MANAUS, Brasil – La palma de aceite, conocida como dendezeiro en Brasil, puede producir hasta 10 veces más aceite vegetal por hectárea que otros cultivos, pero es regularmente condenada por ser perjudicial para la biodiversidad de los bosques tropicales de Asia, África y América Latina. Ahora, su cultivo parece que va a avanzar en la Amazonia brasileña.
En diciembre, Brasil BioFuels (BBF) y Vibra Energía -el mayor distribuidor de biocombustibles del país- anunciaron sus planes de construir una biorrefinería de «diésel verde» en Manaus, la capital del norteño estado de Amazonas.
Producido a partir de aceite de soja y/o de palma, el combustible es considerado por muchos como deseable para el futuro de bajo carbono, ya que es menos contaminante que el diésel de hidrocarburos.
La refinería en Manaos, como también se conoce a Manaus, está actualmente en fase de estudio, y aún no tiene licencia ambiental ni plazo para iniciar la construcción. Pero con unas inversiones previstas de 1800 millones de reales (378 millones de dólares) y un inicio de operaciones agendado para 2025, la empresa podría producir hasta 500 millones de litros de diésel al año.
Para alcanzar este volumen de producción, BBF prevé plantar 120.000 hectáreas de palma aceitera para 2026, en áreas aún por definir. Esto aumentaría la superficie dedicada a la palma aceitera en Brasil en aproximadamente 60 %, ya que el cultivo utilizado en diversos productos de consumo ya ocupa 201.000 hectáreas en el país, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
La ley brasileña establece que la palma de aceite sólo debe cultivarse en zonas que fueron deforestadas antes de 2007. El presidente de BBF, Milton Steagall, ha asegurado que el cultivo ya sigue estas normas sostenibles, y que además contribuye a la captación de carbono en zonas previamente degradadas.
«La palma aceitera no ocupa espacio de bosque. Estamos hablando de áreas que fueron ‘antropizadas’ antes de 2007, y que serían difíciles de recuperar, porque frecuentemente ya se han convertido en pastizales», dijo Steagall a Diálogo Chino. «Tomamos áreas degradadas y hacemos un cultivo perenne, que no se mecaniza, no requiere mucho fertilizante y produce durante 35 años», añadió.
Steagall añadió que la refinería ayudará a alimentar 20 centrales termoeléctricas en funcionamiento y otras 14 en proyecto en la Amazonia. Por ello, dijo, será vital ofrecer una fuente de energía limpia a las termoeléctricas de la región, que actualmente funcionan con diésel fósil.
Sin embargo, investigadores y ecologistas han criticado la expansión de las infraestructuras para la producción de aceite de palma en la Amazonia.
«Este es el cultivo con el potencial más devastador del mundo que se está implantando en el corazón de la mayor selva tropical del mundo», dijo Lucas Ferrante, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA). Describió la palma aceitera como «un cultivo comprobadamente depredador, que provoca una enorme pérdida de biodiversidad».
Son múltiples los impactos que el avance de las plantaciones de palma aceitera puede tener en los bosques tropicales, que se han visto principalmente en el sudeste asiático, donde la pérdida de hábitat ha puesto al menos 193 especies en riesgo de extinción. Y según la Unión de Científicos Preocupados (UCS; por sus siglas en inglés), solo 15 % de las especies que habitan los bosques tropicales pueden sobrevivir en las plantaciones de palma aceitera.
Brasil, a contramano del mundo
En 2010, el gobierno brasileño lanzó el Programa de Producción Sostenible de Aceite de Palma con la expectativa de potenciar la producción brasileña y desarrollarse en la región amazónica, pero el programa no ha despegado. Menos de 3 % del biodiésel de Brasil procede hoy de la palma de aceite, según la Agencia Nacional del Petróleo.
A pesar de que más de 90 % de la plantación del cultivo está en los estados de la Amazonia, no ha traído los beneficios esperados a la región, en parte debido a la débil acción de los organismos ambientales, dice Carlos Rittl, especialista en políticas públicas de Rainforest Foundation.
«No hay manera de cumplir el compromiso de producir sólo en una zona ya deforestada sin gobernanza, sin control y sin aplicación de las leyes ambientales «, dice Rittl, y refuerza que, aunque la palma aceitera contribuye a secuestrar carbono al sustituir las pasturas degradados, estimula nueva deforestación. «La palma aceitera está presionando a la ganadería hacia nuevas áreas de bosque nativo», añade.
Esto ocurre, recuerda Rittl, en medio del actual desmantelamiento de los organismos de protección ambiental en Brasil y de sucesivos años récord de deforestación e invasiones a áreas protegidas. Entre 2019 y 2021, el promedio de deforestación anual en la Amazonía fue 56,6 % mayor que en el período de 2016 a 2018.
Aunque el aceite de palma tiene poca participación en la matriz de combustibles de Brasil y ni siquiera es autosuficiente , su cultivo casi se ha duplicado en la última década en el país, según el IBGE, impulsado por los estímulos fiscales que ayudaron a atraer a las agroindustrias a la Amazonia.
Pero mientras Brasil invierte en palma de aceite para dirigirse a los mercados de biocombustibles y energía, las crecientes presiones internacionales están llevando a dos grandes compradores, Europa y Estados Unidos, a discutir las barreras a la importación.
La UE también espera eliminar los combustibles a base de aceite de palma para 2030 -cinco años después de la entrada en funcionamiento de la refinería brasileña-, mientras que Alemania ha anunciado el fin del uso de aceite de palma para la producción de biocombustibles a partir de 2023.
En China se está debatiendo la posibilidad de reducir la importación de aceite de palma sin certificación, afirma Rittl. El organismo de certificación, la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO), ha estado trabajando para reducir el impacto medioambiental de las adquisiciones del país, ya que también es un gran importador.
«Si se produce una expansión de la producción en Brasil más allá del uso doméstico, pronto no habrá espacio en el mercado», dice Rittl.
Impacto en las comunidades tradicionales
El avance del aceite de palma ya ha tenido impactos negativos en las comunidades tradicionales de la Amazonia, según André Carvalho, profesor de la Universidad Federal de Pará (UFPA). «Los estudios confirman la pérdida casi total del carácter del modo de vida en la región, la inseguridad alimentaria, además de la expropiación de tierras y la violencia en el campo, incluidos los asesinatos», dijo a Diálogo Chino.
Este es el caso de Acará, un municipio del noreste del estado de Pará, donde las comunidades quilombolas afrobrasileñas reclaman una zona de la que dicen haber sido expropiadas por Agropalma, un productor de aceite de palma con certificación RSPO.
José Joaquim Pimenta, presidente de la asociación que agrupa a seis comunidades quilombolas, dijo que la expropiación ocurrió hace más de tres décadas. Al principio, la expansión de Agropalma se produjo «a pequeña escala», dice Pimenta, mediante la compra de tierras. Pero a partir de 1987, la empresa adquirió una finca y sobrepasó los límites de la propiedad.
Pimenta afirma que la empresa «invadió territorios tradicionales, iniciando el grilagem [acaparamiento de tierras]. Entre 1987 y 1990, taló una zona de reserva natural muy grande para plantar palma aceitera». En 2015, comenzó la lucha legal para recuperar esas zonas.
En 2018, el Tribunal Federal suspendió el registro de dos granjas de Agropalma por sospecha de ocupación ilegal, falsificación de documentos y fraude notarial, tras una solicitud del Ministerio Público del Estado de Pará (MPE-PA).
Agropalma argumentó que las tierras fueron «adquiridas de buena fe». Después de que el Tribunal Federal confirmara las irregularidades, la empresa dijo que «no se opuso a la decisión judicial de anular los registros» y que está a la espera de que se regularice la titularidad de las tierras.
Sin embargo, incluso con los registros suspendidos, Agropalma sigue ocupando la zona, y los conflictos con los quilombolas se han intensificado. «Recientemente, Agropalma nos ha impedido el acceso a parte de la selva, a tramos del río Acará donde solíamos pescar, e incluso a cementerios donde se encuentran nuestros antepasados», dice Pimenta.
Las restricciones «casi llevaron a un enfrentamiento» contra los guardias de seguridad armados de Agropalma, dice Pimenta. En ese momento, los quilombolas estaban acampando en la zona en disputa como protesta por el incumplimiento de la empresa de una recomendación del MPE-PA de permitir el acceso al lugar. Organizaciones de derechos humanos han intentado mediar en el diálogo entre ellos.
En cuanto al conflicto de febrero, Agropalma aseguró que nunca amenazó ni utilizó la violencia física contra ninguna comunidad de la región, pero que «tomó medidas para evitar nuevas invasiones» y buscó la reintegración judicial de la posesión. «La empresa siempre ha creído en la resolución institucional y pacífica de los conflictos, y seguirá eligiendo este camino», dijo, a través de su oficina de prensa.
La palma de aceite reduce la biodiversidad del Amazonas
La palma aceitera ya trae consecuencias nefastas para la biodiversidad en la Amazonia. Alexander Lees, investigador de la Universidad Metropolitana de Manchester, es uno de los autores de un trabajo que alerta sobre la pérdida de hábitat de las aves en los municipios de Moju y Tailândia, en el noreste de Pará, donde hay extensas plantaciones de palma aceitera.
«La palma de aceite es un cultivo extremadamente depredador para la biodiversidad amazónica», dijo Lees a Diálogo Chino. «Mientras que en el bosque primario encontramos fácilmente más de 300 especies de aves, en medio de los cultivos de palma aceitera este número es de unas 20. Es incluso menor que en los pastizales», añade.
Incompatible con la agricultura familiar, la palma también acaba compitiendo con los cultivos de subsistencia, como la mandioca, una importante fuente de ingresos para los pequeños agricultores, según Auristela Castro, investigadora de la Universidad Federal del Oeste de Pará. Explica que la palma de aceite genera «un ambiente de incertidumbres y amenazas» para la calidad de vida de los pequeños agricultores.
«Las prácticas de producción de la palma aceitera siguen estando muy lejos de los pilares de la equidad social y la sostenibilidad medioambiental», añade Castro.
Preguntado por el impacto medioambiental y la intensificación de las disputas por la tierra relacionadas con el aceite de palma, Steagall respondió que la empresa trata de «respetar las normas y plantar sólo dentro de las áreas de zonificación [destinadas a la palma de aceite]».
Aceite de palma o energía renovable
A pesar del alto rendimiento del aceite de palma por hectárea, y aunque garantiza un combustible más limpio que los de origen fósil, Lees cree que el mejor camino es reducir su demanda en el mercado. «Cambiar los combustibles fósiles por el biodiésel en las centrales termoeléctricas y los automóviles está muy bien, pero aún mejor sería sustituir las centrales termoeléctricas por energía solar y eólica, y los automóviles por bicicletas y autobuses eléctricos», afirma.
El investigador añade que la sustitución del aceite de palma por otros derivados de vegetales no resolvería el problema de la deforestación. Esto se debe a que la producción de una tonelada de aceite de palma requiere 0,26 hectáreas de tierra. Aunque esta cifra es menor que la del aceite de soja, por ejemplo, que exige al menos dos hectáreas, según un estudio del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), no es insignificante.
Rittl está de acuerdo en que es necesario priorizar las fuentes renovables frente a las termoeléctricas, que actualmente son el principal uso final del aceite de palma de la Amazonia. Para él, la energía fotovoltaica es la mejor apuesta para Brasil: «En 2025, será la energía más barata del mundo».
Este artículo se publicó originalmente en la plataforma informativa Diálogo Chino.
RV: EG