La migración venezolana requiere políticas de largo plazo

Venezolanos caminan por una carretera en Chile. Ese flujo de millones de migrantes en países de América del Sur continuará aún bajo la pandemia covid-19, por lo que los gobiernos de los países de acogida deben encararlo con políticas de largo aliento. Foto: OIM

WASHINGTON – El creciente flujo migratorio de venezolanos y su interés por permanecer en los países de acogida requiere que los gobiernos pasen de respuestas humanitarias de corto plazo a políticas de largo aliento, sostiene un estudio divulgado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El estudio, conducido en esta capital por el Instituto de Políticas Migratorias (MPI en inglés), explora la integración socioeconómica de los refugiados y migrantes de Venezuela entre 2017 y 2021 en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

Esos países han recibido a más de 70 por ciento de los 5.6 millones de venezolanos que han salido de su país desde 2015. En su conjunto, hasta despuntar el año, América Latina y el Caribe había recibido a 4,6 millones de esos migrantes.

La emigración de venezolanos se aceleró en 2017, según el informe, desde mediados de 2018 “surgió un enfoque regional cada vez más reactivo y coordinado para dar respuesta al desplazamiento” y durante 2020 y 2021 ha estado marcada por la covid-19 y las restricciones de movimiento en la lucha contra la pandemia.

El estudio afirma que la mayoría de las naciones sudamericanas “acostumbradas a ser países de origen y no de destino, se enfrentaron inicialmente a la afluencia de migrantes y refugiados venezolanos con políticas migratorias y de integración desactualizadas o limitadas”.

“Es importante mejorar los procesos de reconocimiento de credenciales para refugiados y migrantes de Venezuela, como parte fundamental de su integración socioeconómica. De esa manera, los venezolanos contribuyen positivamente al PIB de aquellos países que los reciben”: Andrew Seele.

“Aunque países de la región han adoptado políticas creativas y ad hoc para regularizar a la población venezolana, una parte importante de estas personas sigue careciendo de un estatus migratorio regular”, dijo Andrew Seele, presidente del MPI.

Para Seele “es importante mejorar los procesos de reconocimiento de credenciales para refugiados y migrantes de Venezuela, como parte fundamental de su integración socioeconómica. De esa manera, los venezolanos contribuyen positivamente al PIB (producto interno bruto) de aquellos países que los reciben”.

Sin embargo, el informe recoge que los venezolanos de los cinco países estudiados experimentan tasas de desempleo superiores a las de la población local, y que muchos de ellos han perdido empleos e ingresos durante la pandemia.

Por ejemplo, datos de la matriz de seguimiento de desplazamiento de la OIM en el período 2018-2019 indicaron que más de 80 por ciento de venezolanos que laboraban en Colombia tenían ingresos inferiores al salario mínimo de ese país de acogida.

Venezolanos encuestados en Colombia, Ecuador y Perú en 2020 dieron cuenta de una caída de 50 por ciento en sus ingresos desde el inicio de la pandemia.

A pesar de los esfuerzos de los gobiernos por adoptar programas de regularización, 40 por ciento o más de los venezolanos en los países analizados, con la excepción de Brasil, arecieron de un estatus regular casi durante todos los períodos evaluados.

Además de la falta del estatus migratorio regular, las dificultades para obtener reconocimiento legal de sus credenciales académicas y profesionales, ha obstaculizado el acceso al mercado laboral formal para muchos venezolanos.

En octubre de 2020 solo 10 por ciento de los venezolanos en Chile, Colombia y Perú reportaron haber recibido el reconocimiento de sus credenciales, por lo que muchos migrantes y refugiados que trabajaban en el sector profesional en Venezuela laboran subempleados en trabajos poco calificados y mal pagados en países de acogida.

Dado que un mayor número de venezolanos declara en las encuestas su intención de permanecer en los países de acogida, el informe subraya la necesidad de que los gobiernos transiten de las respuestas humanitarias a corto plazo a las políticas de integración de más largo plazo.

Los venezolanos son relativamente jóvenes y tienen más probabilidades de estar en edad de trabajar que las poblaciones de los países receptores. Al comienzo los hombres eran mayoría pero los flujos se distribuyen ahora de forma más equitativa por género y cada vez es más frecuente que migren con familias.

Entre las recomendaciones del estudio está reducir la irregularidad, facilitar el reconocimiento de las credenciales, abordar las brechas en el ingreso, mejorar el acceso a la educación y la salud, y sostener la transparencia y la investigación.

“A medida que la crisis política de Venezuela continúa y el resto de la región lidia con las repercusiones económicas de la pandemia, es poco probable que la migración venezolana se detenga en el corto plazo”, concluyeron loa autores del informe, Diego Cháves-González, María Jesús Mora y Jordi Amaral.

A-E/HM

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