación de factores, como disputas por rentas del narcotráfico, corrupción de funcionarios del gobierno y las fuerzas de seguridad, la globalización y la urbanización. Pero después de que los homicidios se estabilizaron, desde 2018, ambas ciudades fronterizas de nuevo enfrentan repuntes en los homicidios.
En todo México, la violencia sigue planteando una amenaza importante para las ciudades a nivel nacional por cuenta de las organizaciones criminales, sus nexos con funcionarios públicos corruptos, importantes sectores económicos, como la minería y la agricultura, y estructuras de poder en continua evolución.
Centroamérica quedó por fuera, no por mucho
Una característica significativa de la lista de ciudades más violentas fue la continua ausencia de El Salvador y Guatemala, aunque las dos ciudades más populosas de Honduras —su capital Tegucigalpa y San Pedro Sula— fueron los únicos centros urbanos de Centroamérica incluidos en la lista.
San Pedro Sula, en Honduras, se situó en el puesto 32, con 327 muertes violentas y una tasa de homicidios de casi 42 por 100 000 habitantes, mientras que la capital ocupó el lugar 39, con 481 asesinatos y una tasa de homicidios superior a 37 entre 100 000 habitantes, según el estudio.
En 2021, el país presentó 3651 homicidios en todo el territorio para una tasa de casi 39 muertes por 100 000 habitantes, lo que puso a este país como el tercero más sangriento de Latinoamérica y el Caribe para ese año.
A lo largo de 2021, las autoridades registraron al menos una masacre por semana, donde Tegucigalpa y San Pedro Sula concentraron cerca del 30 por ciento (16) de las masacres, según datos oficiales recopilados por el diario El Heraldo. Sin embargo, las posiciones de ambas ciudades han caído en los últimos años, pues San Pedro Sula se situó en el puesto 15 en 2019.
En el vecino El Salvador, la caída récord de homicidios desde 2019 ha hecho que sus centros urbanos se alejen de la lista de ciudades más violentas. La última vez que la ciudad capital San Salvador hizo una aparición fue en 2018, y desde entonces ninguna ciudad salvadoreña ha estado en el listado.
Aunque el presidente Nayib Bukele le atribuye ese descenso a su llamado Plan de Control Territorial y a los despliegues de ejército y policía, sus críticos han citado una crisis de desapariciones y la presunta evidencia irrefutable de negociaciones entre su gobierno y las pandillas MS13 y Barrio 18 como una explicación de ese descenso.
No es la única vez que las negociaciones de las pandillas se reflejan en una disminución sustancial de la violencia. Una controvertida tregua de pandillas negociada por funcionarios de gobierno en 2012, durante la administración del expresidente Mauricio Funes, también llevó a un marcado descenso de los homicidios, aunque la violencia no tardó en repuntar en cuanto se rompió la tregua.
Las actuales negociaciones también han mostrado señales de desgaste. De hecho, una oleada de violencia que dejó casi 50 homicidios en un lapso de 72 horas en noviembre de 2021 fue un crudo recordatorio de la velocidad con la que las pandillas pueden cambiar de tónica y escalar la violencia para apuntalar sus intereses.
Finalmente, el año pasado en Guatemala, los homicidio subieron alrededor de 10 por ciento después de una tendencia descendente, que se mantuvo por 10 años. Aun así, los homicidios en Guatemala están hoy muy por debajo del pico que alcanzaron en 2009, cuando el país registró más de 6500 homicidios, y la tasa de homicidios se situó en 46,5 por 100 000 habitantes.
El conflicto social y económico sigue siendo uno de los principales motores de la violencia en Guatemala, mientras que los homicidios también se concentran en zonas controladas por pandillas, en importantes corredores de tráfico de drogas a lo largo de sus fronteras con México, Honduras y El Salvador.
El ingreso de Ecuador
Esta es la primera vez que una ciudad ecuatoriana aparece en esta lista desde que comenzó a publicarse en 2013. Sin embargo, esto parecía inevitable. En Ecuador la tasa de homicidios aumentó en 2021 más rápido que en cualquier otro país de América Latina y el Caribe. Los asesinatos prácticamente se duplicaron año tras año, a medida que la guerra entre pandillas se salía de control.
La noticia causó consternación en Ecuador, donde funcionarios y expertos salieron de inmediato en su defensa. Gustavo Zúñiga, presidente de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG), dijo que Guayaquil no es una ciudad violenta sino que es “víctima del narcotráfico”. La ciudad y sus áreas vecinas registraron 621 muertes violentas en 2021.
Carlos Sevillano Páez, experto en seguridad nacional de Ecuador, criticó la inclusión de Guayaquil en el último lugar del ranking, y afirmó que, si se hubieran recibido datos precisos de países como Venezuela, Ecuador habría quedado por fuera de la lista.
El hecho de que Guayaquil merezca estar en la posición número 50 es irrelevante, dado el rápido deterioro de la situación en la ciudad.
Allí han surgido varias zonas críticas, cada una de las cuales contribuye al patrón de violencia generalizada. El puerto de Guayaquil, el principal punto de salida de la cocaína que se transporta por Ecuador, es un apetecido territorio criminal. Los barrios que se encuentran en el trayecto hacia el puerto se han convertido en focos de constantes enfrentamientos entre pandillas.
Los Lagartos, uno de los grupos criminales más grandes del país, tiene su base en Guasmo Sur, justo detrás del puerto principal. Este se ha convertido en el sector más violento de Guayaquil, pues allí ocurren tiroteos de manera indiscriminada, tanto contra civiles como contra pandilleros.
Los Rusos, una pandilla local, tiene como objetivo expulsar a Los Lagartos para controlar los cargamentos de cocaína que llegan a través de Guasmo Sur, y no les ha temblado la mano para asesinar con el fin de obtener lo que quieren.
Colinas de la Florida, en el noroeste de Guayaquil, ha sido testigo de múltiples tiroteos y masacres. En octubre del año pasado llamó la atención de manera especial, después de que el velocista olímpico Álex Quiñónez fuera asesinado a tiros allí.
Durán, un pueblo frente a Guayaquil, al otro lado del río, ha sufrido quizás la peor parte de esta plaga de violencia. En febrero de este año, se encontraron dos cuerpos colgando de un puente peatonal sobre una vía principal, una práctica que nunca se había visto en Ecuador. Las dos pandillas que según los rumores están involucradas, las Águilas y los Chone Killers, son parte de una guerra de pandillas que se está librando en todo el país.
El origen de esta guerra también se encuentra en Guayaquil, concretamente en la Penitenciaría del Litoral. En 2021, Los Choneros, el grupo criminal más grande de Ecuador, se fragmentó dado que varias subpandillas se volvieron contra la estructura principal. Como resultado se presentaron varias masacres terribles dentro del Litoral, incluso con el uso de armas de fuego automáticas y granadas. En febrero del año pasado, 34 prisioneros fueron asesinados allí. En septiembre, 119. Y en noviembre, otros 68.
No hay indicios de que la situación se esté apaciguando o mejorando. Y con casi 300 homicidios en Guayaquil y sus alrededores entre enero y marzo de 2022, Es posible que la ciudad termine este año más arriba en el ranking.
El triplete de Valle del Cauca, Colombia
Cuatro ciudades colombianas fueron mencionadas en la lista de 2021. Entre ellas destacan Buenaventura, Cali y Palmira, todas ubicadas en el departamento de Valle del Cauca. Por último, Cúcuta, capital del departamento Norte de Santander, también fue incluida en el puesto 46.
Valle del Cauca es estratégico para varias economías criminales, ya que bordea la costa Pacífica y el departamento de Cauca, un importante productor de coca. La ciudad portuaria de Buenaventura fue considerada como la decimotercera más violenta en 2021, a pesar de que no fue incluida en la lista de 2020.
Buenaventura es un punto de salida sobre las rutas de tráfico hacia Asia, Estados Unidos, Centroamérica y Suramérica, por lo que la ciudad es escenario de constantes disputas criminales. Dos personas son asesinadas cada tres días por casos relacionados a la extorsión, el robo y otras economías criminales, según la Fundación Paz y Reconciliación (Pares).
Expertos locales en temas de seguridad y defensores de derechos human han indicado que el aumento de violencia se debe a la presencia de una estructura narcoparamiliatar y una guerra entre dos facciones rivales de La Local –escisión de Los Urabeños.
La segunda ciudad colombiana en la lista con el número 24 es Cali, capital de Valle del Cauca, ubicada a dos horas y media del puerto de Buenaventura. Esta ciudad históricamente ha sido un centro de tránsito, lavado de dinero y narcomenudeo.
Andrés Villamizar, ministro de Seguridad de Cali, describió la ciudad como un “microcosmos” de todas las problemáticas de seguridad en Colombia. Esto ayuda a explicar por qué Cali aparece constantemente en la lista de ciudades más violentas.
De hecho, la ciudad subió posiciones en la lista debido a un incremento del 13 por ciento en su tasa de homicidios en 2021. Alrededor del 80 por ciento de las pandillas de Cali están concentradas en solo seis barrios y en cinco de ellos crecieron los asesinatos de manera exponencial.
Palmira, ubicada a media hora de Cali, es considerada la tercera ciudad más violenta de Colombia y la número 34 en el mundo. Reapareció en el ranking de 2021 tras no ser incluida en el del año anterior.
En Palmira se ubica el aeropuerto Bonilla Aragón, el más importante de Valle del Cauca. Las autoridades aseguran que de este aeropuerto constantemente salen aviones cargados con drogas y oro de procedencia ilegal. También se ha reportado que llegan armas estadounidenses destinadas a la ciudad de Buenaventura.
Violencia generalizada en el noreste de Brasil
Nueve ciudades de esta región se ubican en el ranking, lo que significa que el noreste de Brasil representa el 20 por ciento de la lista de 2021. A pesar de no ser la base de las distintas pandillas del país, varias organizaciones criminales han migrado a esta zona con el objetivo de buscar el control del flujo de drogas desde Bolivia y Paraguay hacia el Atlántico.
Desde el 2016, el Primer Comando de la Capital (Primeiro Comando da Capital – PCC) y el Comando Rojo (Comando Vermelho – CV) –las principales amenazas criminales del país– han destinado importantes recursos humanos y financieros para controlar el noreste. Sin embargo, ninguna ha conseguido dominarlo.
Ambas organizaciones se han topado con la resistencia de grupos locales fuertemente enraizados, que han robado cargamentos o reivindicado las rutas. Guardianes del Estado (Guardiões do Estado – GDE), una facción criminal con presencia en el estado de Ceará, ha sido la más exitosa en detener el avance de las dos organizaciones. Con el CV se disputa de manera sangrienta la ciudad de Fortaleza, ubicada en el número 29 del ranking.
El CV también tiene otras batallas en la región. Por ejemplo, en Salvador (número 28) se enfrenta a una facción criminal conocida como Tropa do A. Este grupo es responsable de varios homicidios en el estado de Bahía y está conformado por remanentes de una pandilla local que fue forzada a integrarse al CV.
La ciudad portuaria de Natal, la principal salida de cocaína en esta región, también es escenario de disputas. Al igual que en Guayaquil, en esta ciudad ocurren cientos de homicidios cada año, lo que indica que el control de los barrios cercanos al puerto es indispensable para aquellos que busquen transportar, controlar o incluso robar cargamentos de droga.
Este artículo se publicó originalmente en InsightCrime.
RV: EG