PANAMÁ – Agencias del sistema de Naciones Unidas deploraron la muerte de un bebé venezolano a bordo de un bote interceptado por guardacostas de Trinidad y Tobago, y reclamaron nuevamente que, junto con una investigación, se adopten medidas para proteger los derechos de las personas migrantes.
“Este incidente pone de manifiesto la difícil situación a la que se enfrentan las personas que se desplazan durante los desesperados y peligrosos viajes buscando seguridad”, dijo Eduardo Stein, representante especial conjunto de Acnur y la OIM para los refugiados y migrantes venezolanos.
Expresaron su consternación la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la oficina regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh).
“Nadie en búsqueda de seguridad, protección y nuevas oportunidades debería perder la vida”, resumió Stein, quien fue vicepresidente de Guatemala entre 2004 y 2008, y dirige la plataforma OIM-Acnur para los venezolanos en esta capital.
En los últimos seis años, más de 100 migrantes de Venezuela han muerto en las peligrosas aguas que separan a su país de la vecina Trinidad y Tobago.
El incidente se registró el 5 de enero y, según indicó el gobierno trinitobaguene, se produjo cuando su corbeta guardacostas “Scarborough” interceptó a un bote con personas llevadas a la isla de Trinidad por presuntos traficantes.
“Este incidente pone de manifiesto la difícil situación a la que se enfrentan las personas que se desplazan durante los desesperados y peligrosos viajes buscando seguridad. Nadie en búsqueda de seguridad, protección y nuevas oportunidades debería perder la vida”: Eduardo Stein.
Según esa declaración, del guardacostas partió una lancha de apoyo para alcanzar al bote intruso, que habría efectuado “maniobras amenazantes” y trató de embestir a la lancha, cuyos tripulantes entonces abrieron fuego “en defensa propia”.
Murió abaleado Yaelvis Santoyo, de nueve meses de edad, y su madre Daelvis Sarabia recibió un disparo en el pecho, mientras que resultaron ilesos su hermana Danna de dos años y otros ocupantes del “peñero”, como se denomina localmente a los pequeños botes de pesca.
El primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, expresó “nuestro sentido pésame en estos momentos de dolor por la pérdida de la vida del pequeño, en el mar, durante las operaciones de seguridad en las que participaron los guardacostas de Trinidad y Tobago y los traficantes que transportaban a los inmigrantes ilegales”.
“Seguimos haciendo un llamamiento a nuestros vecinos venezolanos para que no se animen a arriesgar su vida y la de otros en cruces fronterizos ilícitos y peligrosos”, añadió Rowley.
El gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro exhortó a las autoridades del país vecino a realizar una investigación exhaustiva para aclarar la muerte del bebé.
A Trinidad y Tobago han migrado unos 28 500 venezolanos, dentro de una diáspora que supera los seis millones de personas, según Acnur y OIM, de los cuales unos cinco millones han ido a sus vecinos latinoamericanos y caribeños.
El gobierno de Puerto España restringe fuertemente la inmigración desde Venezuela y Rowley declaró en el pasado que su pequeño país no puede convertirse en un campamento de refugiados para quienes huyen del país vecino.
Stein destacó que, ante la falta de rutas seguras, muchos refugiados y migrantes venezolanos “se ven obligadas a recurrir a arriesgadas travesías marítimas y terrestres que se han vuelto aún más complejas por la pandemia, ya que las restricciones de viaje y sanitarias limitan las vías formales de entrada”.
Desde Unicef se recordó que los Estados parte en la Convención sobre los Derechos del Niño “deben salvaguardar los derechos de todos los niños y niñas en su territorio, independientemente de su nacionalidad o estatus”.
Jean Gough, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe, dijo que “ningún niño o niña migrante debería morir jamás, ya sea viajando con sus padres o solo. Ninguna madre quiere poner en riesgo la vida de sus hijos en un pequeño barco en alta mar, a menos que no tenga otra opción”.
“Dos de cada tres venezolanos en tránsito son mujeres y niños. Este trágico evento es un claro recordatorio de que ellos son los más vulnerables entre los vulnerables. Merecen especial atención, protección y seguridad, en cualquier lugar y en cualquier momento”, agregó Gough.
Alberto Brunori, representante de Acnudh para América Central y el Caribe, dijo que “los Estados deben tomar medidas para garantizar que se respete siempre el derecho a la vida de las personas refugiadas y migrantes. Hacemos un llamado a las autoridades para que investiguen este incidente”.
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