SÍDNEY – Robby Nena es uno de los muchos agricultores y pescadores que se encuentran en la primera línea del cambio climático en los Estados Federados de Micronesia (EFM), donde las inundaciones y la erosión de las costas, las lluvias variables e intensas, el aumento de la temperatura, las sequías y otros fenómenos extremos se están convirtiendo en algo demasiado común.
Los EFM, también conocido simplemente por Micronesia, es uno de los 22 países y territorios insulares independientes del Pacífico (PICT, en inglés). Estas naciones contribuyen con menos de 0,03 % del total mundial de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero.
Sin embargo, se encuentra entre los países más vulnerables a los impactos del calentamiento global, el cambio climático y la subida del nivel del mar. Una cuarta parte de los habitantes del Pacífico vive a menos de un kilómetro de la costa.
“Cada vez que llueve, nuestra casa y nuestra granja se inundan, destruyendo nuestros cultivos, dañando las infraestructuras y suponiendo un gran peligro para la salud. Nuestras cosechas de tapioca y taro quedaron completamente destruidas en la gran inundación del mes pasado”, contó Nena a IPS desde la aldea de Utwe, en el estado de Kosrae de EFM, a través de un complicado diálogo por Messenger.
Su pequeña casa, de hormigón y techo de hojalata, está construida en un terreno recuperado en la ribera del río Finkol, a unos 200 metros del océano Pacífico, dentro de la Zona de Transición de la Reserva de la Biosfera de Utwe.
“El río y el océano se juntan aquí, por lo que también nos inundamos con frecuencia de agua salada durante la marea alta”, dice Nena, que vive con su madre, su esposa maestra y sus dos hijos.
Los efectos ya evidentes y cada vez más graves del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia en las PICT se ven agravados por la falta de acceso oportuno a la financiación climática para la mitigación y la adaptación, dicen los defensores del clima.
El Fondo Verde para el Clima (FVC), parte del mecanismo financiero de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), es en la actualidad el mayor fondo multilateral dedicado al clima del mundo y el principal mecanismo de financiación multilateral para apoyar a los países en desarrollo en la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero e impulsar su capacidad de respuesta al cambio climático.
Belinda Hadley, jefa de equipo de la Autoridad Nacional Designada (NDA, en inglés) de Micronesia ante el FVC, explicó que actualmente el país no tiene la capacidad técnica, financiera y humana para acceder a la financiación climática para proyectos de mitigación, adaptación y resiliencia, que le son indispensables para afrontar los crecientes desafíos del cambio climático.
“Es difícil hacer que nuestras propuestas sean financiables debido a todos los requisitos. El inglés es el idioma de las solicitudes de financiación para el clima, y para la mayoría de los habitantes de los Estados Federados de Micronesia, articular las necesidades, los retos y las actividades en las propuestas no es fácil, ya que varias islas tienen sus propias lenguas indígenas”, dijo Hadley en diálogo telefónico con IPS.
Las propuestas del FVC, para tener éxito, necesitan una explicación fuerte y sólida de los impactos y riesgos climáticos que deben ser abordados. La descripción de la justificación del clima, tal y como se solicita en la plantilla de la propuesta del Fondo Verde, requiere el acceso a una ciencia y unos datos climáticos sólidos.
Por lo tanto, no disponer de datos climáticos desglosados de los datos de desarrollo dificulta la demostración de los impactos del cambio climático por separado de otras cuestiones de desarrollo sostenible.
“Este requisito de datos separados para el cambio climático nos dificulta. Tenemos datos sobre el cambio climático y el desarrollo consolidados e integrados en uno solo debido a nuestra pequeña población y a la dispersión geográfica”, explico Hadley.
Los Estados Federados de Micronesia está conformado por más de 600 islas repartidas en los cuatro estados de Kosrae, Yap, Chuuk y Pohnpei. Esta dispersión geográfica hace que la preparación y la respuesta a las catástrofes sean un reto y un coste económico adicional.
La pandemia ha añadido otra capa a las duras realidades del cambio climático para los habitantes de las islas micronesias.
“Estábamos trabajando en el acceso a la financiación climática para comenzar nuestros esfuerzos de adaptación y avanzar en nuestro plan nacional de adaptación, pero no hemos podido realizar consultas estatales ni reunirnos con las partes interesadas. Toda la atención y los recursos se han centrado en las medidas para afrontar la covid-19. Todo lo demás ha quedado relegado a un segundo plano”, explicó Hadley.
El Fondo Verde para el Clima opera a través de una red de Entidades de Acceso Directo (EAD) acreditadas, que son socios de ejecución y trabajan directamente con los países en desarrollo para el diseño y la ejecución de proyectos.
La Comunidad del Pacífico (SPC, en inglés), que apoya a los PICT con la coordinación general y el desarrollo de capacidades para su participación en los mecanismos de financiación del clima, como el FVC, es el socio para los Estados Federados de Micronesia.
También apoyó al Fideicomiso de Conservación para Micronesia (MCT, en inglés) para que se convirtiera en una Entidad de Acceso Directo acreditada y desarrollara así el primer proyecto completo de la FSM sobre seguridad alimentaria, cuya financiación fue aprobada en marzo de este año.
La directora ejecutiva adjunta de MCT, Lisa Ranahan Andon, dijo a IPS que “esta primera subvención del Fondo Verde para el Clima a los Estados Federados de Micronesia se destina a las personas que más necesitan esta intervención, que son los agricultores y pescadores más vulnerables”.
“Confiamos en que nuestro enfoque, que integra proyectos puntuales dispares en un enfoque nacional cohesivo, aumentará los impactos positivos en las comunidades. Estamos cumpliendo los requisitos previos al desembolso y prevemos un primer desembolso y el inicio de los proyectos en enero de 2022”, añadió.
Andon considera que esta primera adjudicación debería ayudar a allanar el camino para que otros PICT y nacionales Entidades de Acceso Directo de la región consigan financiación del Fondo Verde para el Clima.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Micronesia como país solo aporta 0,003 % de las emisiones mundiales de CO2 y otros gases de efecto invernadero, pero se han fijado el ambicioso objetivo de reducir las emisiones en 35% para 2025.
Además del FVC, Micronesia ha recibido alguna financiación climática del Fondo de Adaptación de las Naciones Unidas, la Unión Europea, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo y otros, principalmente para la seguridad alimentaria y del agua, la energía renovable, la protección de las costas y la reducción del riesgo de desastres.
Kosrae Conservation & Safety Organisation (KCSO), una pequeña organización sin ánimo de lucro, apoya y ejecuta proyectos de adaptación y mitigación del clima en las comunidades locales de Kosrae a través de la financiación climática.
En el marco de una de sus subvenciones de 2018, controlaron y recogieron la estrella de mar corona de espinas, una especie invasora que destruye el coral en las islas de Micronesia, para experimentar su uso como fertilizante verde.
“Todos los agricultores a los que se lo distribuimos afirmaron que estas estrellas eran un buen fertilizante natural. Este año hemos repetido su recogida y lo hemos suministrado a cuatro agricultores de diferentes pueblos… Tres de los cuatro agricultores están viendo muy buenos resultados”, dijo a IPS el director ejecutivo de KCSO, Andy George.
“Si estos agricultores plantaron 50 plantas y pueden comer de ellas, es un éxito para nosotros. Además de ayudarles a ser autosuficientes para satisfacer sus necesidades de subsistencia, también les educamos para la adaptación y mitigación del clima”, añadió.
Muchos agricultores como Nena, uno de los agricultores que recibió ese abono natural, solo se dedican a la agricultura y la pesca para subsistir.
Los productos locales incluyen berenjena, batata, taro, banano dulce y para cocinar, caña de azúcar, coco y cítricos. El pescado es un pilar de la seguridad alimentaria en la mayoría de los PICT y la pesca de subsistencia sigue proporcionando la mayor parte de las proteínas animales de la dieta en la región.
Aunque los PICT tienen una población y una masa terrestre reducidas, el director general adjunto de la Comunidad del Pacífico en Kanaki, Cameron Diver, explicó a IPS desde Numea, la capital de este territorio francés también conocido como Nueva Caledonia, que son los custodios de importantes recursos, como las poblaciones de atún, de las que dependen países de todo el mundo para su seguridad alimentaria.
“Si estas naciones no pueden acceder al nivel de financiación climática necesario para hacer frente a los impactos del cambio climático sobre estos recursos, esto podría amenazar la seguridad alimentaria de las poblaciones mundiales más allá de la región”, sentenció.
T: MF / ED: EG