RÍO DE JANEIRO – El presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro acumula gestos de suicidio político desde que asumió el gobierno en enero de 2019. Pero el tiro de gracia, al parecer, pudiera ser su actitud hacia la vacuna para la covid-19.
“Es su naturaleza, como la del escorpión de la fábula”, resumió el sociólogo Fernando Lattman-Weltman, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro y doctor en ciencias políticas.
Se refería al cuento del escorpión que le pidió a la rana llevarlo en su espalda para cruzar un río y aseguró que no la picaría, porque al matarla se ahogaría al no lograr nadar. Aun así la picó en medio del río y como resultado murieron los dos.
Bolsonaro, que siempre boicoteó la compra de algunas vacunas, ahora quiere impedir la vacunación de los niños de cinco a 11 años. Condenó la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), órgano regulador, por haber autorizado la inmunización de ese segmento de la población.
Además exigió la divulgación de los nombres de los técnicos de la agencia que aprobaron la medida, con lo que pareció pretender el someterlos a la retaliación de sus seguidores. Una avalancha de amenazas en mensajes digitales forzó la Anvisa a pedir protección policial a sus directores y técnicos.
El ministro de Salud, Marcelo Queiroga, apoyó el presidente. Arguyó que la Constitución requiere la divulgación de actos de la administración pública y trata de retardar la vacunación infantil. Anunció para el 4 de enero una audiencia pública para evaluar la medida, una consulta inédita en relación a vacunas o medicamentos
Mientras, el presidente declaró que se debe exigir recetas médicas y autorización de los padres antes de vacunar los niños.
La vacuna es popular en Brasil
La persistencia de Bolsonaro en torpedear la vacunación es incomprensible en un mandatario que buscar reelegirse en octubre de 2022. Los brasileños demostraron en la práctica y en sus respuestas en las encuestas su respaldo casi unánime a la vacunación, y no solo en el caso de la pandemia de covid-19.
Una encuesta de Datafolha, el instituto de mayor credibilidad en el país, hecha en julio de 2021, apuntó que 56 % de sus entrevistados ya se habían vacunado y 38 % pretendían hacerlo. Solo 5 % se manifestaron contra la vacuna.
Eso quiere decir que incluso la mayoría de los bolsonaristas más radicales, 13 % de los electores según otras encuestas, apoyan la vacunación. Es motivo de burla un general, ministro del gobierno, que admitió haberse vacunado a escondidas del presidente.
Queda evidente que oponerse a la vacunación es impopular, significa perder votos. La irracionalidad agrava las dificultades electorales de un presidente que ya perdió por lo menos la mitad del respaldo popular que le aseguró el triunfo en octubre de 2018.
“Bolsonaro no tiene estrategia, su comportamiento errático responde solo a su naturaleza, a la postura radical que agrada a su secta. Poco importa la insensatez, el cálculo electoral”, sostuvo Lattman-Weltman a IPS por teléfono en Río de Janeiro.
Lula manda en las encuestas
Pese a todo, el especialista cree que el presidente mantendrá el apoyo de sus seguidores más fanáticos, que no alcanzan 20% del electorado que apuntan las encuestas, pero le siguen fieles, “a prueba de argumentos”.
A su juicio, el gobernante debe mantenerse como el segundo más votado en las elecciones de octubre de 2022, en que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) aparece como favorito incluso para triunfar en la primera vuelta, que requiere tener más votos que la suma de los demás candidatos.
Para forzar una segunda vuelta, en que se enfrentaría a Lula, Bolsonaro espera recuperar parte de su popularidad con el Auxilio Brasil, un programa que sustituye la Bolsa Familia creada por Lula en 2003 y que beneficiaba a más de 14 millones de familias pobres.
Una enmienda constitucional, aprobada por el Congreso el 8 de diciembre, permite al gobierno disponer de recursos para ampliar el auxilio a 17 millones de familias y doblar la renta transferida a cada familia a 400 reales mensuales (70 dólares).
Esa medida supuso romper metas fiscales, alterar reglas, postergar el pago de deudas judiciales del gobierno y ofrecer más recursos a los legisladores para financiar proyectos en sus regiones y municipios, es decir violar la austeridad prometida por Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes.
El mundo financiero reaccionó mal a esas medidas “populistas”, devaluando la moneda nacional y retirando inversiones de la Bolsa. Agravó así la inflación, que ya supera 10 % en términos anuales, y el estancamiento de la economía, efectos que anulan buena parte de los beneficios del Auxilio Brasil.
Pese a las actitudes electoralmente suicidas del presidente, Lattman-Weltman descarta algunas previsiones, incluso la de la derrota de Bolsonaro, que parece segura en las encuestas. “Hechos extraordinarios pueden cambiar todo. En 2014 murió Eduardo Campos (un candidato presidencial fuerte) y en 2018 Lula estaba preso”, ejemplificó.
Además, “no es fácil entender la lógica de las acciones de un personaje como Bolsonaro”, matizó Elimar do Nascimento, profesor de la Universidad de Brasilia, que se define como sociólogo político y socioambiental.
“Su postura antivacunas no deberá ser la principal causa de su derrota electoral que parece probable. El debate fundamental será el desempleo y el hambre y él deberá repetir exhaustivamente que la oposición es responsable del desempleo por defender el ‘quédate en casa’”, evaluó para IPS por teléfono desde Brasilia.
“Su apuesta contra la vacuna y el cierre de actividades considera que las vidas perdidas, con el tiempo, caen en el olvido, mientras la falta de dinero y de empleo se recuerda cada día”, destacó.
La cautela de los analistas se justifica por el escarmiento de 2018. Pocos creían en la posibilidad de un triunfo de Bolsonaro, un capitán retirado del Ejército que no ocultaba su disposición antidemocrática, al defender la dictadura militar de 1964 a 1985, sus torturas y asesinatos.
Mejor y peor presidente
Pero las encuestas son tajantes. Lula fue el mejor presidente de Brasil para 51 % de los encuestados por Datafolha a mediados de diciembre y Bolsonaro para 11 %. Al responder sobre el peor mandatario, se invierten las posiciones: 18 % contra 48 %.
Bolsonaro pierde incluso entre los fieles de confesiones evangélicas, un sector decisivo para su triunfo en 2018. Ahora solo 19 % lo considera el mejor presidente, mientras 43 % apunta a Lula.
Otras encuestas registraron índices similares. IPEC, un instituto nuevo creado por técnicos de una tradicional empresa de sondeos de opinión pública, apuntó también una ventaja de 48 % a 21 % a favor de Lula a mediados de diciembre.
El negacionismo durante toda la pandemia, en relación a las vacunas y a las medidas de prevención, arruinó la credibilidad del actual presidente. Nunca confían en lo que él dice 60% de los entrevistados por Datafolha, mismo índice de los que no votarían por él de ninguna manera.
Bolsonaro se niega a vacunarse contra la covid y solo aparece públicamente de mascarillas si es en una situación de uso obligatorio legalmente. El aislamiento social y la exigencia de vacunación para entrar a Brasil o participar en eventos públicos son violaciones de la libertad individual, Armenta en sus intentos por impedir medidas contra la pandemia.
Su permanente boicoteo a las acciones sanitarias contribuyó para que murieran más de 618 000 personas a causa de la pandemia hasta ahora, cantidad solo superada por Estados Unidos.
Ante sus actitudes, los gobernadores de los 26 estados brasileños y los alcaldes municipales asumieron las iniciativas recomendadas por especialistas, en una confrontación permanente con el gobierno central.
Bolsonaro se alza ahora contra la vacunación de la población infantil, contrariando el consenso de las asociaciones médicas de epidemiología, infectología, virología y pediatría, además de la agencia reguladora en sanidad.
ED: EG