Acuerdo sobre biodiversidad brinda a China oportunidad de mostrar liderazgo mundial

Este es un artículo de opinión de Enric Sala, biólogo español y explorador residente de National Geographic Society y autor de “La naturaleza de la naturaleza: por qué necesitamos lo salvaje”.

Elefantes asiáticos salvajes en el suroeste de China. Este verano boreal, la manada migró a más de 500 kilómetros de su hogar en una reserva natural. Foto: Alamy

BARCELONA, España – Si necesitáramos más pruebas de nuestra crisis de biodiversidad, una manada de elefantes salvajes que marcha por China ha hecho el trabajo de la forma más conmovedora posible. Llevan meses caminando hacia el norte desde Xishuangbanna, y sus travesuras -criar bebés, emborracharse, derribar puertas y abrir grifos para beber- han cautivado al público.

Pero también lo han hecho las razones más serias de su inusual migración, que según los expertos locales se debe probablemente a la destrucción de los bosques primarios fuera de las zonas protegidas, lo que obliga a los elefantes a buscar nuevos lugares por los que vagar.

Cuando los elefantes asiáticos llegaron a la ciudad de Kunming, su gobierno local desplegó toda una serie de tácticas para mantener alejada a la manada, bloqueando carreteras y colocando sendas de piñas y maíz dulce para desviarlos.

Kunming despejará los senderos de piñas para dar la bienvenida a los líderes mundiales cuando China acoja la 15 Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP15), programada para realizarse entre el 11 y el 24 de octubre en la ciudad de Kunming. Una manada de elefantes salvajes caminando por Yunnan es un poderoso símbolo de la urgencia que está forzando nuestra crisis de la naturaleza en la agenda de los líderes mundiales.

Como explorador residente de National Geographic y ecologista, conozco de primera mano las consecuencias del abuso de nuestro mundo natural. Mientras las industrias extractivas destruyen la naturaleza en busca de beneficios a corto plazo, cada vez somos más los que reconocemos que un mundo natural sano es esencial para un futuro seguro y equitativo para la humanidad.

El autor, Enric Sala

Los líderes políticos también están empezando a sentir esa urgencia.

En la cumbre del Grupo de los Siete (G7), celebrada en julio en Reino Unido, los líderes mundiales publicaron un Pacto por la Naturaleza 2030, que por primera vez sitúa a la naturaleza junto al cambio climático en el centro de su agenda.

Esto ayudará a que la COP15 y la 26 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP26), que acogerá la ciudad galesa de Glasgow en noviembre,  formen parte de un momento histórico para dar forma colectivamente a nuestra respuesta a la peor crisis mundial a la que se ha enfrentado la humanidad. Cada reunión será una oportunidad para que los gobiernos establezcan una dirección clara para guiar las políticas públicas, las finanzas, las empresas y la legislación.

El Pacto por la Naturaleza del G7 sentó las bases: ahora, su espíritu debe reflejarse en un acuerdo global por la naturaleza que se firmará en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica en la COP15.

El primer borrador detallado de este nuevo marco de biodiversidad mundial se publicó a principios de este mes. Tendrá que movilizar nueva financiación y reforzar las políticas nacionales para que podamos proteger los ecosistemas intactos que quedan en el mundo, restaurar los hábitats degradados y transformar la forma en que utilizamos nuestras tierras y mares y producimos nuestros alimentos.

Sé que proteger y restaurar los ecosistemas funciona, porque he sido testigo de primera mano de la espectacular recuperación de la biodiversidad en zonas protegidas de las actividades humanas perjudiciales. En el océano, por ejemplo, la abundancia de peces aumenta por término medio 600 % en relación con las zonas cercanas no protegidas, y ayuda a reponer las zonas vecinas.

La cumbre de este otoño marca un momento importante para que China muestre al mundo el papel que pretende desempeñar en el liderazgo medioambiental. Es la primera gran cumbre mundial sobre medio ambiente que organiza China, y llega después de haber asumido compromisos climáticos cada vez más ambiciosos.

El medio ambiente es un área de competencia y colaboración productiva en una relación que, por lo demás, es tensa con Estados Unidos, por lo que China sabe que el éxito de la cumbre sobre biodiversidad tendrá implicaciones mucho más amplias.

Si se basan en el Pacto por la Naturaleza, los líderes del G7 tienen muchas posibilidades de negociar un acuerdo sólido. Los ministros de Comercio y Ambiente del G7 ya han acordado reunirse antes de la COP26 sobre el clima para impulsar medidas que aborden la deforestación en las cadenas de suministro mundiales.

Ahora tienen que presentar propuestas significativas para regular el suministro de bienes asociados a la agricultura y la pesca insostenibles, y facilitar el acceso al mercado de bienes y alimentos producidos de forma sostenible.

En cuanto a la protección de la naturaleza, los países del G7 han empezado bien al comprometerse a respaldar un objetivo mundial de protección de 30 % de la tierra y el mar para 2030, y a predicar con el ejemplo aplicando esas promesas «30×30» en sus propios territorios.

Ahora, más de 60 países de la Coalición de Gran Ambición por la Naturaleza y los Pueblos respaldan ese objetivo mundial, la mitad de los cuales son países de renta baja o media del sur global.

Este objetivo 30×30 se basa en el espíritu de la política de la propia China de proteger una cuarta parte de su territorio trazando estrictas «líneas rojas» en torno a sus tierras más biodiversas y vulnerables, protegiéndolas de la industrialización y preservándolas para la naturaleza.

A continuación, la Conferencia de las Partes sobre la biodiversidad debe asegurarse de que todos estos objetivos se incluyan en los resultados dentro de un acuerdo global sobre la naturaleza, y se traduzcan en una legislación nacional significativa.

Los costes de implementación de 30×30 -unos 140.000 millones de dólares al año- son inferiores a lo que el mundo gasta hoy en videojuegos.

También es de agradecer que se reconozcan los derechos de los pueblos indígenas como un principio central en la adopción de objetivos de naturaleza: hay pruebas abrumadoras de que los pueblos indígenas y las comunidades locales pueden ser más eficaces en la protección de la biodiversidad que la mayoría de las estrategias de conservación convencionales.

A continuación, es necesario incluirlos en los procesos de fijación y aplicación de objetivos para la naturaleza, a fin de garantizar que el acuerdo funcione también para las personas.

¿La clave del éxito? El dinero. Muchos de los países con mayor biodiversidad del mundo son países en desarrollo y necesitan ayuda para financiar la transición a un mundo 30×30 y cumplir los objetivos de biodiversidad. Esto significa que el G7 debe comprometerse firmemente a aportar más fondos.

China tiene que negociar un acuerdo para cubrir el déficit de financiación de la naturaleza, estimado en 700 000 millones de dólares anuales -menos de 1 % del PIB mundial-, que hay que cubrir en la próxima década, acordando una combinación de aumento de la financiación pública y reforma de los flujos financieros en el sector privado.

Esto debe complementarse con una fuerte acción interna para garantizar que el gasto en ayuda bilateral esté totalmente alineado con la misión global de detener e invertir la pérdida de biodiversidad para 2030.

Se nos dice que no podemos permitirnos proteger más la naturaleza, pero los costes de implementación de 30×30 -unos 140 000 millones de dólares al año- son inferiores a lo que el mundo gasta hoy en videojuegos, y sólo una fracción del dinero que los gobiernos utilizan para subvencionar las industrias que destruyen la naturaleza.

El dinero está ahí, pero sorprendentemente lo utilizamos para destruir nuestro sistema de soporte vital en lugar de preservarlo.

La destrucción de los hábitats naturales tiene el don de calar en el público: los ciudadanos se preocupan mucho de que los bosques se quemen, los animales mueran y las especies se extingan.

Esto hace que la naturaleza sea un tema de legado para los líderes, que tendrán que centrar la atención en la crisis de la naturaleza en cada encuentro del G7, Grupo de los 20 (G20) y de los foros multilaterales para asegurarse de que ese legado sea positivo.

Si China consigue que la cumbre sobre la biodiversidad de este año sea un éxito, será recordada por haber negociado un acuerdo mundial que cambiará el mundo. Si no lo consigue, 2021 será el año en que recordemos a una manada de elefantes cruzando un país en busca de un hogar.

Este artículo se publicó originalmente en Diálogo Chino, una plataforma informativa latinoamericana.

RV: EG

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