GINEBRA – Llegó la hora de una evaluación cruda de la covid-19 y de trazar un plan para doblegarla. En casi dos años ha cobrado millones de vidas y no cede. Con las vacunas, por momentos y por regiones amaina, pero luego rebrota con furia. Y eso ocurre en los países ricos. El resto, inermes, las naciones en desarrollo, reclaman equidad sin fortuna y dependen de la caridad.
La oportunidad de revisar esos desequilibrios y afrontar la pandemia con un programa multilateral se presenta en la sesión especial de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) que sesionará del 29 de noviembre al 1 de diciembre, con participación de representantes de los 192 Estados que integran la Organización Mundial de la Salud (OMS).
No será una panacea fulminante, cabe advertir, porque el objetivo se concentra en la calamidad actual y también en futuros fenómenos parecidos. En términos precisos, la AMS ha sido convocada para “considerar la elaboración de un convenio, acuerdo u otro instrumento internacional de la OMS sobre la preparación y respuesta frente a las pandemias”.
Queda en claro que la AMS escogerá entre las tres alternativas: convenio, acuerdo u otro instrumento, para adoptar la arquitectura jurídica que sostendrá los programas de sanitarios de prevención y ofensiva contra la actual y otras eventuales pestes.
La única salvedad es que deberá ser un documento con legalidad internacional y vinculante, es decir, obligatorio para todos los Estados que lo adhieran, especificó Steven Solomon, jefe del área jurídica de la OMS.
Una vez que la AMS decida sobre la naturaleza del documento, que se anunciará el 1 de diciembre, encomendará presumiblemente al grupo de trabajo que aporte la sustancia a ese esqueleto legal, que defina las acciones sanitarias y científicas adecuadas para afrontar las pandemias y los recursos necesarios.
En este aspecto habrá una faceta esencial: la equidad, adelantó Solomon.
Aquí reaparecerán las divergencias que han caracterizado y entorpecido desde el comienzo a la lucha contra la pandemia.
La diferente concepción de la salud, como un bien público o como una mercadería más, objeto de comercio, alimenta debates y retrasa acciones de tratamiento y cura en todas las latitudes.
Lo único inalterable, en alza siempre sostenida, son los dividendos de las grandes empresas farmacéuticas, como demuestran los resúmenes bursátiles.
La misma confrontación, por el libre acceso a los medicamentos, se extiende también a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Un grupo de naciones ricas, entre ellas el bloque de la Unión Europea, Suiza y Noruega con mayor empeño, bloquean desde hace más de un año en la OMC, una iniciativa de India y Sudáfrica, respaldada por más de un centenar de países en desarrollo, que proponen suspender por tres años la aplicación de algunas facetas de la propiedad intelectual para facilitar la elaboración de las vacunas imprescindibles.
En un llamado a los países ricos, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reclamó ayuda financiera para alcanzar al final de este año el objetivo de vacunación de 40 % de la población de todas las naciones y de 70 % a mediados de 2022. Sin ese aporte, unos 80 países, la mitad de ellos africanos, no lograrán esa meta, advirtió.
Tedros opina que la pandemia es una crisis de solidaridad que ha expuesto y exacerbado la debilidad fundamental de la arquitectura sanitaria mundial.
La única forma de afrontar esa flaqueza es mediante un tratado o un acuerdo vinculante entre naciones, precisó refiriéndose a la propuesta que discutirá la sesión especial de la OMS.
El acuerdo se constituirá en el marco apropiado para fomentar la cooperación internacional y en una plataforma para el desarrollo de otras áreas fundamentales.
La primera será la creación de una “mejor gobernanza”, con la idea de un consejo de jefes de estado, establecido en la OMS, que proveerá liderazgo político para acciones rápidas y coordinadas.
La segunda idea será la de “mejores finanzas”, con el establecimiento en el Banco Mundial de un fondo que aportará recursos para cubrir faltantes que la OMS identifique. Ese fondo contará con contribuciones de países y de organizaciones regionales.
Y la tercera, se centra en el sostenimiento de la propia OMS, una institución históricamente desfinanciada por los escasos aportes de los Estados miembros.
Alrededor de dos tercios de los ingresos de la institución provienen de algunos países ricos y de donantes privados, destinados a proyectos determinados que en muy pocos casos coinciden con las necesidades prioritarias de la OMS, de atender a las poblaciones más desprotegidas.
La “crisis de solidaridad”, como la define Tedros, ha sido también identificada por expertos del sector científico y de la sociedad civil.
“Ha quedado claro que es necesario recalibrar la salud mundial, lo que significa y lo que representa”, opinan en un trabajo conjunto Dominique Vervoort, de la Universidad de Toronto ; Xiya Ma, de la Universidad de Montreal ; Alia Sunderji, del Hospital de Niños de Toronto, y Hloni Bookholane, de la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.
“En su situación actual, la salud mundial sirve a menudo para atender primero las propias intenciones políticas y económicas, frustrando sus verdaderos objetivos de equidad y unidad”, expresaron.
Consideraron que “igual que ocurrió durante las epidemias de VIH/sida y de tuberculosis, cuando las naciones poderosas política y económicamente se apresuraron a atender primero sus propias necesidades, a menudo a costa de otras naciones”.
“La injusticia sanitaria mundial nos afecta a todos. Los efectos en cadena de crisis sanitarias como la actual pandemia y crisis más amplias, como el cambio climático, confirman que nadie está a salvo hasta que todos se salven”, agregaron los académicos.
En coincidencia con la AMS, el tema de la pandemia será examinado también en esos tres días, y entre otros muchos asuntos, por la 12 Conferencia Ministerial de la OMC, que también sesionará en Ginebra, del 30 de noviembre al 3 de diciembre.
Bajo la propuesta de “Respuesta de la OMC a la pandemia: normas comerciales que apoyen la creación de resistencia, respuesta y recuperación para afrontar crisis internas y mundiales”, el embajador de Nueva Zelanda, David Walker, el facilitador del tema, presentará un proyecto de resolución al Consejo General de la OMC, integrado por los 164 Estados miembros, que es el responsable del orden del día que se someterá a los ministros.
La OMC se interesó desde el comienzo de la pandemia por sus efectos sobre el comercio y la sociedad en general.
En ese marco, contribuyó a identificar los cuellos de botella que surgieron por la crisis sanitaria en los flujos comerciales y a solucionar los tropiezos en las cadenas de suministro internacionales.
En sus últimos informes periódicos sobre la marcha del comercio internacional, la OMC dio cuenta de una disminución marcada y hasta de la desaparición de los obstáculos ocasionados por el comercio.
Queda pendiente en la OMC otro asunto vinculado con la pandemia, la demanda de países del sur de suspender la aplicación de los derechos de patentes sobre fórmulas, tratamientos, secretos industriales y otros elementos determinantes de la elaboración de las vacunas contra el virus. Los solicitantes de esas exenciones intentan facilitar la fabricación de las vacunas en laboratorios de países en desarrollo.
Las profundas divergencias entre los dos sectores presagian que el tema será postergado para que el Consejo de la OMC sobre Aspectos de la Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic), para que siga en el 2022 su examen, que comenzó en octubre de 2020.
ED: EG