LA HABANA – La cubana Mercedes Calvo abre con satisfacción el grifo para varias tareas domésticas, pero también se preocupa cuando las lluvias, pese a sus innegables beneficios, ponen en riesgo a su vivienda de quedar anegada.
“Ver salir el agua de la pila es una bendición. La valoro más porque pasé años cargándola para tomar, o llenar tanques que me permitieran fregar, lavar, bañarme”, dijo a IPS esta profesora residente en el municipio de Cerro, uno de los 15 que conforman la capital de Cuba.
Pero “temo cuando llueve fuerte, porque se me inunda la casa y debo elevar muebles, colchones y electrodomésticos, además del riesgo para la salud de mi mamá, mis dos hijos y mía por la mezcla de aguas albañales con la crecida”, apuntó.
Cerca de su vivienda se ejecutan desde hace meses obras para mejorar el drenaje que ante fuertes precipitaciones colapsa y empoza las aguas en la zona conocida como Pontón-Cuatro Caminos, algo similar a lo que sucede en otros 121 puntos proclives a inundaciones en La Habana, una urbe de 2,2 millones de habitantes.
La experiencia de Calvo muestra algunos de los avances y desafíos de Cuba en cuanto al cumplimiento del 6 de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), que entre sus ocho metas propone lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible, al igual que a servicios de saneamiento e higiene adecuados, gestionados en ambos casos de manera segura.
La Constitución cubana, vigente desde 2019, reconoce como derecho el acceso al agua y al saneamiento, mientras la Ley de las Aguas Terrestres de 2017 ordena su gestión integrada y sostenible como un asunto estratégico para el país.
Asimismo, el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 incluye entre sus prioridades las vinculadas con el Programa Integral de Desarrollo Hidráulico.
Al dialogar con IPS, directivos del estatal Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), encargado de la gobernanza del agua en el país, aportaron detalles sobre cómo marcha aquí el cumplimiento del ODS 6, el del agua limpia y saneamiento.
Según la información oficial, 97,7 % de los 11,2 millones de cubanas y cubanos -99,2 % de residentes en zonas urbanas y 92,9 % rural- acceden a fuentes mejoradas de abastecimiento de agua, a través de sistemas de acueductos o pozos, fundamentalmente.
Del total de la población, 77,4 % recibe agua por sistemas de acueductos, y la aspiración es elevar esa cifra a 87 % dentro de nueve años, indicaron los funcionarios.
“Pero solo 55,2 % de la población accede al líquido sin riesgos, una pauta de los ODS que tiene en cuenta las variables accesibilidad, disponibilidad y calidad en su gestión”, explicó Alexis Acosta, director de acueductos, drenaje y saneamiento del INRH.
Al cierre de 2020, 37 % de la población disponía de redes de alcantarillado y la meta es llegar a 41 % en 2030. En el caso de las fosas, existen unas 920 000 en esta nación con un fondo habitacional de más de 3,9 millones de viviendas.
Acosta apuntó en su diálogo con IPS que “59 % del saneamiento nacional se gestiona de manera segura, 54 % en la parte urbana y 76 % en el ámbito rural”, mediante infraestructuras que permiten el vaciado, tratamiento y eliminación adecuado de excrementos que estipula el ODS 6.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 75 % de la población regional accede a agua potable gestionada de manera segura, y 31% disfruta de saneamiento manejado sin riesgos.
Hay agua, pero…
“Tenemos agua para abastecer a la población y desarrollar la economía; la disponibilidad en Cuba no es un problema en términos generales”, explicó Ricardo Limias, director general de desarrollo de la infraestructura hidráulica del INRH.
El directivo ilustró a IPS que al cierre de 2020, Cuba disponía de 1249,1 metros cúbicos de agua por habitante y pretende elevar el indicador hasta 1367,1 metros cúbicos en 2030.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona requiere unos 100 litros de agua al día para satisfacer sus necesidades, tanto de consumo como de higiene, equivalentes a 36,5 metros cúbicos anuales.
Limias sostuvo que si bien “hemos creado una infraestructura hidráulica para aprovecharla y destinarla hacia los lugares dónde hace falta, ya sea la población o la economía”, parte de la red se encuentra envejecida y necesita de presupuestos millonarios para su mantenimiento.
Cuba cuenta con una capacidad de almacenamiento superficial de más de 9000 millones de metros cúbicos, distribuidos en más de 240 embalses, infraestructura accesoria y redes de bombeo, así como plantas de tratamiento y potabilizadoras.
La sequía meteorológica de 2014 a 2017, la mayor en 115 años que afectó 70 % del territorio del país, corroboró los riesgos asociados a la modificación de los periodos de precipitaciones por el cambio climático, y sus impactos en el aumento de vulnerabilidades para los Estados insulares del Sur en desarrollo.
La forma alargada y estrecha de este archipiélago, cuya isla principal es la mayor del Caribe, condiciona ríos cortos y de escaso caudal dependientes de las lluvias, estas últimas más abundantes en la estación húmeda, de mayo a octubre, y durante el paso de ciclones tropicales.
Estudios pronostican que el clima cubano tenderá a menos precipitaciones y sequías más intensas, y para 2100 la disponibilidad del potencial de agua podría reducirse en más de 35 %.
Planes gubernamentales han priorizado la construcción de trasvases para controlar inundaciones y derivar el agua a grandes distancias, a fin de garantizarla a poblaciones, actividades agropecuarias y polos turísticos.
Entre ellos sobresale el trasvase Este-Oeste que busca mejorar la disponibilidad del líquido en la mayoría de las cinco provincias del este cubano, entre ellas Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, algunas de las más pobladas después de La Habana.
No obstante, todavía 40 % del agua bombeada en Cuba se pierde por fugas y roturas en las conductoras, y sobre todo en las redes dentro de las viviendas, puntualizaron los directivos.
Tres fábricas en el país producen tubos de polietileno de alta densidad, con diámetros de hasta 1200 milímetros para conductoras, aunque la disponibilidad de herrajes y piezas a precios asequibles es una deuda para mitigar el derroche a causa de salideros.
Algunos desafíos
Como promedio, el presupuesto anual del Estado aporta 16,6 millones de dólares para nuevas inversiones en el sector hidráulico, mientras otros apoyos han provenido en años recientes de proyectos y fondos de naciones como Japón, Francia, España, Arabia Saudita, Kuwait y del Fondo de la OPEP para el Desarrollo Internacional, entre otros.
“El principal problema que hoy tenemos es el acceso a financiamiento para importar recursos…, hay determinados requisitos que no podemos cumplir, por ejemplo, con los pagos”, explicó Limias, quien además significó los impactos que provoca “el bloqueo (estadounidense) que te va cerrando puertas (pues) se siente más temor para desarrollar inversiones con Cuba”.
Debido a la crisis económica, agudizada por la pandemia de covid, la isla solicitó a sus acreedores internacionales postergar el pago de los intereses de la deuda, debido a falta de liquidez.
El gobierno de La Habana también denuncia que Washington haya mantenido y reforzado, incluso durante esta contingencia, el embargo vigente desde 1962.
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Especialistas coinciden en la importancia del acceso al agua, su gestión eficiente y un saneamiento adecuado para los procesos de desarrollo local en curso en la isla.
Otros retos están ligados a la reducción de los elevados consumos de combustible y energía para garantizar dichas actividades.
De acuerdo con los directivos del INRH, se proyecta instalar pequeñas plantas hidroeléctricas en algunos tramos del trasvase Este-Oeste que aportarían un pequeño porcentaje de energía limpia, así como el acople de sistemas fotovoltaicos a equipos de bombeo desarrollados en el país.
Además, la estrategia pudiera moverse hacia una mayor participación de plantas desalinizadoras y para aguas de reúso, que aportan volúmenes pocos significativos y en el caso de las primeras, resuelven problemas con el abastecimiento en algunas comunidades.
El gobierno cubano aspira asimismo a elevar la producción de alimentos y concretar la soberanía en tan estratégico sector, lo cual implicará un manejo más eficiente de la disponibilidad de agua, si se tiene en cuenta que 70 % de los recursos hídricos de la Tierra se destinan al sector agroalimentario, según la ONU.
ED: EG