Europeístas y soberanistas en las presidenciales francesas de 2022

Shutterstock / GrAl
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En la primavera (boreal) de 2022 los franceses serán llamados a las urnas para elegir quién ocupará la presidencia de la República y, unas semanas más tarde, la nueva composición de la Asamblea Nacional.

Poco a poco se van conociendo las candidaturas a la Presidencia, situadas en un amplio espectro ideológico que va desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. Al día de hoy se estima que hay 38 (¡nada más ni nada menos!) candidaturas.

No todas podrán concurrir a las elecciones pues se requiere el aval de al menos 500 cargos electos (concejales, diputados, senadores, miembros de los consejos departamentales o regionales, etcétera) y la recogida de dichos avales se realiza entre la décima y la sexta semana antes de la primera vuelta electoral.

Por tanto, puede que la lista de candidaturas acabe reducida a una quincena de nombres. Además, Emmanuel Macron no ha anunciado aún si se presenta a la reelección. Todo esto hace absolutamente incierto el resultado de la primera vuelta y hace difícil pronosticar el nombre de quien saldrá vencedor tras los comicios.

La clave está en obtener el mejor o el segundo mejor resultado que permita ir a la segunda vuelta (salvo que se obtenga la mayoría absoluta ya en primera vuelta).

En 2017, hubo 11 candidaturas oficiales y fueron a la segunda vuelta Marine Le Pen por Agrupación Nacional (extrema derecha) y Emmanuel Macron de La República en Marcha (un partido de centroderecha que aspira a trascender la división izquierda/derecha).

Con una participación en la segunda vuelta de casi el 75 % de los electores, ganó Macron con un poco más de 66 % de los votos. Marine Le Pen obtuvo casi un 34 % lo que, en términos absolutos, equivale a más de 10 millones de votantes.

Las elecciones de abril de 2022 se desarrollarán en un contexto distinto al de 2017, no solo por el número y la variedad de candidatos, sino también por el enrarecido clima socioeconómico y la gran incertidumbre generada por la covid-19 (incluso para el propio desarrollo de la campaña).

Europeístas o soberanistas

Para comprender el paisaje político francés de estas elecciones presidenciales, además de la tradicional distinción entre candidatos de izquierda o candidatos de derecha, es necesario tomar en consideración otro criterio de distinción basado en la adhesión (europeistas) o no (soberanistas) al proyecto de integración europea.

Entre ellos, los soberanistas parecen mayoría. Incluso Michel Barnier, antiguo negociador europeo para el Brexit y candidato sin éxito en las primarias de Los Republicanos, no dudó en cuestionar la legitimidad de las decisiones del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Con asuntos como la gestión de la crisis económica y sanitaria generada por la covid-19, el conflicto con el Reino Unido por las licencias de pesca en el Canal de la Mancha, la inmigración o el pulso polaco acerca de los valores europeos, la Unión Europea ha entrado de lleno, aunque sea indirectamente, en la precampaña electoral francesa.

Por ejemplo, Arnaud Montebourg, que fue ministro durante la presidencia del socialista François Hollande, se sitúa claramente a la izquierda del espectro político a la vez que se muestra profundamente soberanista. Es un firme defensor del made in France y muy crítico con la globalización y la Unión Europea.

Igualmente, Jean-Luc Mélenchon de Francia Insumisa, que se puede situar en la extrema izquierda, es también muy crítico con el proyecto europeo. Es menos sorprendente que los tres candidatos de extrema derecha sean profundamente antieuropeístas (Eric Zemmour, Marine Le Pen y Florian Philippot). Aunque Marine Le Pen ha suavizado sus posiciones, en particular en relación con lo anunciado en 2017 (entonces, en algún momento de su campaña, propuso abandonar el euro para volver al franco).

En el lado opuesto, están los proeuropeos, si bien algunos defienden una reforma de las políticas europeas y de la propia UE para poder hacer frente a los desafíos económicos, sociales y medioambientales.

Entre ellos se encuentran Anne Hidalgo (socialista), Yannick Jadot (ecologista) y Valérie Pécresse, la candidata de Los Repúblicanos. Y, por supuesto, el presidente Macron, seguramente el más europeísta de todos.

Pese a su europeísmo, Pécresse, que va ganando enteros en las encuestas electorales, se mostró a favor del cuestionamiento hecho por el Tribunal Constitucional de Polonia al principio de primacía del Derecho de la Unión Europea, verdadera piedra angular del edificio europeo.

Este movimiento soberanista, que se encuentra de manera transversal en el paisaje político francés, no es nuevo. De hecho, en un mismo partido político se pueden encontrar posiciones diferentes, incluso opuestas, sobre el papel y la extensión de competencias que debe tener la Unión Europea.

Francia en Europa

Francia ha tenido siempre una relación ambigua con el proyecto europeo. Pese a ser uno de los países fundadores (con Robert Schuman y Jean Monnet) y de haber contado con firmes defensores de la idea de Europa (Valérie Giscard d’Estaing, François Mitterrand, Jacques Delors…), rechazó en 2005 el proyecto de Constitución Europea después de haber aprobado vía referéndum (por una extremadamente corta mayoría del 51,04 %) el Tratado de Maastricht de 1992. Un Tratado que, sin lugar a dudas, marcó una nueva etapa del proyecto de integración europea al instaurar una Unión Europea y sentar las bases de la Unión Económica y Monetaria.

Por una coincidencia fortuita del calendario, probablemente la Unión Europea ocupe un lugar todavía más central en la campaña electoral francesa. Y es que Francia ocupa, a partir del 1 de enero de 2022 y por seis meses, la presidencia del Consejo de la Unión Europea (órgano legislativo que reúne a ministros de los 27 Estados miembros).

Desde la firma del Tratado de Lisboa, en 2007, presidir el Consejo de la Unión Europea no tiene la relevancia que tenía antes, cuando el país que ostentaba esa presidencia también presidía el todopoderoso Consejo Europeo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros. Sin embargo, todos los países suelen aprovechar esa presidencia para impulsar temas de especial interés para ellos mismos.

Seguramente eso será lo que haga Macron, presentando propuestas concretas relacionadas con la autonomía estratégica, la reforma de Schengen, la recuperación económica, la transición ecológica o la fiscalidad de los gigantes de la economía digital. Será también la ocasión de defender sus decisiones en Europa y su papel clave en la creación del plan de recuperación europeo. Sin el impulso de Merkel y Macron es muy probable que ese plan no hubiese visto la luz, al menos no tan rápidamente.

La presidencia francesa del Consejo de la Unión Europea puede permitir a Macron distinguirse de sus adversarios pues ni los candidatos más europeístas pueden presumir de tal balance. Obviamente, los temas de la campaña electoral francesa no se centrarán solo en el proyecto europeo pero, por una vez, este ocupará un lugar destacado en el escenario político francés.

Queda mucho tiempo hasta el 10 de abril de 2022, día de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. Pero, a la vista de los múltiples candidatos, es muy probable que los dos llamados a participar en la segunda vuelta se distingan, entre otras cosas, por su adhesión o no al proyecto europeo.

Como ocurre ahora en cualquier Estado miembro, el resultado de esas elecciones tendrá, sin lugar a dudas, consecuencias importantes para el futuro de la Unión.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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